Sierra Tarahumara
Experiencias sobre el proceso de vacunación
A finales del 2019 se registró en la ciudad china de Wuhan, un extraño virus causante de complicaciones respiratorias que pronto se expandió a nivel mundial, provocando una grave pandemia que ha resultado ser muy perjudicial para la humanidad. El COVID-19 tiene la particularidad de ser una enfermedad que se propaga de manera rápida, afectando principalmente a sectores de la población más vulnerables, como personas mayores o con padecimientos crónicos como diabetes, hipertensión, enfermedades respiratorias, renales, etc. A poco más de un año de implementarse ciertas medidas para aminorar los contagios, diferentes países desarrollaron la creación de diferentes vacunas, que hasta ahora, han resultado efectivas en por lo menos un 90% para evitar que mucha gente siga padeciendo las consecuencias de tan nefasta enfermedad. En el caso de México, se destinaron recursos a nivel federal al adquirir grandes lotes de vacunas provenientes de otros países como Rusia con la vacuna Sputnik V, la inglesa de AstraZeneca, o la china de Cansino, entre otras.
Durante el proceso de vacunación ha habido diferentes opiniones en torno a la pandemia y al virus principalmente. En el caso del conocido Pueblo Mágico de Creel, en la Sierra Tarahumara, el programa de vacunación se llevó a cabo desde mediados de febrero en el Centro Avanzado de Atención Primaria a la Salud (CAAPS). El principal sector poblacional que comenzó con el proceso de vacunación ha sido hasta ahora, el médico y personas de 60 y más, principalmente mestizas o no indígenas, mientras que la población rarámuri o tarahumara, si bien lleva a cabo las medidas sanitarias como el lavado de manos constante o el uso del cubrebocas, tiene una opinión diferente al grueso de la población.
Hay quienes dicen, por ejemplo, que la sierra goza de una buena calidad de aire limpio, y, por lo tanto, existen pocas probabilidades de que el coronavirus llegue a comunidades apartadas, como Cerocahui. Desde otro punto de vista, los procesos de salud-enfermedad se viven y conciben de manera distinta. Un testimonio sostiene que los rarámuri no son de mucho contacto social con la población no indígena, no le dan tanta importancia al hecho de vacunarse porque la muerte para ellos es una etapa más en este plano existencial, pues cuando llega la hora de partir, se van. Así, dicen, la muerte es de alguna manera buena porque congrega a la comunidad, refuerza el sentido comunitario y fortalece la cultura rarámuri.
No obstante, alrededor del programa de vacunación se han creado algunas estrategias para que adultos mayores acudan a vacunarse. Por ejemplo, a través de llamadas telefónicas a los derechohabientes por parte del personal médico. De esta manera, algunas personas acudieron al CAAPS, acompañadas de sus hijas o nietas, otras arribaron porque tenían cita médica, e incluso algunas más, llegaron para tratarse lesiones graves, situación que aprovecharon para ponerse la vacuna. Tal es el caso de un señor rarámuri, quien sufrió una lesión en un dedo: “me corté un dedo y no se me curaba. Entonces fui a urgencias y había mucha gente porque los estaban vacunando. Después de que me cosieron me pasaron a otro cuarto y ahí me ofrecieron la vacuna. Me dijeron que tenía que regresar a ponerme otra vacuna, me dijeron que era para la enfermedad que anda ahora” (Felipe Zafiro, 61 años, Creel, Chihuahua. Febrero, 2021).
Por otro lado, debido a que en ciertas personas la vacuna genera reacciones secundarias, hubo quienes prefirieron esperar a que otras se vacunaran: “me puse la vacuna en el CAAPS aquí en Creel. No tuve síntomas fuertes, solo me dio sueño, pero me quise esperar a que otra gente se la pusiera para estar más segura” (Vendedora de un puesto de comida. Creel, Chihuahua. Marzo, 2021). Incluso turistas que estaban de paso en el denominado Pueblo Mágico, aprovecharon para vacunarse: “me di cuenta que ya estaban vacunando aquí en Creel, entonces me fui al CAAPS. Cuando llegué había mucha gente y la mayoría se notaba que no eran de aquí, venían como de (la ciudad de) Chihuahua, porque las personas hablaban y vestían muy diferente, incluso noté algunas conversaciones de sus viajes. (Las enfermeras) no me pidieron nada, solo la edad y nombre. Dos días después me enteré que iban a pedir identificación para comprobar que viviéramos aquí porque ya no iban a vacunar a las personas que no fueran de Creel” (Héctor Ávalos, 73 años. Creel, Chihuahua. Febrero, 2021).
Ante estas experiencias, se percibe cada vez más a nivel general, un fuerte anhelo con respecto a la vacuna, pues aseguran que se sienten de alguna manera más seguros: “(me, siento) más protegido, con menos temor de irme a contagiar, claro que no aseguran que sea 100% efectiva, pero es una esperanza para que esto acabe” (Héctor Ávalos, 73 años, Creel, Chihuahua). Por otro lado, muy pocas personas manifestaron tener reacciones secundarias, sin embargo, afirman que se volverán a vacunar, pues quieren regresar a la forma de vida que tenían antes de la pandemia, por lo que tienen una gran esperanza una vez que reciban la segunda dosis. •