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El estante de lo insólito

El temible grito La Llorona

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▲ Ilustración Manjarrez / @Flores Manjarrez

Y el lamento de la mujer misteriosa, que ha recorrido los espacios siglos y siglos, se fue alejando por caminos y poblados perdiéndose poco a poco entre los repliegues de las montañas seguido del aullido lúgubre de los perros de las rancherías

Dr. Atl Cuento El aullido de La Llorona

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icen que hipnotiza, que hiere verla, que puede sobrevolar a quienes la escuchan, que en un parpadeo pasa de la lejanía a unos metros de los horrorizados caminantes, que se lleva niños para remplazar los que ha perdido, que su rostro fusiona todos los espantos, entre calavera, momia, bruja, mujer desfigurada… es el miedo con caballera larga y un grito hiriente: ¡Ayyyy mis hijos!. Su historia es muy triste, produce miedo y compasión. Los siglos se suman, pero ella cambia poco. Más inquietante: sigue ahí, entre las pesadillas.

El mito de todos

Entre los mitos prehispánicos que otorgan diferentes identidades al origen mitológico de La Llorona, desde la Xtabay, de la cultura maya, hasta las diferentes diosas de la fertilidad y el parto de los mexicas o zapotecas, el concepto de un alma femenina lamentando la muerte de su hijo o hijos (nacidos o no, ya que en muchas versiones ella fue su ejecutora antes de llegar al mundo), se construye este personaje de leyenda colonial, de temores perennes y admoniciones de fe. El origen del personaje llega hasta La Malinche, como se explica en el largometraje de Ramón Peón La Llorona (1933), su primera versión fílmica: Terminada la Conquista, los grandes servicios de doña Marina fueron olvidados, y la raza vencida, considerándola culpable de la derrota, concentró todo su odio en ella y su hijo. El conquistador le quitó al niño para evitar su muerte, provocando la tristeza y el odio eterno de la indígena, descrita como princesa india.

Sin duda, esta cinta ayudó a relanzar el mito en otro nivel, aunque nunca se ha perdido. Es tan antiguo que no tiene una fecha precisa de datación. Para algunos estudiosos, es esctrictamente colonial, para otros, prehispánico. Se atribuye el antecedente a las crónicas de Bernal Díaz del Castillo y la fatídica relación entre un caballero español y una mujer indígena; la pareja tiene hijos, pero después él la desprecia, ella enfurece y da paso a la locura para asesinar a sus hijos a orillas de un río. Si es la genuina leyenda, entonces Díaz del Castillo la recogió como parte de la tradición oral nativa del asentamiento ibérico en la Conquista, pero se insiste en que su origen puede ser anterior a la llegada de las tropas españolas, con la mujer asesinando a sus hijos como un sacrifio, sin decepción amorosa.

En Historia general de la Nueva España, Bernardino de Sahagún cita también los tenebrosos presagios que antecedieron al arribo de la tripulación europea, en referencia al grito desgarrador. Como sea, se mantienen las características del relato que provocan su aparición y lamento, con distintas interpretaciones en el teatro, la radio o la historieta, las cuales mantienen un modelo de la aparición: mujer de cabellera larga, atuendo blanco, cuyo rostro es difícil de ver (también dicen que, si se le escucha, hay que evitar verle la cara). De Sahagún la menciona, entre otras definiciones, como Cihuacóatl, mujer serpiente. En la cultura totonaca, por ejemplo, la efigie de Cihuatetéotl presentaba la divinidad de la mujer fallecida en el parto: ojos cerrados, boca abierta y serpientes anudadas en la cintura, símbolo de fertilidad. Si la leyenda viene de esta vertiente de adoración divina, La Llorona pudo morir al dar a luz, entonces su lamento es el de un espíritu que pierde la vida con sus hijos. Pero esto no sería un crimen; por el contrario, las mujeres que morían en trabajo de parto eran consideradas guerreras, con derecho de vínculo con el dios Sol.

Un grito cinematográfico

En la mencionada versión cinematográfica de Ramón Peón, tan sólo contemplar y escuchar a La Llorona (se entiende, aunque no se le vea a cuadro) es suficiente para que un hombre se infarte frente a un portón en la madrugada. Su cuerpo es revisado en una clínica, donde el médico Ricardo Acuña (Ramón Pereda) es capaz de hablar de ciencia médica y desestimar categóricamente la creencia en fantasmas, apariciones y hasta cuerpos astrales. Para él, es simplemente un caso típico de síncope cardiaco. Pero pronto se advierte que pesa una maldición sobre un linaje familiar, por lo que deben proteger al niño de 4 años, blanco de La Llorona. Se ve la historia en la época colonial, cuando se gesta el origen maligno de Ana Xiconténcatl (el nombre pretende darle la herencia sanguínea de los pueblos heredados), la semilla de la venganza eterna de su espectro inmortal al quitar la vida de su hijo (con una pieza que parece de obsidiana, no un puñal común) antes que entregarlo al padre que mancilló su honor.

