Domingo 21 de febrero de 2021, p. a27
Los ciclos dramáticos del boxeo son incesantes. Otro campeón que pierde la corona y queda desmadejado en la lona. Un nuevo monarca que celebra con un cetro que arrebató con el clímax de este oficio, elnocaut. Miguel Berchelt perdióel cinturón de peso superpluma del CMB. El nuevo dueño es Óscar Valdez.
La expectación por este combate creció a medida que se acercaba la pelea. Horas antes de la función en Las Vegas, Berchelt recibió una videollamada del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien le deseó que ganara por nocaut.
Pero fue Berchelt quien terminó inconsciente en la lona por un poderoso impacto de zurda en el décimo episodio. Tardó en volver a la realidad. Logró sentarse en el suelo mientras lo atendían los servicios médicos. Los ojos revelaban que su mente aún divagaba a saber dónde, aunque su cuerpo ya respondía en el cuadrilátero del hotel MGM Grand. Óscar, el nuevo campeón, se acercó a su rival abatido y algo le dijo. Sólo los que estaba inclinados junto al hombre derrotado escucharon. Después besó el puño enguantado del perdedor como homenaje.
Valdez fue un prodigio de velocidad, de soltura de piernas y cintura que apenas intentaban llevarlo a las cuerdas lograba dar gráciles giros que lo ponían a salvo. Berchelt, por el contrario, lucía tieso. No era el monarca que se había lucido en las seis defensas previas. ¿Acaso el fantasma del Covid que padeció Berchelt en octubre lo persiguió esta noche?
Pero el verdadero rival y tormento de Berchelt fue una zurda relampagueante y poderosa que no supo o no pudo contener. El cuarto asalto fue el momento crucial donde empezó a perder el combate. Una vez que lo impactó a la altura de la sien, trastabilló hacia atrás. Otra vez, unos segundos después, volvió a ser conectado con esa siniestra impredecible y ahora sí lo dejaba mal. Las cuerdas evitaron su caída. El réferi advirtió que si no visitó la lona fue gracias al encordado y por eso le dio la cuenta de protección.
El décimo asalto fue climático. Berchelt tiraba golpes y avanzaba, pero ya divagaba en algún lugar desconocido. La zurda de Valdez volvió a aterrizar en el monarca y fue demoledor. El campeón cayó como si se tratara de una marioneta a la que le cortan los hilos. Cuando regresó en sí, todo había terminado. Ya no era más el campeón del mundo.