Transición agroecológica: viable y necesaria
En este número, La Jornada del Campo, abordará un tema que por lo general no está en los debates públicos (aunque cada día más), ni en las agendas de los grandes medios de comunicación, ni en “la mañanera”, ni mucho menos en la comentocracia nacional. La transición agroecológica, es un tópico de suma relevancia para México -y el mundo- justo cuando el calentamiento global acecha al planeta entero, provocado por la alta emisión de gases de efecto invernadero, la utilización irracional de fertilizantes químicos, el aumento de la deforestación, sequías e inundaciones severas, etcétera.
En general, al campo mexicano se le “visibiliza” cuando hay alguna manifestación o cuando se dice que hay corrupción en algún programa público o cuando es nota roja, pero desafortunadamente, el sector rural, no está en el análisis, ni en la reflexión, ni el debate cotidiano.
Durante casi 14 años (en octubre es nuestro cumpleaños) nos hemos ocupado de darle voz a la amplia diversidad de temas que ocurren y concurren en el sector rural, ya que “del agro vienen aire y agua limpios, paisaje, cultura, cohesión social”.
El campo mexicano, sobre todo la agricultura campesina e indígena ha estado inmerso “en el laberinto del minotauro neoliberal”; durante más de 30 años se impuso un modelo producción basado en diferentes paquetes tecnológicos (herbicidas, agroquímicos, semillas transgénicas, etcétera) que han deteriorado severamente los suelos, el agua, el aire, así como la pérdida de ecosistemas y biodiversidad. Malnutrición, migración masiva, inseguridad y violencia. Los resultados del modelo neoliberal y de Revolución Verde han sido desastrosos y gracias a este modelo las grandes corporaciones agroalimentarias se han beneficiado a costa de las y los campesinos e indígenas.
Sin embargo, y a pesar del avallasamiento neoliberal, las y los campesinos fueron capaces de reinventarse, de resistir, de crear organizaciones, de generar empleos, de producir alimentos sanos y reestablecer el dañado tejido social. Así es, como del campo mexicano brota vida y esperanza.
Asimismo, las y los campesinos e indígenas durante décadas han “peleado” y “propuesto” nuevas políticas públicas para el campo, mejor distribución de los presupuestos rurales, inclusión y acceso al crédito rural, asesoría y acompañamiento técnico, respetando y conjuntando sus saberes ancestrales, además, exigiendo respeto a sus innovadoras formas de producir alimentos.
La nueva política agroalimentaria que se impulsa desde el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) a través de diversos programas prioritarios (Sembrando Vida, Producción para el Bienestar, Fertilizantes gratuitos, Precios de Garantía, Bienpesca) tiene el “objetivo de aumentar la producción alimentaria sustentable” y “fortalecer la economía campesina e indígena”.
En ese sentido, sin duda alguna, se han dado visos importantes para iniciar la transformación en el campo mexicano. Considerar a las y los pequeños y medianos productores como sujetos de derecho y productivos es parte fundamental de la nueva política, decisiones trascendentales como el etiquetado frontal en alimentos ultraprocesados, el decreto presidencial sobre sustitución gradual de glifosato y prohibición del maíz transgénico, asimismo, precios justos y seguros a las y los productores. Una de las estrategias más importantes consiste en la determinación del actual gobierno de impulsar la transición agroecológica para producir más y mejores alimentos.
Sin embargo, dicha política pública no sera suficiente para lograr el objetivo principal de rescatar al campo y alcanzar la autosuficiencia alimentaria si no se articula en una política pública integral, que acompañe las diferentes alternativas y soluciones impulsadas por las y los mismos productores, organizaciones campesinas, cooperativas y un sin fín de experiencias campesinas e indígenas que ya existen.
Es por ello que este número y en el próximo (168) retomamos las diferentes experiencias de transición agroecológica que se han promovido desde los movimientos campesinos e indígenas y la estrategia que se está impulsando desde el gobierno de la 4T, a través de la Estrategia de Acompañamiento Técnico (EAT) del Programa Producción para el Bienestar (PpB). •