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Nosotros ya no somos los mismos

Un ejercicio democrático diferente

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▲ Las mesas receptoras cerraron ayer en punto de las 6 de la tarde.Foto Cuartoscuro
M

edia mañana de ayer, domingo 1° de agosto. Me introduzco a El Venadito, como quien realizó un pequeño viaje al pasado. La primera vez que me decidí a entrar a este restaurante de raíces hidalguenses fue en los comienzos de la segunda mitad del siglo pasado. En esa fecha, en la que por fin percibía la remuneración que podría permitirme engullir al menos media docena de tacos, tenía muy clavada, tanto en mi memoria como en mi gaznate, las muchísimas visitas imaginarias que, desde la ventanilla de mi camioncito a Ciudad Universitaria, realizaba a ese, para mí entonces, inaccesible comedero. Poder un día entrar y comprobar su pretenciosa afirmación publicitaria: ¡Las mejores carnitas en el DF! era una de mis expectativas, de mis acendradas convicciones aspiracionales. Cuando denodadamente braceaba para salir de ese socavón social conocido como lumpen y trepar a los escalones inferiores de ese paraíso terrenal (pero con ribetes celestiales) llamado clase media, estaba empeñado en memorizar incomprensibles códigos de derecho mercantil, aunque sin olvidar el consejo de un gratísimo maestro, Baltazar Cavazos, que me decía: No lo olvides, paisano, es muy útil conocer las leyes, pero es mejor si conoces al juez.

Vengo de un pequeño recorrido por algunas casillas ubicadas en un reducido diámetro del sur de ciudad, si acaso 4 o 5 colonias. Fue evidentísima la diferencia en la consulta de hoy y la elección del 6 de junio pasado. Para empezar, a las casillas, entonces, sólo les faltaban anuncio luminosos y mapas que facilitaran su ubicación. En la elección de junio hubo 156 mil 792 casillas, hoy, domingo 1° de agosto, se dijo, se instalarían tan sólo 57 mil 124 y con únicamente 286 mil 380 funcionarios del INE. La votación absoluta en 2018 alcanzó la suma de 56 millones 611 mil 27 personas, de la cual Morena obtuvo 25 millones 186 mil 577 sufragios, o sea 53.19 por ciento. AMLO, con sus adjuntos, elevó el porcentaje de votos obtenidos, más allá de lo anteriormente alcanzado, dentro del ámbito de condiciones de competitividad y suelo más parejo, hoy existentes.

Ahora, la normatividad es diferente. Para que el resultado de la consulta sea vinculante; es decir, sea un mandato para las autoridades involucradas, debe conseguirse un determinado porcentaje de la lista nominal de electores (potenciales votantes), que no sea menor a 40 por ciento. En el caso que nos importa, esto significa 37 millones y medio de votos emitidos por cualquiera de las dos únicas opciones presentadas a consideración.

Para cuando estos renglones escribo (9 p.m. del domingo), el INE ya dio a conocer sus resultados preliminares. Con todas las reservas del caso, dice: participó entre 7 y 8 por ciento de los potenciales electores. De ellos, se manifestaron por la afirmativa, o sea por la necesidad, por la indispensable, justa investigación del comportamiento de los cinco gobiernos anteriores, 90 y tantos por ciento.

En este ejercicio de democracia participativa, el INE consideró que los diputados deberían abstenerse de intervenir en las actividades que permitieran a los ciudadanos conocer y sumarse en las actividades relacionadas con la consulta. No sé en qué artículo de la ley respectiva fundamentan tan absurda e insostenible disposición. Si la hay (desconozco la ley), son los legisladores los responsables absolutos de tal aberración. ¿Cuál fue el plato de lentejas (¿o sólo estupidez?), que los llevó a tan absurda abdicación? Los parlamentarios, desde que se postulan para serlo, se promueven como la voz de quienes no la tienen, de los que ni son vistos ni escuchados, la voz del pueblo es la voz de Dios, se dice. Pues esta vez, los doctores Lorenzo Córdova y Ciro Murayama se arrogaron las facultades del viejo ventrílocuo Paco Miller (¿recuerdan a Don Roque?) y hablaron por boca de ganzo, como se suele decir. Por esta vez la voz de Diosito no fue escuchada. Seguramente carecía de su credencial, con fotografía, para votar.

Dice la normatividad vigente que, para que los resultados de la consulta sean vinculatorios o séase obligatorios para las autoridades correspondientes, es que la votación emitida sea de cuando menos 40 por ciento de la lista de electores ¡Vaya singular condición! ¿Existe algo igual o semejante para la más importante elección dentro de los escenarios políticos del país? ¿Para que la elección de un candidato a la primera magistratura sea legalmente válida, es indispensable que alcance un número determinado de votos?

En 1976, el candidato José López Portillo, me dijo: mira, Carlos, hay una serie de infundios que me están inventando, son sólo ganas de joder. Dicen que se obliga a los gobernadores a garantizar un determinado número de votos a mi favor. Pero resulta que soy candidato único. Con que mi mamá y yo votáramos por mí, bastaría para que fuera el triunfador. Mi torpe y riesgosa proclividad al gracejo me llevó al filo del abismo y pregunté: ¿y si nomás saca un voto? Me gané más de un mes de congelamiento.

Y luego viene la incontrovertible realidad: los votos conseguidos por AMLO, Ricardo Anaya y José Antonio Meade fueron, respectivamente: 25 millones 186 mil 57, 12 millones 610 mil 120 y 9 millones 829 mil 583. La suma de los sufragios obtenidos por los dos candidatos opositores más significativos: PAN y PRI, sumaron 21 millones 899 mil 703. Una inocente pregunta: ¿Por qué ahora el INE exige el doble de votos de los ciudadanos que libremente decidieron su gobierno para llevar a cabo una serie de acciones que son su obligación ineludible realizar?

Una última consideración, con todo respeto para los de la encuesta, los sondeos y tomografías de la opinión pública. Los resultados provisionales que proporcionó el INE son: participación en la consulta: 8 por ciento. Que de esta cantidad, el voto por el sí, fue de 90 por ciento y, por el no, de 2 por ciento ¿No puede ser aceptada esta información oficial, como una muestra muy representativa de la opinión nacional?

Lo de hoy es el principio. Acostúmbrense los detentadores de la verdad por encargo y consigna a que la consultomanía popular se convierta en una democrática adicción.

Twitter: @ortiztejeda