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Dieselgate: engaños para manipular motores
E

n 2015 un escándalo salpicó a un consorcio emblemático de la industria y la cultura de Alemania: la Volkswagen (VW). El motivo: colocar en varios de sus modelos un software para eludir los estándares ambientales vigentes en varios países.

El engaño lo descubrió una pequeña organización no gubernamental de Estados Unidos que monitorea el transporte limpio. El máximo dirigente de la VW, Martín Winterkorn, reconoció la manipulación y prometió esclarecer el asunto.

Y lo hizo demostrando finalmente que él y otros directivos sabían del fraude. Estados Unidos fue el primero en llevar el asunto a tribunales. Ordenó revisar casi medio millón de vehículos de la trasnacional en California y le impuso una multa multimillonaria por violar las regulaciones anticontaminación al manipular los niveles de óxido de nitrógeno (NOx) de sus coches de combustión diésel. Luego lloverían denuncias en Alemania, Francia y otros países. En total, 11 millones de vehículos manipulados.

Las acciones de la VW cayeron en el mercado por engañar a sus clientes y a las agencias gubernamentales que velan por un ambiente limpio. Ha pagado en el mundo hasta ahora más de 33 mil millones de dólares por concepto de multas, acuerdos financieros y compensaciones a clientes.

Pero siguen sus problemas. Recientemente la justicia alemana dictaminó que los propietarios que vendieron sus coches Volkswagen equipados con motores diésel manipulados, aun tienen derecho a ser compensados por la trasnacional. Algo que también determinó un tribunal holandés: 3 mil 700 dólares si era un vehículo nuevo y 2 mil si era de segunda mano. En varios países, la VW no indemniza todavía a los afectados por el ­ dieselgate.

La VW no es la única sigue en la mira de las autoridades. Hace un año, la empresa italiana fabricante de los coches Fiat fue imputada en Francia ante las sospechas de que utilizó programas para ocultar las emisiones contaminantes reales de algunos de sus modelos con motores diésel, lo que redundó en la salud pública. Hicieron algo semejante los conglomerados Renault, Peugeot y Citröen. El expediente judicial sigue abierto.

Además, hace cinco años la oficina antifraude francesa acusó a Carlos Ghosn, llamado El Dios del Automóvil. Entre 2005 y 2019 dirigió las trasnacionales Nissan, de Japón, y Renault, de Francia. Igualmente era líder de una alianza entre ambas empresas y Mitsubi­shi. Pero Ghosn estaba al mando de toda la cadena de engaños para manipular los motores. Y cobraba sumas millonarias no autorizadas por las empresas citadas. Ghosn, de origen brasileño, también tiene la nacionalidad francesa y libanesa. Protagonizó una espectacular fuga luego de que fue detenido en Tokio por las autoridades. Hoy vive en Líbano, que no tiene tratado de extradición con Japón.

En cambio, a los estadunidenses Michael y Peter Taylor los entregó Estados Unidos a Japón y ahora enfrentan tres años de prisión por ayudar a Ghosn a escapar. También Greg Kelly, ex colega de Ghosn en Nissan, ahora bajo arresto domiciliario en Tokio. Lo acusan de ayudar a su ex jefe a maquillar sus ganancias. Kelly niega los cargos.

En los procesos antifraude en vehículos automotores los directivos de las empresas involucradas niegan haber participado o saber de las manipulaciones. Mas todas las evidencias aportadas en los tribunales que los juzgan muestran lo contrario. En Francia, el Departamento de Control de Fraudes midió los engaños de la Renault en los controles de sus motores Euro 5 y Euro 6B: desviaciones de hasta 377 por ciento entre las mediciones de laboratorio y las realizadas en condiciones reales.

Y en cuanto a Martin Winterkorn, quien dirigía la VW, hasta rindió falso testimonio en el Parlamento alemán. Pero tanto él como otros tres ex directivos del consorcio, indemnizaron a su antigua empresa por 300 millones de dólares. Rupert Stadler, ex director general de Audi,con 4.3 millones; Wolfgang Hatz, de Porsche, con 1.7 millones, y Stefan Knirsch, de Audi, con 1.2 millones.

Los efectos del dieselgate están lejos de concluir. La justicia francesa, por ejemplo, sigue investigando por fraude a los fabricantes de los coches Renault, Peugeot, Volswagen, Fiat, Maserati, Chrysler, Alfa Romeo y Citröen. El mes próximo comparecen varios directivos implicados en la manipulación de los motores. Delincuentes de cuello blanco que propician daños a la salud pública y el medio ambiente.