Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de mayo de 2021Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad perdida

El final de la línea maldita

L

a investigación de lo sucedido en la línea (maldita) 12 del Metro ya se ha iniciado, tal vez no nos traiga muchas novedades, es decir, algo diferente a lo que ya se ha expuesto en diferentes momentos y foros.

El asunto es: ¿por qué una y otra vez se dio luz verde al trabajo del transporte si día con día, semana con semana, mes con mes y año con año se le revisaba de pies a cabeza? ¿Dónde están los documentos en los que se advertía el peligro que ahora se dice estaba en quejas y denuncias que alertaban sobre los daños en la estructura del plano elevado de esa ruta?

El estudio y análisis del punto donde se produjo el percance seguramente nos dará información suficiente para aclarar muchas cosas, porque ese mismo punto era, hasta donde se nos ha dejado saber, un lugar con una desviación que permitía el cambio de vías para el tren en caso de que fuera necesario.

¿Qué tanto pudo influir en la desgracia este elemento? ¿Las vías de cambio o desviación estaban lo suficientemente sujetas como para impedir que hubiera vibraciones que menoscabaran las juntas de la estructura? Sí habrá muchas dudas que podrán despejarse con las investigaciones iniciadas, pero, ¿eso servirá para que la línea maldita vuelva a funcionar?

Sin duda la población de la alcaldía de Tláhuac requiere de una forma de transporte público eficaz. Aunque no hay cálculos que nos aproximen a la verdadera cifra de personas que día con día salen del lugar para trabajar, en todos los casos se habla de decenas de miles como usuarios del Metro, aunque, para decir verdad, no se diferencia a la gente de la alcaldía con la del municipio de Chalco, por lo que es muy difícil señalar una cifra correcta, pero el número de personas que transportaba la L12 siempre mostraba carros parcialmente llenos, nunca vacíos.

Frente a esa necesidad y la inobjetable peligrosidad de la estructura elevada, tiene que hacerse, además de las investigaciones del caso, un urgente nuevo diseño que evite un nuevos episodio de dolor para la gente de aquella parte de la ciudad y el estado de México.

Ese, a fin de cuentas, es el tema: construir un transporte seguro masivo y barato. La línea maldita ya no puede volver a operar.

De pasadita

Pase lo que pase en la elección que viene y que muy seguramente decretará la muerte de algunos organismos, el Congreso de la ciudad no puede seguir en las condiciones caóticas con las que trabaja hasta hoy.

Para mal o bien, Morena tiene confianza en ganar 14 de las 16 alcaldías y la mayoría aplastante de diputaciones locales, pese a que sus candidatos y candidatas en la mayoría de los casos no tienen ni el conocimiento de la cosa política ni la solvencia de una identidad partidista bien cimentada como para hacer de esa cámara local la arena de la lucha de las ideas que requiere la ciudad.

Ya hay en el tintero algunos nombres que pueden impedir que una vez más la guerra tribal de los militantes de Morena paralice muchos de los trabajos que se requieren para que la labor de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, continúe en los mejores términos.

Seguramente la misma jefa de Gobierno no descuidará lo que pase en el Congreso, pero tampoco en el enlace que se requiere para que los acuerdos y la información entre los dos poderes fluya con eficacia.

Es muy probable que ya se estén dando esos acuerdos,, o cuando menos se estén amarrando los proyectos que impedirán que el Congreso sea, como es hoy: una vergüenza para la ciudad. Cuidado con eso.

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