Se desarrolla en el universo de la producción de cintas pornográficas
Domingo 21 de febrero de 2021, p. 5
Hablar de pornografía siempre es un asunto controversial. Sin embargo, la miniserie brasileña Hard busca atravesar fronteras ideológicas, aun durante uno de los momentos más conservadores de su país.
Para conseguir sus objetivos, Hard recurre a elementos aparentemente sencillos. Ayudándose de la comedia, nos sitúa en un mundo ajeno para muchos desde la visión de una mujer quien, al morir su esposo, debe decidir si se hará cargo o no del negocio que él operaba secretamente en complicidad con su suegra. Es así que Sofía (Natalia Lage) llega inadvertidamente a hacerse cargo de una casa productora de películas para adultos.
El Brasil contemporáneo
Contada desde la perspectiva de Sofía, una ama de casa conservadora que renunció a su desarrollo profesional como abogada para dedicarse a sus hijos hasta la muerte de su marido, Hard rápidamente nos sitúa en el centro de una industria que para personajes como la protagonista resultan incómodos.
Es por lo mismo que cada episodio logra tomar distancia y mostrarnos no sólo como se ve la pornografía desde la postura tradicional de Sofia, sino también cómo se ve ella para quienes viven menos atados o atadas a las convenciones sociales del Brasil contemporáneo.
A propósito del estreno en HBO de la segunda parte de Hard este domingo 21 de febrero, platicamos con Denise Del Vecchio y Julio Machado, dos de los protagonistas de la misma.
–El clima en Brasil es de altísimo conservadurismo. ¿Cómo ha sido recibida la serie por allá? ¿Qué retos ha enfrentado?
Denise Del Vecchio: ¡Wow! Qué pregunta. La serie está en un canal cerrado como HBO, pero sí hemos notado que tiene una audiencia más limitada. La verdad es que no hemos tenido muchos problemas, supongo por esa misma razón, aunque no imagino cómo hubiera sido estrenar una serie como Hard en televisión pública, en un canal más abierto. Pero también es cierto que, pese al tema, es una serie muy ligera. Se desarrolla en el universo de la producción de películas pornográficas, pero no busca ser escandalosa. Nunca hay sexo explícito, por ejemplo. Porque lo único que busca es mostrarnos que existe ese universo sin juicios. Supongo que es por esa ligereza que ni siquiera los más conservadores pueden considerarla como algo malo.
Julio Machado: Lo dice bien Denise. La serie no tiene intenciones de crear un escándalo, provocar shock o siquiera buscar una discusión específica sobre ese tema. Pero eso no cambia que sí es algo que contribuye a cambiar el viejo mundo, porque simplemente busca ponernos en el lugar del otro. Al voltear la mirada hacia el mundo del porno, pero mostrándolo con humor, la serie nos invita amablemente a asomarnos y conocer un mundo muy distinto al que estamos acostumbrados. Y lo digo sin ningún tipo de pretensión, sino desde mi experiencia. A medida que íbamos estudiando estos personajes fuimos entendiendo que, para habitarlos realmente, tendríamos que cambiar algunos de nuestros propios códigos íntimos, aunque fueran sutiles. Es así que se hizo evidente el gran poder de transformación que tiene la serie. Si lográbamos afectar a la audiencia de la misma forma, entonces se cumplía un objetivo. Esa es una conclusión que destaco en un momento tan complejo y triste, como bien lo señalas.
–Es muy evidente una intención de aportar a la deconstrucción de roles y erradicar estigmas sobre lo que retratan. Pudieron experimentar ese mundo de primera mano. ¿Hubo algún aprendizaje que hayan incorporado, en lo personal o profesional, después de su interacción con la realidad de la producción de películas pornográficas?
Denise Del Vecchio: Yo descubrí que no somos muy diferentes. Esto lo digo como actriz. En esa industria experimentan con la misma incertidumbre, la misma escasez de empleo y también batallan para comunicarse con la audiencia. No es fácil saber qué es lo que la audiencia espera o quiere. Nunca sabemos a quién le va a llegar lo que hacemos. También luchan con el eterno deseo de aprobación, que es algo que todo actor o actriz tiene. Nos encanta ser amados y admirados. Además de eso, me quedó claro que cualquier prejuicio conlleva mucha ignorancia. Confieso que yo era una de esas personas con prejuicios hacia la pornografía, sobre todo al trabajo de actores o actrices que dependen de explotar su cuerpo, cuando en realidad sólo me negaba a admitir que también yo trabajo con mi cuerpo. Habiendo superado eso comencé a ver que se trata de personas que tienen vida familiar, que deben pagar sus cuentas y que algunos incluso dependen de conseguir quién cuide a sus hijos cuando salen a filmar. O aquellos a quienes sus parejas llegan a visitar al set. Simplemente es gente haciendo su trabajo y muchas veces les ponemos etiquetas que no se merecen. Esa fue la gran lección que aprendí, porque además me volvió alguien más atenta a cualquier tipo de prejuicio que pueda tener en el futuro.
Julio Machado: Es un tema de perspectiva. Fue muy interesante verlo desde una mirada consciente en términos de género. Es una industria que hace más visible esos temas como una mera construcción social. Lo único que nos hace diferentes a los actores que se dedican al porno es una idea, una convicción y un acuerdo social. No sólo son los actores. También hay muchas profesiones que dependen de la explotación del cuerpo. Por ejemplo, los actores que deben filmar escenas sexuales muy largas son gente que se prepara físicamente como lo haría un atleta. No hay magia. Es gente que debe dormir bien y comer saludablemente. Ellos saben muy bien que, si no están preparados y no se logra el objetivo, es un día de trabajo perdido. Es mucha la incertidumbre que experimentan. Necesitan mucha concentración. Eso es algo que yo, en mi ignorancia, no me imaginaba.