Número 167 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
De chile, de dulce y de manteca
MARIO CRUZ

La ley también se consulta

Mario Cruz

Si imaginamos una analogía entre la consulta popular y la asamblea del pueblo, tendríamos que, de 1000 ciudadanos solo asistieron menos de 100 a participar directamente de las decisiones de las autoridades que elegimos; una total tristeza, si la analogía tuviera lugar, pero no lo tiene del todo. Para mí está claro el desinterés por lo político institucional que se ha consolidado en el país, a pesar de que las discusiones políticas estén en la boca de todos y de todas, y a pesar de que, mejor aún, cada vez surjan más movimientos, colectivos, colectivas, que se expresan políticamente de otras maneras, más allá de un voto representativo o una consulta popular, porque a estas alturas ya debemos saber que existen otros medios y que las marchas, por ejemplo, pacíficas o violentas, son legítimas... vaya, incluso las publicaciones en Facebook, los hilos en Twitter, o los videos en TikTok también cobran relevancia.

¿Qué tan válido es el argumento de que la ley no se consulta? Un argumento incuestionable en primera instancia. En lo inmediato, la prenoción de que las leyes son inmutables, incuestionables, y concretas sale a la luz ante este cuestionamiento. Se olvida fácil que las leyes también son mecanismos de cohesión, incluso de coacción cuando estas no se “cumplen al pie de la letra”. Esto último entre comillas, porque la ley, y sobre todo a partir de la modalidad de juicios orales, es más bien un debate entre interpretaciones a modo; sesgadas por claros intereses personales.

Olvidamos también que la ley es certera con quien no sabe hablar en sus propios términos, existen incluso posgrados en lenguaje jurídico, lo que representa una brecha abismal entre el lenguaje cotidiano y el legal, brecha que no se va a solucionar con las “sentencias en lectura fácil” que últimamente comparten con niños y niñas el resultado del proceso; sin todavía encontrar estrategias para que sean parte del mismo. Esta lógica no solo se aplica con las infancias, sino que es la lógica con la que se atiende incluso a comunidades rurales que se involucran en este tema, con cierta mirada paternalista.

La ley también permite que el Estado, un ente impersonal que se mueve por intereses personales disfrazados de intereses públicos, pueda sobre explotar el cerro de tu pueblo, subir los impuestos, dar concesiones a mineras extranjeras para que contaminen tus suelos y tus aguas, o simplemente reubicar tu casa, así sin más, para que ahí pase una carretera si así conviene a los “intereses de la nación”. No vayamos tan lejos, la ley también se cumple en lo formal cuando la policía te siembra droga y te procesa, o cuando te fabrican delitos y terminas años en prisión; a veces sin sentencia.

Por eso en los pueblos estamos acostumbrados a que todo se informa y se consulta, se convocan a asambleas ordinarias y extraordinarias, sesiones de cabildo abierto, se forman comités y juntas para todo, mecanismos que incluso la actual pandemia mundial no ha podido frenar y que más bien han sido la manera de poder afrontarla en términos locales. En el estado de Oaxaca incluso la constitución ampara a la asamblea como la máxima autoridad en un municipio determinado, nosotros decimos territorio porque también el municipio es un concepto inconcluso, pero así se toman las decisiones, la ley es nomás un referente que uno trata de no rebasar, aunque en su nombre sí se rebasen tus derechos individuales y comunitarios...

Si la consulta pasada no obtuvo los resultados esperados no significa un fracaso, siempre y cuando pensemos en otros procesos alternos a las urnas para representarnos, porque la apatía o el miedo también es una posición política que a este país, mejor dicho, al pueblo de México −con todas las contradicciones que implique mencionar esta categoría inconclusa− le ha costado tanto tanto. Y cuando escuchen que la ley no se consulta, recuerden que la ley es producto de la acción humana, y la acción humana, no importa lo que diga Hegel ni Kelsen, ni tu primo abogado, o tu tía abogada, es una cuestión de correlación de fuerzas, de acuerdos y desacuerdos en constante tensión y diálogo. •