tro episodio vergonzoso de la batalla por Siglo XXI Editores se produjo el pasado viernes. Por su flagrante ilegalidad, fue cancelada la asamblea en que se pretendía consumar el atropello en que cambiaría de dueños.
Los lectores de La Jornada han recibido información oportuna del asunto. El 27 de febrero de 2021, en Arnaldo Orfila y el fin de Siglo XXI
, Tatiana Coll denunció lo que se preparaba. Recordó que la editorial nació como un grito de independencia ante el despotismo gubernamental y se forjó con la dignidad, honestidad e inmenso talento editorial de don Arnaldo Orfila, a quien se estaba ahora traicionando en una operación que representaba, subrayó Tatiana, un inmenso abismo ético
.
El 3 de marzo La Jornada publicó un desplegado en que accionistas actuales de Siglo XXI dieron Respuesta al atropello
. Mostraron cómo Jaime Labastida, su director, demolió tanto como pudo el legado de Arnaldo Orfila y convirtió la editorial en espacio de negocios calculados
. Ahora entregó las acciones mal habidas que acumuló a lo largo de muchos años a una empresa fantasma sin experiencia alguna en el ramo editorial. No nos quedaremos callados ante esta acción infame
, señalamos los accionistas.
El 10 de marzo Jaime Labastida aseguró en La Jornada que no habría traición al espíritu de Siglo XXI y que él seguiría a cargo de la editorial para garantizarlo. Consideró que los temores de los accionistas eran infundados, que la empresa estaba en buena situación económica y que nada de lo que había hecho era incorrecto
o ilegal
. Afirmó, por cierto, que la empresa repartió utilidades en 2019. Quién sabe a quiénes las entregó, porque los accionistas no recibimos un centavo… y seguimos sin recibir información de lo que pasa, como ha ocurrido desde que Labastida tomó posesión.
En sólido reportaje, Judith Amador informó en Proceso el 14 de marzo sobre Las horas inciertas de Siglo XXI
. Jaime Labastida hizo en él nuevas afirmaciones cínicas y mentirosas, como la de hacer reuniones de accionistas por lo menos una vez al año
… cuando hace décadas eso no ocurre. Tampoco fuimos informados, como exigen la ley y los estatutos de Siglo XXI, de la sigilosa acumulación de acciones que Labastida estaba realizando. El reportaje incluye el absoluto rechazo de Elena Poniatowska, en cuya casa se fundó Siglo XXI en 1965.
El 15 de marzo, en Jaime Labastida, el golpe a Siglo XXI Editores
, Iván Restrepo completó la información anterior y subrayó lo esencial del asunto, el dilema ético
. “Esta nueva batalla cultural del viejo sabio Orfila –observó– apenas comienza”. Y advirtió con firmeza: No le vamos a fallar
.
No le fallamos a don Arnaldo el pasado viernes y seguiremos peleando por su legado. Hasta aquellos accionistas a los que no nos dejaron entrar a la asamblea, como fue mi caso, quienes conservamos esas acciones como un tesoro simbólico de una gran lucha cultural, nos mostramos decididos a no cejar en el empeño.
La asamblea no pudo realizarse. En nombre de un grupo de accionistas se hizo ver a quienes la convocaron su falta de validez y legitimidad, por la serie de irregularidades en que habían incurrido, las cuales no eran sino continuación de las que rodearon el tráfico de acciones que las fue poniendo en manos de Labastida.
Intentaron intervenir en la asamblea los compradores de sus acciones. Anunciaron sus intenciones de modernizar la editorial y abrirle nuevos nichos de mercado. Fueron rápidamente silenciados, pues no tenían derecho a estar ahí: legalmente no existen aún para la empresa. Lo que dijeron bastó, sin embargo, para demostrar que nada tienen que hacer en Siglo XXI y que intentan comprar algo que no se vende y que desconocen por completo.
A final de cuentas, se trata solamente de un asunto ético. Apelaremos a todas las herramientas jurídicas disponibles para impedir que se consume el atropello. Nos apoyaremos en el inmenso prestigio de que aún goza el catálogo de la editorial, que Labastida no pudo desmantelar, y contaremos con la defensa solidaria que se manifiesta ya en los más diversos círculos. Daremos una batalla ética y jurídica.
Tras 25 años de intenso trabajo, en que construyó una de las más grandes y prestigiadas editoriales de América Latina, don Arnaldo se retiró con una pensión del Seguro Social por 3 mil pesos mensuales. Tras varias décadas de realizar operaciones oscuras, en que puso reiteradamente en peligro a la editorial sin informar jamás a quienes participamos en su creación y contribuimos a construirla, Labastida quiere irse con 7 millones de dólares.
Los resultados de las batallas legales son siempre inciertos en México. No podemos saber qué pasará con ésta. Pero Labastida perdió ya la batalla ética. Mostró su calaña. No perderemos tampoco la batalla cultural. El impulso que fundó Siglo XXI sigue vivo. Está en trabajadoras y trabajadores de la editorial que aún le entregan sus sudores y lealtades. Y está también en quienes seguimos decididos a no dejarlo caer en el abismo al que lo están lanzando unos cuantos avorazados.