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Compromiso por la paz, mensaje principal de la reunión

Encuentro sin precedente entre el Papa y el ayatola Alí Sistani en Irak

El pontífice destaca la necesaria colaboración entre las comunidades religiosas // El líder musulmán pide borrar el lenguaje de la guerra

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▲ El papa Francisco visitó al principal clérigo chiíta de Irak, el ayatola Alí Sistani, en su humilde casa en la ciudad sagrada de Najaf.Foto Ap
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▲ Una monja cristiana iraquí durante los preparativos para la visita del pontífice, en el estadio principal de Erbil.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 7 de marzo de 2021, p. 18

Bagdad. El papa Francisco mantuvo ayer un histórico encuentro con el ayatola chiíta Alí Sistani, quien le transmitió su compromiso por la paz y la seguridad de los cristianos del país.

El jefe de mil 300 millones de católicos en el mundo se reunió en la ciudad sagrada de Nayaf durante casi una hora con Sistani, referencia religiosa para la mayoría de los musulmanes chiítas, en un encuentro religioso sin precedente.

La reunión privada tuvo lugar en la humilde casa que Sistani ha alquilado durante décadas, ubicada cerca del santuario de cúpula dorada del Imán Alí en Nayaf, a 160 kilómetros de Bagdad. Una foto oficial del Vaticano mostró a Sistani con su tradicional túnica y turbante negros sentado frente a Francisco, vestido de blanco, durante el segundo día de la primera visita papal a Irak.

El Papa se quitó los zapatos antes de entrar en la habitación de Sistani. El clérigo musulmán, quien normalmente permanece sentado para los visitantes, se puso de pie para recibir a Francisco en la puerta de su habitación, un raro honor.

Sabiduría y sentido común

Al finalizar el encuentro, el ayatola pidió en un comunicado a los líderes religiosos mundiales que pidan responsabilidades a las grandes potencias y que la sabiduría y el sentido común prevalezcan sobre la guerra. Añadió que los cristianos deberían vivir como todos los iraquíes en paz y en seguridad, con todos sus derechos constitucionales.

El liderazgo religioso y espiritual debe desempeñar un papel importante para detener la tragedia (...) e instar a las partes, especialmente a las grandes potencias, a hacer prevalecer la sabiduría y el sentido y borrar el lenguaje de la guerra, señaló el líder musulmán.

Sistani, de 90 años, quien casi nunca hace apariciones públicas, es una de las figuras más influyentes en el islam chiíta, tanto dentro como fuera de Irak, y su encuentro fue el primero entre un Papa y un clérigo chiíta tan importante, una visita que fue una poderosa señal de convivencia en un país desgarrado por la violencia.

El Vaticano indicó que Francisco agradeció a Sistani por haber alzado la voz en defensa de los más débiles y perseguidos durante algunos de los momentos más violentos de la historia reciente de Irak.

El mensaje de paz de Alí Sistani afirmó el carácter sagrado de la vida humana y la importancia de la unidad del pueblo iraquí, apuntó Francisco. La histórica visita fue una oportunidad para que el Papa hiciera hincapié en la necesidad de colaboración y amistad entre las distintas comunidades religiosas, según la declaración de la Santa Sede.

Tras reunirse con el clero católico a su llegada el viernes a Bagdad, el papa de 84 años quiso tener este gesto de apertura hacia el islam chiíta, dos años después de firmar en Abu Dabi un documento sobre la fraternidad humana con el gran imán sunita de la mezquita Al Azhar de El Cairo, Ahmed Al Tayeb, una de las grandes autoridades sunitas.

Visita a la cuna del profeta Abraham

Después el Papa se desplazó en helicóptero hasta Ur, una de las más antiguas e importantes ciudades sumerias, donde rezó por la libertad y la unidad y por poner fin a las guerras y al terrorismo.

En la planicie de Ur, cuna del patriarca Abraham, uno de los grandes profetas del cristianismo, el islam y el judaísmo, el pontífice afirmó que la mayor blasfemia es profanar el nombre de Dios odiando a nuestros hermanos y hermanas.

La hostilidad, el extremismo y la violencia no nacen de un corazón religioso: son traiciones a la religión. Los creyentes no podemos guardar silencio cuando el terrorismo abusa de la religión; de hecho, estamos llamados sin ambigüedades a disipar todos los malentendidos.

Francisco, conocido por tender la mano a todas las religiones, rezó junto a responsables yazidíes –pequeña minoría iraquí martirizada por los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI)–; sabeos y zoroastristas –comunidades milenarias en el país–, y musulmanes, tanto chiítas como sunitas.

En 2014, un tercio del territorio iraquí estaba en manos del EI. Los yazidíes sufrieron en aquel entonces terribles atrocidades, recordó el Papa. Los yihadistas mataron a miles de hombres de esta comunidad, reclutaron a niños e hicieron a miles de mujeres esclavas sexuales. Para la ONU, podría tratarse de un genocidio.

Más de 6 mil 400 yazidíes fueron secuestrados por los yihadistas, la mitad de los cuales siguen en paradero desconocido. El Papa indicó que rezaba para que pronto regresen a sus hogares.

El EI también hizo estragos en la vecina Siria, que el Sumo Pontífice no deja de mencionar en sus discursos desde el viernes. Francisco abogó por pasar del conflicto a la unidad en todo Medio Oriente y “en particular en (...) la martirizada Siria.

No habrá paz sin compartir y acoger sin una justicia que asegure equidad y promoción para todos, comenzando por los más débiles. No habrá paz sin pueblos que tiendan la mano a otros pueblos, defendió.

Y como ya había hecho en Marruecos, otro país musulmán que visitó en marzo de 2019, el Papa defendió la libertad de conciencia y la libertad religiosa.

Son derechos fundamentales, porque hacen al hombre libre de contemplar el Cielo para el que ha sido creado, agregó Francisco en este país musulmán, donde su menguante minoría cristiana (uno por ciento de la población) ha ido en declive desde la invasión estadunidense a Irak en 2003.

Más tarde, el Papa argentino cumplió con otro hito al convertirse en el primer pontífice en celebrar una misa por el rito caldeo en la iglesia de San José en Bagdad, a la que también acudió por sorpresa el presidente iraquí, Barham Salih, musulmán kurdo.

En la celebración, marcada por las estrictas medidas de seguridad ante la pandemia y en la que el número de fieles católicos no llegó a 200, Jorge Bergoglio habló sobre la sabiduría y denunció que las desigualdades entre ricos y pobres se han ampliado.

El domingo viajará a Mosul, en el norte, un antiguo bastión de EI, donde las iglesias y otros edificios todavía llevan las cicatrices del conflicto, así como a la región autónoma del Kurdistán iraquí, donde se realizará una misa multitudinaria.