Domingo 29 de agosto de 2021, p. a12
Con angustia, para no variar, y casi de milagro, Chivas consiguió una victoria de 2-1 en el último minuto, gracias a un penal contra Necaxa, una descarga de vida que puede mantener al entrenador Víctor Manuel Vucetich en el banquillo tapatío cuando todos los daban por arruinado.
La cuenta de Chivas no es magra, sino francamente mediana, alarmante para uno de los clubes más grandes del país: en seis salidas, apenas una victoria, tres empates y dos derrotas. Se decía que el péndulo filoso estaba cada vez más cerca del cuello del entrenador rojiblanco.
Estos jugadores no encontraron cómo dejarlo mejor parado, pues les faltó contundencia y organización, poca enjundia, por defecto propio o reflejo del naufragio de Vucetich.
Parecía que el azar jugaba con los nervios del equipo, y a los 19 minutos una pelota se estrelló en la mano de Jesús Sánchez, que costó un penal contra Chivas.
Hubo reclamos y berrinches, pero el árbitro no titubeó en sancionar con la pena máxima.
El jugador del Necaxa Alejandro Zendejas fue el responsable de cobrar el castigo y de desperdiciar, espantosamente, por encima de la portería lo que habría dado otro rumbo a la historia de ese encuentro. Después de ese disparate, sería difícil levantar la moral. Ángel Sepúlveda estuvo a punto de enmendar el curso de los Rayos, pero su disparo fue atajado de manera soberbia por el portero tapatío Raúl Gudiño.
A punto de terminar la primera parte y sin ningún mérito hasta entonces, Chivas tuvo la fortuna de su lado, e Isaac Brizuela remató desde el área para dar a los tapatíos un gol al minuto 42 que no se veía en el horizonte.
En la segunda parte, algo de justicia sobrevino con el empate de Luis García, quien se desplazó por la izquierda y desde lejos del área envió una pelota que sorprendió a Gudiño para lograr el 1-1 al 53.
Los Rojiblancos otra vez sintieron que el sudor recorría su espinazo.
Conforme avanzaba, el tiempo de Vucetich se agotaba, y ya cerca del final, cuando el árbitro había agregado cinco minutos más, Agustín Oliveros cometió un error de esos que pesan el doble por ocurrir cuando ya todo estaba finiquitado con un empate.
Una falta sobre Luis Olivas se convirtió en un penal que fue revisado por el VAR para confirmarlo.
Ángel Zaldívar cargó con el peso de todo un mundo sobre los hombros para cobrarlo.
Se colocó y de ahí dependía una tarde miserable para los tapatíos o la hazaña sobre el filo del abismo, y anotó. Fue un tanto que dio el 2-1 a Chivas y la posible salvación, ¿momentánea?, de Vuce en el timón.