Mauricio Magdaleno, dirigió La herencia de La Llorona (1947), donde la trama pasa por el camino de la investigación criminalística. Rafael (Juan José Martínez Casado), hijo de la Hacienda de Sacramento, escribe desde Estados Unidos anunciando su regreso a México. La felicidad no puede ser mayor para su madre doña Carmelita (Dolores Tinoco), hasta que se da cuenta de los desplantes despóticos de su hijo. La intención del hijo descastado es matar a la señora para quedarse con la hacienda. La Llorona deja pasar el enredo de herencias para mostrarse hasta el minuto 37. En realidad, el espectro femenino está de más en una trama de intereses económicos y hurtos, pues ella era sólo un señuelo de carne y hueso para aterrar a los miembros de la hacienda.

Por su parte, el cineasta Fernando Méndez ( El vampiro, Ladrón de cadáveres…) hizo El grito de la muerte (1959), versión alternativa de la leyenda, puesta en el medio rural mexicano con caballos de bala pronta, donde un heroico vaquero (Gastón Santos), va en misión secreta por una extraña piedra tallada. Las aventuras corren con nueva piedra, un cuchillo clavado en un reloj que detiene-maldiciones y más, conducen a un fraude que aprovecha la historia del lamento espectral femenino para apoderarse de una veta de oro.

Fue en 1959 cuando el director René Cardona buscó actualizar el mito con La Llorona, donde Margarita (Luz María Aguilar) está atada a una leyenda que le impide casarse. Pero la dama se enterca y el padre no puede impedir que se case con Felipe (Mauricio Garcés). Tienen un hijo que ella, preocupada por la maldición, sobreprotege. La revisión de la historia en un gran libro amansa brazos, permite el flashback para ver la historia de Nuño y Luisa del Carmen, una dama seducida por el caballero, a quien deja por un año y, sin ningún interés por conocer al vástago, rechaza que lleve su nombre. Los niños son el abismo que nos separa, dice asustando a la nana (Emma Roldán), y seguramente aterrorizando a los espectadores de la época.

En 1963, Rafael Baledón realizó La maldición de La Llorona, donde Marina (Malintzin), no hace el grito tradicional, se le trata en términos de bruja con una maldición (vista en negativo de exposición). La película arranca con un impresionante plano de la siniestra señora Selma (Rita Macedo) con sus ojos negros desbordados (maquillaje de Armando Meyer) mientras sostiene a una tercia de perros gran danés. Hay asistente (Carlos López Moctezuma), bosque de niebla espesa, caserón antiguo con fosos, pasadizos, torreón con campanario, fuegos, compuertas, espejos…

Con trabajo argumental de Inés Arredondo y Hugo Argüelles, Ernesto Alonso produjo en 1968 la telenovela Leyendas de México. Uno de los episodios impactó al auditorio nocturno con La Llorona (dirigido por Raúl Araiza), aterrorizando a caballeros de espada. Por supuesto que una horrorífica figura como ésta no podía escapar del ensogado, de manera que hay una versión especial con Lorena Velázquez en Leyendas macabras de la Colonia (Arturo El Villano Martínez, 1973), con Mil Máscaras y Tinieblas en inesperado viaje en el tiempo para encarar a la siniestra dama Maldecida por todas las religiones. El Enmascarado de Plata tendría socio de fistiana con José Mantequilla Nápoles en La venganza de La Llorona (Miguel M. Delgado, 1974).

Después se ha producido una gran cantidad materiales con el personaje, como Las Lloronas (Lorena Villarreal, 2004), The Cry (Bernardine Santiestevan, 2007), La Llorona (Jayro Bustamante, 2019), La Llorona (Michael Craves, 2019), The Haunting of La Llorona (Dennis Devine, 2019) y The Legend of La Llorona (Patricia Harris Seeley, 2020). La casa productora Ánima Estudios, alcanzó un enorme éxito con La leyenda de la Nahuala (Ricardo Arnaiz, 2007), por lo que produjo secuelas con otras leyendas mexicanas, empezando por La leyenda de La Llorona (Alberto Chino Rodríguez, 2011), lo que acercó el mito a la nuevas generaciones de cinéfilos, sin olvidar que también hay versiones teatrales para niños, así que seguirán los gritos y los sustos al paso de su esquiva mirada.después de apreciar un cuadro de Cauduro, dueño de su tiempo, con la poderosa fuerza de sacudir nuestra sensibilidad.