uién los viera, porque en su país de origen los corporativos mineros canadienses son catalogados de legal, social, laboral y ecológicamente responsables (¡cómo estarán los irresponsables!) que contribuyen al desarrollo de la comunidad. Pero más allá de esa idílica narrativa oficial, fuera de sus fronteras, en especial cuando operan en naciones como México, proceden de forma contraria: de hadas se transforman en depredadores, tal como lo hacen las empresas mexicanas dedicadas a ese actividad.

Al igual que los corporativos mineros mexicanos, los canadienses violan la ley laboral, pagan salarios de hambre, se pasan por el arco del triunfo la norma ecológica, concentran millones de hectáreas, manipulan precios de los metales, ocultan el volumen de producción, chantajean aquí y allá, compran autoridades federales y estatales, permanecen impunes y, la cereza del pastel, alegremente evaden al fisco y exigen devolución de impuestos.

Como cápsula de memoria, vale mencionar que ya en junio de 2020 el presidente López Obrador advirtió que hay unas empresas canadienses mineras que no están al corriente (en el pago de sus impuestos) y quieren ir a tribunales internacionales; entonces, aprovecho para mandarle un mensaje respetuoso al embajador de Canadá (en México) para que nos ayude a convencerlas; ¿para qué vamos a tribunales?, si es muy claro que tienen esas deudas con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), y ojalá nos ayude a convencerlas.

El mandatario hizo un atento llamado a las mineras canadienses en su conjunto (amas y señoras del oro mexicano y parte de la plata), pero en especial al corporativo First Majestic Silver (con más de 200 mil hectáreas del territorio nacional concesionadas por los gobiernos panistas y priístas) que desde entonces chantajea con acudir a tribunales internacionales (por mucho que tales concesiones estipulan que todo procedimiento se hará conforme a las leyes mexicanas y en tribunales mexicanos), para ”resolver” lo que considera una conducta ilegal e injustificada de la autoridad tributaria (a la que también exige devolución de impuestos), toda vez que, dice, su proceder se ampara en un acuerdo de fijación de precios anticipado que firmó con el gobierno… de Felipe Calderón (¡sorpresa!).

Pues bien, no se sabe si convencieron a los corporativos canadienses o si el embajador de esa nación en México ayudó a deshacer el entuerto, lo cierto es que el Servicio de Administración Tributaria hizo muy bien su chamba y procedió en consecuencia: el gobierno de México planea obtener más de 500 millones de dólares de la minera First Majestic Silver en lo que dice ser un adeudo por impuestos por mantener artificialmente bajos los precios de la plata durante la última década. Las auditorías muestran que la empresa debe alrededor de 11 mil millones de pesos. A la fecha, el SAT ha solicitado a la firma canadiense 5 mil 500 millones en adeudo de impuestos y la mitad restante del total aún no ha entrado en disputas formales ( La Jornada, Reuters).

Con base en dicha información, los funcionarios mexicanos también están redoblando sus esfuerzos para procesar penalmente a Primero Empresa Minera, unidad local de First Majestic Silver, por fraude fiscal relacionado con el esquema de precios. Según el análisis del gobierno, Primero Empresa Minera (que First Majestic Silver, con sede en Vancouver, compró en 2018), fijó los precios de la plata por debajo del valor de mercado en un sistema similar a los valores de transferencia utilizados por las trasnacionales para trasladar las ganancias a paraísos fiscales con bajos impuestos.

De ese tamaño es el ejemplar (léase depredador) proceder del corporativo minero canadiense, el cual también aquí consiguió (vía la Cámara Minera de México, el club de la mafia de empresarios del ramo) ser catalogado como socialmente responsable, demostrando respeto por las comunidades, los valores éticos y el ambiente, contribuyendo así a la construcción del bienestar social. ¡Zas! Evasores y cínicos.

Las rebanadas del pastel

Triple tarea para los países tercermundistas: combatir la pandemia, apuntalar la economía y enfrentar al poderoso lobby de las trasnacionales farmacéuticas, que con sus prácticas ha infectado a todo el planeta, sobre todo ahora con las vacunas.

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