Una mirada horizontal
e Huamantla, donde la autora radica, me llega el libro Una línea de horizonte, signado por Rosaura Pozos, fotógrafa egresada de Ciencias de la Comunicación y con estudios en antropología. El breve volumen se publica dentro de la colección Letras Confinadas, del gobierno del estado de Puebla, en coedición con la Secretaría de Cultura, y como los de ocho escritores más (poesía, cuento y novela) fue elegido en concurso originado por la pandemia.
Pozos, quien al menos 10 años anduvo en la brega del fotoperiodismo y se ha hecho acreedora a premios por su obra en ese oficio, decide complementar su ejercitada, diestra capacidad visual, poniendo ahora lo que ve, lo que vive o ha vivido, en el ámbito de las palabras. Con sencillez más descriptiva que metafórica, las imágenes recogidas por Rosaura trazan la línea de una vida, la suya, a través de destacados puntos. Se trata de una vida algo accidentada, que gracias a esa línea adquiere un trazo de vitalidad, de rebeldía, de afirmación de un aliento en principio (un aliento: un origen) marginal.
La casa como falta, como ausencia, por abandono o desalojo o por insuficiencia, es leitmotiv del libro. He aquí un ejemplo: Ya no hay bordos de magueyes alineados / ni milpas que abonar a las seis de la mañana. // No está el durazno al inicio del camino / ni la cocina de paredes chuecas / que mi madre hizo con sus manos. // Sólo estos chicalotes blancos y amarillos / con las raíces al aire / mostrando sus espinas / todavía vivas.
Crecer es abrir los ojos a la tristeza, pienso
, dice en otro lugar. Y una página antes: Jagüey. / Tazoncito de nubes. / Agua de cielo. / Recoge en tu quietud todas las lágrimas / que mi madre ha llorado / en esta tierra seca.
Y 25 páginas después: Dice mi mamá que si le fía, / por favor, una sopa de pasta.
Otro pasaje de la infancia: Hay en el eucalipto un olor a tiempo ido. // Columpio. / Rechina tu cuerda. // Voy y vengo. / El frío cala en la herida de esa piel que cambia levantando alas.
Y, para despedirnos, otra despedida: El tapanco oscuro de la casa de Ernestina, / su uniforme azul de policía municipal / y la piel cacariza de su hijo me miran partir. // Entrego las llaves / y recorro el patio de viejas paredes de la vecindad. // La Virgen de Guadalupe / y su bandera mexicana manchada deesmog / parpadean al compás de los foquitos de colores / de la serie musical que los adorna.