Número 164 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Vacunas: entre la esperanza y el negocio

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y SU CONTRIBUCIÓN AL MIEDO HACIA LAS VACUNAS

“Entre eficacias y efectos adversos…”

Gunther Hasselkus e Itzel Gómez CIESAS

Alguna vez, un ilustre médico social, Giovani Berlinguer, mencionó que las enfermedades son espías de las contradicciones del sistema, y por supuesto que las vacunas también lo son. En México, la campaña de vacunación avanza lenta pero segura, con un alto porcentaje de vacunados de la tercera edad, aunque con algunos focos rojos en comunidades marginadas que se han pronunciado en contra de la vacunación de manera colectiva.

La incertidumbre respecto a estas vacunas es grande, y dudar es una actividad legítima, propia de la reflexividad. Por lo tanto, los escepticismos hacia las vacunas contra la COVID-19 van desde tener antecedentes negativos con otro tipo de vacunas, hasta la incertidumbre por la premura con que fueron creadas, y que la tecnología para su elaboración es nueva y misteriosa. Otros más, simplemente se debaten entre la verdadera eficacia, y, sobre todo, muestran temor a los efectos adversos, no solo en el corto o mediano plazo, sino a través de los años.

Habiendo dicho esto, es medular analizar el papel que han tenido y seguirán teniendo los medios de comunicación masiva para transmitir información respecto a las vacunas, y cómo ésta podría influir para que determinados conjuntos sociales decidan o no vacunarse. Esto no significa, desde luego, que pensemos a la audiencia como un receptor pasivo y acrítico, sin embargo, es bien sabido que los medios pueden generar suficientes estímulos como para inclinar la balanza hacia determinados comportamientos y elecciones. Actualmente, en medio de la campaña de vacunación más grande en la historia de la humanidad, muchas notas periodísticas sobre las vacunas contra la COVID-19 se elaboran con títulos y contenidos sumamente tendenciosos. Un ejemplo preocupante de esto ha sido la proliferación de notas alarmistas respecto a los efectos adversos de la vacuna AstraZeneca, –ahora rebautizada como Vaxzevria, justamente producto de una campaña de desprestigio internacional–. Dicha vacuna ha sido empleada con éxito en el Reino Unido y otros países donde se ha comprobado su eficacia, incluso en personas de la tercera edad. Aunado a ello, debemos recordar tres características vitales de dicha vacuna: 1) es la única que ha liberado su licencia, 2) es por mucho, la más económica y 3) es una de las vacunas más fáciles de transportar y almacenar.

No obstante, esta vacuna ha sido suspendida en reiteradas ocasiones, y de manera temporal, en distintos países, sobre todo de la Unión Europea, por considerarla insegura. Y es que si bien, actualmente existe suficiente evidencia científica que permite asociar la vacuna con un porcentaje muy bajo de casos graves con un tipo muy específico de trombosis, la realidad es que ha sido mucho mayor el amarillismo y la incertidumbre generada a partir de los medios de comunicación que los propios efectos adversos que esta vacuna pudiera causar.

En América Latina, por ejemplo, un importante rechazo hacia las vacunas contra la COVID-19, en específico por la fabricada por el laboratorio de AstraZeneca, no sería para nada un fenómeno trivial. Sobre todo, si consideramos el bajo porcentaje de vacunación en la región, producto de la escasez y el acaparamiento de las vacunas a nivel global, y, sobre todo, al hecho de que la mayor parte de las vacunas a distribuir en los países asociados a la iniciativa COVAX, son del laboratorio de AstraZeneca. Recordemos también que México y Argentina establecieron un convenio para producir, envasar y distribuir el biológico de AstraZeneca en la región, convirtiéndose así en una vacuna indispensable para reducir el impacto epidémico de esta crisis sanitaria. Por lo anterior, se requiere que, en medio de la infodemia, o sobresaturación de información, los medios de comunicación adquieran una mayor responsabilidad. Actualmente, muchos medios han iniciado un juego macabro para generar y capitalizar disputas vacías entre los distintos porcentajes de eficacia y los efectos adversos de las vacunas, sin medir las consecuencias de una retórica sensacionalista en un nivel práctico: la decisión de vacunarse o no hacerlo. En un momento de crisis socio-económica, sanitaria y global, la información puede resultar una ventaja para sortear el desastre, o un obstáculo más que nos dificulte regresar a la tan anhelada “normalidad”. •