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Escribir y leer para ser libres
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ememoramos las fiestas de los pueblos y barrios, donde se juntan niños, jóvenes y abuelos para ir a la plaza con la finalidad de, juntos, ver el paso del torito y las mojigangas. Ese artilugio de juegos pirotécnicos que va de brazo en brazo, en direcciones indefinidas, lanzando chispas de colores; para arriba, para abajo, hacia los lados, que sin previo aviso retumba en el aire, que hace correr a los atrevidos que lo encaran, divierte hasta la carcajada, causa irritación en los ojos; que quema a algunos, pero atrapa la mirada de todos con esa fascinación prehistórica de la llama en la oscuridad.

El Primer Encuentro Nacional de Escritoras, Escritores, Lectoras y Lectores, desarrollado del 22 al 26 de febrero de 2021, nos permitió expresar aquello que, con el confinamiento, ha surgido desde su más profunda reflexión.

Con más de 550 participantes registrados de 20 entidades del país y 26 salas virtuales concurridas durante una intensa semana, en la que participaron niñas, niños, adolescentes, jóvenes, docentes, madres y padres, así como autoridades de la SEP y la UNAM, académicos de la UACM y la UPN, normales, universidades alternativas y docentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Se contabilizaron más de 75 mil reproducciones de las 26 salas y 24 mil interacciones, así como 47 mil 796 personas alcanzadas, con un promedio de mil 100 por sala (http://leeryescribirparaserlibres.bisae.org/).

Estuvo alumbrado por esa luz intensa, cegadora por momentos, tenue en otros, de la enorme experiencia de todos los confluyentes. Recorrimos el escrito libre, la biblioteca del rincón, el diario de vida personal y de grupo, la mochila viajera, la imprenta escolar, revistas y libros, entre muchas más propuestas para leer y escribir. No faltaron los fantasmas, monstruos, ángeles y hasta las oraciones llegaron en penumbra.

En esta fiesta también se escucharon las voces lejanas de la autoridad, ésas que sólo saben del currículo, de trámites administrativos, de formatos y formularios, de horarios y días exactos, de órdenes expresas, de rigidez de programas; sabemos que están lejos de nosotros, que, en la plaza, en esta fiesta, somos diferentes. Somos puentes, no muros.

Se escucharon nuestras lenguas mazateco, mixteco, náhuatl, otomí, purépecha, totonaco y zapoteco; nos pronunciamos por su permanencia y nos comprometemos a seguir escribiendo y leyendo en las maravillosas lenguas de nuestros pueblos.

Las palabras viajan más rápido que cualquier bala y son capaces de atravesar el umbral tecnológico, cuyo manto tiñe de olvido al desharrapado. Para los olvidados, la lectura y la escritura fecundan en terreno fértil, se transforman en oportunidades y viajan por los caminos más intransitables, sensibles al tiempo y abrazan los sueños inquebrantables de un pueblo que descubre en su tradición oral la fuerza con la que germinará la revolución. La lectura y la escritura son herramientas para la emancipación, lentes para iluminar un mundo mejor.

El despliegue de organización colectiva se movilizó con arrojo por las redes, haciéndolas nuestras por instantes que quedarán grabados para siempre en los corazones de aquellos que participaron y se arriesgaron a ceñir en unidad sus ideas, atreviéndose a escuchar al otro y a la otra. El genio humano demuestra una vez más que puede sobrepasar lo técnico y la eficiencia de la máquina con la creatividad y la pasión; las descripciones letradas de la pandemia son la llama de ese fuego que alumbra intenso e inapagable. Se pudo saborear a lo largo de las sesiones el triunfo de la palabra, que galardonada pasea por la lectura de miles de libros que se han entregado a las mentes más intrépidas y despiertas.

La palabra libre, la palabra como respuesta a las preguntas propias, la palabra del otro que es adoptada, pero también cuestionada y transformada. Esta fiesta de la palabra fue también una fiesta de autonomía y de libertad. Porque el acto creativo no sobrevive al encadenamiento ni al encierro, sólo se da cuando tiene perspectiva de emancipación.

Hemos encontrado y formado una gran comunidad, desde el prescolar hasta la universidad en un espacio donde la voz del otro es escuchada siempre en el mismo nivel de respeto, por ser resultado de la creación. Construimos un enorme manto colorido de prácticas educativas con las familias, madres, padres, abuelos, bibliotecas y espacios de investigación.

Haremos valer las exigencias expresadas en este encuentro, defenderemos nuestra palabra con la acción consecuente fuera de los márgenes institucionales de la SEP que simula promover la lectura sin escritura, pero intenta obligar a los estudiantes, padres y docentes a permanecer dóciles y callados frente a una pantalla de televisión repitiendo hasta el hartazgo sus programas de Aprende en casa 1, 2, 3, y los que se acumulen, y un retorno a las aulas sin que nada cambie.

En este encuentro entendimos que lo más importante es cambiar radicalmente el paradigma cultural y educativo, revestirlo con tesituras revolucionarias. ¡Vengan a nosotros las nuevas mentes, que no se detienen, incansables, que luchan, que escriben y leen, que dicen su palabra, que jamás claudicarán, que buscan libros para todos los seres humanos, luz para todas las mentes y pan en todas las mesas!

Leer y escribir no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo (Gianni Rodari).

* Director de la escuela primaria Centauro del Norte