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Tres años sin lluvias

Padece el campo zacatecano una de las peores sequías en décadas

La minería agudiza la escasez de agua en Sombrerete

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▲ Ganaderos del municipio de Sombrerete, Zacatecas, han tenido que bajar de la sierra a sus animales para proporcionarles en las comunidades agua, forraje y granos, ante la severa sequía que afecta la región. Los productores calculan que entre 70 y 80 por ciento de los bordos y las pequeñas presas de la región se han secado.Foto Alfredo Valadez Rodríguez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 22 de marzo de 2021, p. 29

Zacatecas, Zac., Zacatecas atraviesa por una de las peores sequías de las décadas recientes. La ausencia de lluvias por tercer año consecutivo afecta a miles de agricultores y ganaderos; hasta especies silvestres, como venados, coyotes, jabalíes y roedores, mueren a causa del severo estiaje. Aunque ya comenzó la primavera, no hay flores en el campo. Dominan el horizonte la hierba amarilla, totalmente seca, y la ausencia de abejas.

Este páramo ha sido, cuando llueve, un vergel reconocido como uno de los principales graneros de México: los campesinos del municipio de Sombrerete –en el noroeste de la entidad–, junto con los de Saín Alto, Río Grande y Juan Aldama han obtenido el primer lugar nacional en producción de frijol, cebada y trigo, mientras los ganaderos, con sus animales de registro, están a la par de Sinaloa, Sonora y Chihuahua en cantidad y calidad de hatos.

¿Cuándo va a llover? Nadie tiene certeza, pero los productores de Sombrerete conocen algunos indicios que la naturaleza les da y que hoy no ven por ninguna parte: Cuando las tuzas se ponen a escarbar en la tierra y se juntan las jaurías de coyotes a aullar, esa es la señal segura, afirma José Guadalupe Martínez Chávez, uno de los perjudicados por el estiaje.

Martínez Chávez y sus hermanos hacen frente como pueden a la falta de lluvias y a otros fenómenos climáticos que han golpeado a agricultores y ganaderos: la caída de granizo y las heladas. De los espejos de agua que existen en la región, entre bordos y pequeñas presas, entre 70 y 80 por ciento están secos.

Reclaman ayuda federal

La situación es verdaderamente crítica. Necesitamos apoyo y que el gobierno federal mande a sus expertos a cerciorarse de los estragos de esta sequía, afirma el ganadero al pie de uno de los cientos de bordos que se quedaron sin agua, con las huellas del ganado y los animales salvajes que ahí bebieron.

En Sombrerete y localidades cercanas la situación es la misma. Se han visto afectados centenares de ganaderos de las comunidades de Charco Blanco, Colonia Hidalgo, Mateo Gómez, Zaragoza, El Sauz, Cantuna y González Ortega. Queremos que el mismo presidente (Andrés Manuel López Obrador) se dé una vuelta. No necesita venir en suelas de hule (neumáticos); que venga en un pájaro (avión), y desde arriba puede ver la desgracia que padecemos.

Si la situación no mejora, los ganaderos deberán comenzar a vender sus animales a como nos lo compren, antes de que mueran. Eso pasó hace dos décadas y hoy están muy cerca de repetirlo.

Arturo Fraire, presidente de la asociación ganadera local, aseguró en entrevista que la situación es bastante crítica por la falta de lluvias, pastos y otros forrajes. Esta crisis afecta a 3 mil 100 ganaderos sólo en Sombrerete.

Refirió que además de la escasez de precipitaciones pluviales, los mantos freáticos están abatidos por la intensa actividad minera en esa demarcación.

A las orillas de la cabecera municipal, un cerro fue dividido por Minera Sabinas, de Grupo Peñoles, y Mina San Martín, de Grupo México, para explotarlo.

Ambas compañías, además de extraer enormes cantidades de agua para extraer y beneficiar la plata, contaminan el líquido.

Juan Haros, ganadero y campesino oriundo de la comunidad de San Pascual, al pie de la sierra de Sombrerete, comentó que para él la situación es extrema. Los bebederos agarraron muy poquita agua, y para el 20 de octubre (de 2020) ya no había ni para que tomara un pájaro. Bajamos de la sierra el ganado para el rancho.

Al igual que otros productores, Haros se queja de la desaparición de los programas federales de apoyo al sector agropecuario y pidió a López Obrador más atención para el campo.

Entre los predios de agostadero del Cerro del Cristo y del ejido Álvaro Obregón, el ganadero José Guadalupe Martínez Chávez expuso: Es de todos conocido que estamos en una situación crítica, dadas las situaciones climatológicas de los últimos tres ciclos. Consideró que aunque se trata de un problema grave, el gobierno los tiene muy desentendidos.

El Progan (apoyo federal a ganaderos) desapareció; el Proagro (antes Procampo), también; fueron eliminados los fideicomisos que nos daban acceso a financiamiento, a créditos de avío. Aunado a ello, nos están acabando el alto precio del diésel y la gasolina, la sequía, y por si fuera poco, la pandemia, reprochó.

Trienio de pérdidas

Otro productor, Ángel García, del poblado Las Palmas, también en Sombrerete, explicó que el invierno pasado no cayó aguanieve, la cual permite que crezcan pastos y diversos forrajes en los cerros.

“Esta sequía no es de los últimos meses; es de los tres años recientes, y en 2020 se agudizó. En la parte ganadera andamos completamente mal. Ni en los agostaderos ni en las labores (milpas) se dio cosecha, y si no hay cosecha, no hay pasturas. ¿Qué hacemos?

Además de la desaparición de los programas federales para el sector agropecuario, Ángel García, mencionó que tienen otro problemilla: la falta de seguros catastróficos que anteriormente pagaban los gobiernos estatal y federal para protegerlos de fenómenos climáticos severos.

“Tenemos tres años con pérdidas. Y ahora, cuando llamamos a las autoridades para pedir apoyo, ni nos contestan. Necesitamos ayuda del gobierno federal, porque sin campo no hay comida para nadie. ¿Cómo va a ser justo que un litro de diésel cueste 23 pesos y un kilo de frijol 14 pesos? ¡No ajustamos, no la libramos!

Martínez Chávez reitera su llamado a López Obrador a reactivar los programas de apoyo al sector, porque aquí Zacatecas y en Sombrerete, centro del granero más productivo del país, sentimos que estamos abandonados.