El Centro de Estudios para el Desarrollo Rural (CESDER), ubicado en el municipio de Zautla, Sierra Norte de Puebla, con cerca de 40 años de experiencia, ha reflexionado junto con las comunidades sobre el trabajo comunitario para una vida buena, lo que le ha llevado a consolidar una estrategia regional de participación y colaboración con las y los campesinos e indígenas nahuas en el territorio.
Cabe mencionar que el trabajo con las comunidades, que ha tenido diferentes enfoques desde sus inicios, ha pasado por la creación de Centros Infantiles Campesinos, proyectos de desarrollo, organizaciones de mujeres, proyectos productivos, cooperativas, fondos revolventes, esquemas de corresponsabilidad en la construcción de viviendas, ecotecnias y técnicas en la conservación de suelo y acumulación de agua, así como prácticas innovadoras para la zona como huertos de traspatio.
Ha sido un largo recorrido y hoy puede sintetizarse en la frase “de la intervención al trato” ya que supone una evolución en la forma de trabajo “en comunidad” que se lleva a cabo con los habitantes de este territorio. Lo que significa la frase se corresponde con una reflexión profunda y autocrítica de la relación del CESDER con las comunidades, ya que la intervención supone la presencia de un agente externo que media en un ambiente, que no es el suyo, sobre alguna cuestión; mientras que el trato significa la forma en que se quiere intencionar una relación con alguien más. Para el CESDER en diálogo con las comunidades, el objetivo de la relación es en sí mismo la cualidad del trato, y no únicamente las metas a cumplir.
Siendo el trato el objetivo del trabajo en comunidad, el CESDER construye una propuesta distinta y alejada de los que han sido los paradigmas del desarrollo rural, el asistencialismo y el extensionismo. La propuesta se nutre directamente de la reflexión constante sobre las prácticas educativas que se ha venido construyendo desde el modelo de las Telesecundarias vinculadas a la comunidad, la comunidad de aprendizaje, la pedagogía del sujeto o estrategias pedagógicas como la apropiación de la palabra y la alternancia educación-producción. Hoy muchas de estas experiencias que han sido la base de propuestas educativas y de formas de trabajo en comunidad, son referencia de la política pública del gobierno de la cuarta transformación, sin que se haya logrado cambiar la relación con las y los campesinos.
Propuestas metodológicas y de trabajo como las Comunidades de Aprendizaje Campesino, y de Campesino a Campesino implementadas por la Secretaría de Bienestar Social y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en sus programas Sembrando Vida y Producción para el Bienestar respectivamente, siguen acarreando una relación histórica promovida por el mismo gobierno en donde los conocimientos de los campesinos y sus prácticas han sido negadas sistemáticamente. El asistencialismo y extensionismo promovido por las instituciones ligadas al campo han sido la regla en esta forma de trabajo. Hoy la conformación de estas políticas públicas urgidas de resultados y de metas reproducen una lógica clientelista y electorera, dejando a segundo término la apuesta necesaria por la transformación del sistema alimentario y de producción agroecológica en el país. Aún los mejores técnicos de estos programas, se debaten entre el trabajo con las familias y la cantidad excesiva de formatos y “evidencias” que deben “entregar”, al mejor estilo del “productivismo agrícola”, cuando lo importante es la organización de las personas y fortalecimiento de sus procesos productivos.
La búsqueda de la autosuficiencia alimentaria y seguridad alimentaria como estrategia de desarrollo que definió el CESDER desde sus inicios, tiene que ver con la constitución y consolidación de sujetos colectivos campesinos, como parte de un proceso en donde se busca y se pretende la transformación del orden social y productivo. En sus documentos primigenios, la institución señalaba “…[n]o es romanticismo, es estar convencidos de que es posible oponer a las políticas del Estado y a las iniciativas del capital, que hacen del desarrollo rural un mecanismo siempre novedoso de subordinación del trabajo campesino al capital, una propuesta de desarrollo que se proponga fortalecer la capacidad de organización autónoma y autogestiva de los campesinos para negociar y enfrentar al capital y sus representaciones sociales”. Aun cuando la experiencia y la evolución del CESDER ha modificado sus propios derroteros, la apuesta por la constitución de sujetos sociales campesinos que a partir de sus prácticas puedan construir una alternativa al sistema agroalimentario corporativo, sigue siendo el horizonte que ilumina el camino de comunidades campesinas.
Con el paso de los años en el CESDER han existido muchos momentos de insatisfacción sobre la forma en que se ha venido haciendo el trabajo de intervención comunitaria. En nombre de ese supuesto ejercicio de participación en los grupos, se reprodujeron lógicas que acarrean esa forma histórica de la relación con las comunidades. La organización lleva años de seguimiento, constancia y sobre todo autoreflexión y autocrítica, desarrollando la posibilidad de modificar prácticas instauradas tanto por técnicos como por campesinos, que replican esta relación histórica que el Estado mexicano fue reproduciendo con los años.
Después y a partir de la experiencia con los grupos comunitarios, en el 2015 se hizo una revisión profunda de esas experiencias, recuperando los aprendizajes a partir de ubicar los errores y aciertos, para transformar la forma de trabajo y hacer un verdadero ejercicio de praxis. Seguimos ensayando qué significa el trabajo “en comunidad” con las y los campesinos. Es un ejercicio que integra las identidades y las aspiraciones, con el quehacer productivo y la vida cotidiana.
Para el CESDER, es desde la práctica y según el contexto específico y sus propias particularidades que se teoriza sobre el hacer, sobre las prácticas y pensando en las necesidades concretas de las familias de Zautla. Lo que le da sentido a cómo entendemos el trabajo en comunidad, no es en sí mismo los objetivos y las metas del trabajo, sino la práctica, el aprendizaje, la reflexión y la crítica sobre lo que se va haciendo. Ojalá que los funcionarios del gobierno de la cuarta transformación asuman que son gobierno y que se abran a entender que plantear metodologías críticas contra el orden social y productivo, desde el gobierno, necesariamente conlleva a críticas y que tendrán que abrir espacios para reflexionar sobre el quehacer, o que a pesar de sus buenas intenciones terminarán contribuyendo a quitarle la sustancia a movimientos sociales con la bandera de la agroecología. •