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Songbird o la dificultad de retratar en la pantalla una tragedia que aún se desarrolla

A diferencia de Contagion, que fue alimentada por lo desconocido, este nuevo thriller de ciencia ficción sólo ofrece fantasías mórbidas y pensamientos apocalípticos

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▲ La cinta refleja un mundo atorado en el confinamiento perpetuo por una cepa con índice de mortalidad de 56 por ciento, en el cual surge el amor.Foto fotogramas de Songbird
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de enero de 2021, p. 6

Songbird se hace la pregunta que ahora nadie quisiera escuchar: ¿Qué pasaría si las cosas fueran peores que en la actualidad? Catalogada como un thriller de ciencia ficción, la cinta producida por Michael Bay toma lugar tres años en el futuro, donde el Covid-19 ha mutado al Covid-23, una cepa del virus con un índice de mortalidad de 56 por ciento.

El mundo está atorado en un confinamiento perpetuo. Soldados patrullan las calles, asegurándose de que sólo los inmunes (identificados con brazaletes amarillos) dejen sus cuarentenas. A los ciudadanos se les pide tomarse la temperatura todos los días y, en caso de anomalías, son arrastrados lejos y tirados en campos de aislamiento donde son dejados para morir o sufrir mientras la enfermedad pasa.

En medio de todo eso, el amor surge. Un chico inmune se enamora de una chica vulnerable. El director de la película, Adam Mason, y el guionista, Simon Boyes, pensaron en la posibilidad el pasado marzo, cuando Hollywood se paralizó por primera vez debido a la pandemia. Fue filmada en el verano, convirtiéndose irónicamente en la primera producción en Los Ángeles desde que empezaron las restricciones por Covid-19.

Sin embargo, todos esos esfuerzos parecen haber sido en vano. La película ha sido destrozada por la crítica por no ser capaz de ofrecer otra cosa que no sea el constante recordatorio del terrible e incierto futuro que enfrentamos. Thrillers basados en pandemias para disparar nuestra imaginación ya existen, mientras nuestra pesadilla sigue ocurriendo en presente continuo, según un artículo del diario británico The Independent.

Pudo haber resultado fácil asumir que Songbird tendría una gran audiencia. En marzo del año pasado, Warner Bros. anunciaba que Contagion era la película más solicitada dentro de su catálogo en línea. Sin embargo, cuando todas esas cintas fueron hechas, estaban alimentadas por lo desconocido. Pero el cine parece perdido cuando eso que era desconocido es ahora una realidad diaria e íntima.

Así que parece que todo lo que puede hacer Songbird es brindar fantasías mórbidas y pensamientos apocalípticos. Aunque a diferencia de ficciones como Outbreak o I Am Legend, la idea sobre una película de la pandemia actual conlleva efectos secundarios que podrían ser dañinos.

En Songbird se retratan todas las medidas para contener al virus no sólo como una barrera para el amor, sino también como una supresión de las libertades humanas. En un intento por sacar a una persona infectada de la ciudad, el protagonista de la película ni siquiera se detiene a pensar que está ayudando a que el virus se propague. Es el antiguo Departamento de Sanidad –formado ahora por sujetos armados y defensores de la cuarentena– el que asume el rol del villano.

Aunque antes han existido filmes sobre momentos específicos de la historia, parece que es imposible capturarla mientras ésta se sigue desarrollando. Para poder tener películas como World Trade Center, de Oliver Stone, y United 93, de Paul Greengrass, tuvieron que pasar cinco años tras los acontecimientos del 11 de septiembre en que están basadas. A diferencia de esa tragedia, en la actualidad seguimos recibiendo imágenes de una crisis que todavía no tiene fin visible.

El fenómeno probablemente proviene de la manera en que los medios actuales nos han acostumbrado a esperar una respuesta inmediata sobre lo que ocurre. No hay tiempo para procesar o contextualizar. Y así es como aparecen cintas como Corona Zombies o la canadiense Corona: Fear is a Virus (Corona: el miedo es un virus), de Mostafa Keshvari.

Por otro lado, también está el trabajo esencial que se ha hecho desde otras perspectivas. Documentalistas se han apresurado a capturar imágenes de los hospitales desbordados y los trabajadores de la salud presionados hasta extremos inhumanos. Muchos han sido los proyectos que condenan las medidas de sus respectivos gobiernos. Otras películas, a su manera, han sido capaces de capturar algo valioso de la época. Reconocen que ahora mismo no hay una narrativa general a nuestro alcance, tan sólo pequeñas e íntimas experiencias que muchos compartimos: miedo, aislamiento y la sensación de unión y de alejamiento.

También existen proyectos como el de Doug Liman, Locked Down, centrado en el efecto devastador que tuvo el año pasado en las relaciones interpersonales. Anne Hathaway y Chiwetel Ejiofor interpretan a una pareja recientemente separada que se queda atrapada junta debido a las medidas de confinamiento. Y aunque las reseñas no han sido impecables, la crítica le ha concedido que muestra una honestidad brutal sobre la tensión cíclica entre las tareas del hogar y las conversaciones forzadas por videollamadas.

Es probable que todavía no hayamos llegado al punto de poder procesar todo el panorama de la pandemia, aun así existen formas en que el cine puede brindar tranquilidad y conocimiento sobre la realidad actual.