aúl Castro anunció hace tres años que su sucesor como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) será el actual presidente de la república, Miguel Díaz-Canel, quien así ocupará los dos puestos a la vez.
Está previsto que el relevo ocurra en el octavo Congreso del PCC (16-19 de abril). Castro dejará su último cargo público y concluirá el ciclo de 62 años en el que los dirigentes de la revolución de 1959 estuvieron en el máximo liderazgo. Se iniciará el poscastrismo, una nueva generación quedará al frente, cesará la legitimidad de origen y tendrá que construirse la legitimidad de gestión.
En la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP, parlamento) del 19 de abril de 2018, Castro elaboró una especie de regla de facto, según la cual, al dislocarse los periodos de ejercicio en la Jefatura de Estado y en el PCC, sus titulares se sucederán, con lapsos en los que uno de ellos retendrá ambas posiciones.
De esa forma, si Díaz-Canel cumple los dos periodos que puede ejercer como jefe de Estado, a partir de 2028 seguirá por tres años más como líder del partido y será remplazado en ese cargo por quien resulte, a su vez, su sucesor como presidente de la república. Se trata, dijo Castro, de viabilizar el tránsito seguro y ahorrándonos aprendizajes del sustituto
. Todo atado y bien atado.
El mecanismo se adaptaba a lo que ordenaría la Constitución de 2019: un máximo de dos mandatos en la jefatura de Estado y un tope de 60 años de edad para el primer ejercicio en el cargo.
El relevo quedó definido en el primer escalón del Estado y del partido único, pero no así en el resto del buró político del PCC, el poderoso órgano ejecutivo, donde el promedio de edad es de 69 años y ocho de sus 17 miembros son mayores de 75. En el congreso se verá a qué velocidad se mantiene el remplazo de generaciones, que hasta ahora ha sido lento, decidido por la muerte y las enfermedades.
Bajo las reglas actuales no se repetirá la retención del poder por décadas, como hizo Fidel Castro. Raúl promovió los límites al ejercicio de los cargos principales, con lo cual se redujo el tiempo sucesorio. También impulsó un traspaso de mando a los más jóvenes, pero pronto mostró su decepción por el resultado. En el sexto congreso, el 19 de abril de 2011, dijo que la persistencia de veteranos en la primera fila del partido era por “las deficiencias […] que nos han impedido contar hoy con la reserva de sustitutos maduros y con experiencia suficiente”.
En el quinto congreso, en 1997, el PCC inició un incipiente relevo. Casi un tercio del buró político era de menores de 50 años, pero poco más de una década después casi todos estaban caídos en desgracia. Díaz-Canel fue el único sobreviviente
, dijo Raúl ante la citada asamblea de 2018.
Al triunfo de la revolución de 1959, Fidel anunció que promovería a Raúl como su sustituto, pero tuvieron que pasar 47 años para el movimiento.
Al estallar la enfermedad que finalmente sacó de la vida pública a Fidel, en 2006, Raúl ocupó la jefatura del Estado, del gobierno y del PCC en un interinato de año y medio. Luego cumplió dos periodos completos como mandatario y dos como dirigente del partido, todo lo cual resultó en un liderazgo de 15 años. Con mucho menos tiempo político que su antecesor, propició el reconocimiento de libertades individuales, reanudó relaciones con Estados Unidos e impulsó la reforma económica.
El ensanchamiento de las libertades está sujeto a la prueba de los hechos, depende de la prevalencia de la Constitución sobre regulaciones secundarias y del real desempeño de los órganos de seguridad. El entendimiento con Washington se frustró a corto plazo por la ofensiva implacable que lanzó Trump y que mostró la vulnerabilidad de los acuerdos sólo entre gobiernos, sin respaldo legislativo. Con Biden se abren opciones de distensión, pero aún falta mucho por verse.
A diferencia de su hermano mayor, que veía a la apertura económica como un mal menor, obligado por la circunstancia y que se podría revertir en la primera oportunidad, Raúl la consideró la única puerta de salvación del sistema político cubano. Ante la ANPP sintetizó la alternativa el 18 de diciembre de 2010: O rectificamos o ya se acaba el tiempo de seguir bordeando el precipicio; nos hundimos, y hundiremos [...] el esfuerzo de generaciones enteras
.
Pese a que se sabía con el tiempo acotado, Raúl emprendió la reforma bajo la consigna sin prisa pero sin pausa
. En 2017 reconoció que discrepancias internas frenaban los cambios, los cuales seguirían a la velocidad que permitiera el consenso
. Al año siguiente el comité central del PCC explicó la lentitud por la complejidad
del plan, errores y resistencias de la burocracia.
Apenas este año se aceleró la reforma, cuando la economía cubana está en su peor momento en décadas, con su rezago interno y bajo los golpes simultáneos de la agresión de Estados Unidos, la crisis venezolana y la pandemia. El paquete que le queda a la generación que viene.
*Ex corresponsal de La Jornada en Cuba (2001-2013)