as crisis ambiental y social que hoy padecen, en mayor o menor grado, todos los países del mundo, están indisolublemente ligadas. No se puede abatir la crisis social (pobreza y desigualdad) sin enfrentar la crisis ambiental y viceversa. Por ello los gobiernos están obligados a diseñar programas integrales que conduzcan a lograr varias metas a la vez. Hoy existe consenso en que la reforestación
es una actividad que, bien diseñada como acción de gobierno, puede operar para solucionar diversas problemáticas. No sólo mitiga el cambio climático (por la captación de carbono que realizan los árboles sembrados), sino enfrenta efectos del calentamiento global como desequilibrios hidrológicos en las cuencas, protección de costas contra huracanes, y hábitat para especies afectadas de flora y fauna.
De manera paralela, el pago y asistencia técnica por reforestar dado a familias y comunidades rurales contribuye a abatir la pobreza y marginación social y reducir la migración, más aún si se acompañan de opciones para la autosuficiencia alimentaria y para comercializar los productos derivados de la reforestación.
El programa Sembrando Vida cumple con creces estas tareas, pues es tanto un programa de bienestar social, como de carácter ambiental, un instrumento para abatir la pobreza y mitigar el cambio climático, como otros proyectos similares que destacan en el contexto mundial.
En Bangladesh el programa Integrado de Productividad Agrícola implementado entre 2014 y 2016 ha tenido resultados favorables. El establecido contra la desertificación en África (La Gran Muralla Verde del Sahara y el Sahel) iniciado en 2007 y que ha recibido sustanciosos apoyos del Banco Mundial y de los gobiernos europeos. Y el de China, que es el mayor proyecto de reforestación en la historia humana, iniciado en 1999 y proyectado hasta 2050, contra la desertificación, la erosión, las inundaciones y las tormentas de arena, que afectan el norte del país por el avance del Desierto de Gobi. Este programa es parte nodal de una estrategia nacional que busca convertir a China en una civilización ecológica
hacia 2035.
Sembrando Vida es para mi gusto uno de los programas estatales mejor estructurados. ¿Se imagina el lector a 410 mil propietarios o productores que representan a un número igual de familias campesinas o rurales, es decir a una población de al menos 2 millones, creando sistemas agroforestales junto con milpas intercaladas con árboles frutales, bajo principios agroecológicos, pues se evita el uso de insumos tóxicos (fertilizantes y pesticidas químicos), además de crearse biofábricas y viveros colectivos?
El programa no se reduce a los apoyos económicos, pues cada productor recibe asesoría técnica y de organización y es acompañado por jóvenes becarios, los que en conjunto inducen a la creación de cooperativas y de redes de cooperativas. Los datos más recientes sobre el avance del programa son impresionantes. Más de un millón de hectáreas reforestadas, 17 mil 200 Comunidades de Aprendizaje Campesino
(CAC), donde participan 4 mil 300 técnicos y 51 mil 600 jóvenes becarios que han levantado 13 mil 700 viveros comunitarios. Miro azorado los mapas de los 20 estados donde cada sembrador o familia sembradora aparece localizado como un punto, y no puedo dejar de pensar en las opiniones en contra que han surgido de manera injusta y tendenciosa. Ya desde antes que iniciara el programa, el 10 de diciembre de 2018, el Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente, que es el principal representante del ambientalismo neoliberal del país había desacreditado este esfuerzo (https://ceiba.org.mx/sembrando -vida-analisis-general/). Más recientemente las opiniones vertidas en artículos periodísticos están dirigidos a cuestionar un programa que por su dimensión y alcance debería ser objeto de estudios objetivos y serios. Ejemplos de lo anterior son las opiniones falaces de J. Carabias ( Crónica), Ana de Ita ( La Jornada) y Max-Amaury Bertoli ( Nexos) y ya en su versión más despiadada y vil las expresadas por Claudio X. González y G. Quadri en las redes sociales. Llama igualmente la atención como un intelectual como Claudio Lomnitz ( Nexos, 1/2/20), flamante nuevo miembro de El Colegio Nacional, reproduce de manera ingenua o malintencionada las afirmaciones subjetivas y sesgadas que se esparcen como parte de una campaña antigubernamental y de desprestigio del programa.
Como lo señalé como orador en su presentación oficial en septiembre del 2020, Sembrando Vida tiene el potencial de lo que debería ser toda una política de Estado: re-construir una modernidad rural, antineoliberal que deje atrás el mundo de los negocios y de la tecnocracia, y esté basada en el respeto e impulso de las culturas rurales y milenarias y de sus relaciones con el entorno natural. “Sembrar vida es hacer historia con la naturaleza“. Hagamos historia con la naturaleza de nuestro lado, no llevándola en contra.