os riesgos de una Tercera Guerra Mundial aumentan. Ambas super potencias nucleares Estados Unidos (EU) y Rusia, en alerta máxima de tiempo atrás y Kurt Campbell, experto en Asia, en papel de coordinador de la Casa Blanca de Biden liderando la ofensiva de guerra fría y bélica contra China, la potencia económica de Asia, son parte de la constelación multilateral de hoy. Para navegar esa complejidad, hay que revisar lo que John Bellamy Foster revela en su vital estudio La nueva guerra fría contra China, Monthly Review, julio-agosto 2021 (en línea, gratis).
En lo que podría ser la antesala de una confrontación mayor, es relevante la percepción del retiro de las tropas de ocupación de Afganistán como una intensificación de los preparativos de guerra contra China, para lo que es necesario revisar los costos humanos y estratégicos de esta caótica retirada de EU.
El mundo presenció desgarradoras imágenes y escenas de la debacle de la ocupación. Imposible creer a Biden de que ese desastre humano y militar expresa el poderío de EU o peor aún, sea el reflejo de precisión. Es un espectáculo de miles de adultos y niños en el aeropuerto de Kabul corriendo sin destino por las pistas detrás de grandes naves militares para huir de venganzas. En las ruedas de un avión que los llevaría a salvo del Talibán se encontraron restos de cadáveres. Muchos otros, cómplices de la violencia colonial en un país repleto de cárceles clandestinas tipo Guantánamo, bien alejadas de las Cortes Federales de EU y al agrado de mandamases tipo Bush-Cheney también corrían.
Esa degradación humana y estratégica ante el mundo, incluida la población votante de sus aliados
(G-7 y OTAN) fueron bien sintetizados por Sylvie Kauffmann editorialista del periódico francés Le Monde al referirse al hondo choque geopolítico de la debacle en el aeropuerto de Kabul, ante la autoinfligida humillación de EU, alta potencia militar-económica mundial, que transfirió casi un billón de dólares (trillón en EU) en armas a Afganistán entre 2003 y 2017.
El envío de equipo y armas incluye equipos: 16,643; armas: 599,690; material explosivo: 29,681; aviones: 208; inteligencia, vigilancia y equipo de reconocimiento: 16,191. Fuente: Oficina de la Auditoría General GAO, 2017.
Lejos del libre comercio
EU contiene un complejo militar-industrial cuyo ejecutivo fue incapaz de articular el desalojo de su personal y tropa o el de sus aliados de dentro y fuera de Afganistán. Ha sido, como dice Kauffmann la debacle omnipresente de los errores de evaluación y operativos cometidos por EU (que) levantan una serie de cuestionamientos de fondo sobre su papel en el mundo
( Le Monde, 23/8/21). Esa brutal ocupación y su fracasado desalojo militar ¿es parte de los preparativos para una riesgosa guerra contra China?
El humillante desalojo ocurre después de 20 años de ilegal y brutal ocupación de Afganistán, Irak y otros cinco países del Oriente Medio y norte de África, también bombardeados y bajo el diseño del “programa de estabilización y reconstrucción
repleto de represión y corrupción vía contratos militares cost plus (JSF, La Jornada, 9/4/2009). Pero la caótica instrumentación del desalojo militar y el hecho de que Afganistán experimenta el resurgimiento del poder del Talibán con la ultrarrápida toma de control del país tras la retirada de las tropas de EU tienen una explicación en dicho plan de estabilización
que incluye la absorción estadunidense de las funciones de política exterior, defensa y economía, esenciales a la soberanía y administración estatal. Ese es el diseño colonial para la periferia bajo la línea del FMI-BM. Algo semejante pasa en Afganistán, Irak y resto del Oriente Medio bajo dichos programas diseñados por Carlos Pascual (ex embajador de EU en México) con apoyo del entonces vicepresidente Biden, ahora tratando de desvincular a EU de la colonialidad oligárquico-imperial que dejó Afganistán en pedazos y caos y quizás con una pléyade de millonarios ahora dispuestos a entrarle a invertir ante los cuantiosos descubrimientos minerales, financiados y dados a conocer en 2010 por el Pentágono con asesoría del Geological Survey de EU.
En sus apuntes sobre los impactos domésticos y externos del desalojo militar, con énfasis en Rusia y China, Moisés Garduño García, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM bien informado nota que a diferencia de hace 20 años
y, en contraste con la retirada estadunidense, las embajadas de China y Rusia no han dado indicios de salida ante la toma de Kabul por el Talibán, lo que proyecta una señal de un probable pragmatismo político que va a tono con la demostración de fuerza en el terreno táctico mostrada por los talibanes al tomar la gran mayoría de las provincias del país sin grandes operaciones bélicas
. (Foreign Affairs América Latina, agosto, 2021).Continuará.
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