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Cuando la revolución cubana cambió la historia
L

os cambios sociales no se diseñan, tampoco se ciñen a los manuales. Las revoluciones suceden, ocurren por la perseverancia, la voluntad política y la convicción de estar librando una guerra justa contra los poderes tiránicos, la opresión y, en América Latina, contra las oligarquías, el imperialismo y el colonialismo interno. Cuba es la demostración de lo imprevisible. Pocos hechos han marcado el devenir de la historia contemporánea como la revolución cubana. Su triunfo nos hace visualizar su importancia. En este sentido, debemos mencionar su contribución a la lucha antiimperialista, al desarrollo del pensamiento crítico latinoamericano, en la gestación de alternativas anticapitalistas y el debate acerca de la transición al socialismo. Los grandes acontecimientos políticos desarrollados a nivel mundial desde el 1º de enero de 1959 pasan necesariamente por la revolución cubana.Asimismo, la dimensión de sus dirigentes ocupan un lugar preminente, son vidas ejemplares. Fidel Castro, Camilo Cienfuegos, Che Guevara, Haydée Santamaría, Vilma Espín y Asela de los Santos, entre otros y muchos.

La revolución cubana ha bregado a contracorriente, crecido en medio de un bloqueo y la agresión imperialista de Estados Unidos y sus aliados. Lo han intentado todo. Guerra bacteriológica, una invasión frustrada, atentados terroristas, intentos de magnicidio, procesos desestabilizadores, campañas desinformativas en medios de comunicación, programas de radio, televisión, montajes cinematográficos, ediciones de libros, congresos, etcétera. No han escatimado recursos, medios, personal militar o civil para acosar, desvirtuar e intentar torcer el brazo a la revolución. Sólo esta lista de acontecimientos habla de la dimensión histórica de la revolución tanto como de sus logros.

Cuba irrita al imperialismo. Se proyecta una imagen distorsionada. Ocultan sus aportes en la investigación médica, como lo constituyen las vacunas contra el cáncer de pulmón, el tratamiento contra el vitiligo o el cáncer de hígado. Han sido cientos los médicos de todo el mundo que han cursado master en Cuba sobre salud pública, pionera en desarrollar un sistema de salud comunitaria y lanzar la propuesta de mé-dico de familia. No menos destacado ha sido su papel en las luchas de emancipación de los países de África, su participación en la formación y desarrollo de los países no alineados, su rechazo al apartheid y su decidido apoyo a Nelson Mandela. Han abierto sus universidades y escuelas a los jóvenes de todos los países del mundo. Africanos, asiáticos, latinoamericanos o provenientes de Oceanía. En sus aulas se han graduado ingenieros, físicos, médicos, biólogos, matemáticos, pedagogos, químicos, técnicos, arquitectos. Su compromiso político le ha ganado el respeto incluso de sus enemigos. En el terreno de la salud, no hay ningún país que se le aproxime en entrega y solidaridad. La brigada de médicos Henry Reeve ha desarrollado labores humanitarias en casi todos los países de la región, desde su creación en 2005. Sus miembros han combatido las enfermedades en los lugares más insospechados, donde nunca había llegado un galeno. Barrios populares, poblaciones marginales, comunidades campesinas. Cuba se compromete y salva vidas. Eso es hacer historia. Su actuación ha sido merecedora del premio de la Organización Mundial de la Salud y de ser propuesta como Premio Nobel de la Paz en 2020.

Por otro lado, sus actuaciones en la esfera de las relaciones internacionales desde Naciones Unidas le han ganado el respeto y reconocimiento de la mayoría de países que la integran. De hecho, de los 193 estados que la integran, salvo Israel y Estados Unidos, y cuatro abstenciones, en 2019, 187 países votaron contra su embargo económico, comercial y financiero.

Tras la revolución cubana, la historia cambió de rumbo. Los movimientos populares de todo el mundo miraron hacia el Caribe. Fue la última revolución nacionalista. La lucha antimperialista, de liberación nacional, se alzaba victoriosa reivindicando a la vez la guerra justa contra la tiranía. Un ejército rebelde había derrotado a una de las dictaduras más corruptas y represivas del continente, encabezada por Fulgencio Batista. Pero al mismo tiempo se constituyó en la primera revolución socialista triunfante en el continente. La lucha por la democracia, la independencia económica, los derechos reales de autodeterminación, la reivindicación anticolonialista, se plasmaron en la I y II Declaración de La Habana, ambas fueron respuestas a las primeras acciones desestabilizadoras iniciadas por el imperialismo estadunidense y los países de la OEA. Dichos documentos, junto con la autodefensa de Fidel Castro, La historia me absolverá, tras ser detenido por el asalto al cuartel Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de julio de 1953, son los documentos más reveladores del pensamiento emancipador donde se refleja el sentido y proyección internacionalista de la revolución cubana. ¿Qué es la historia de Cuba si no la historia de América Latina? ¿Y qué es la historia de América Latina si no la historia de Asia, África y Oceanía? ¿Y qué es la historia de todos estos pueblos si no la historia de las más despiadada y cruel del imperialismo en el mundo entero?

Así, la consigna Patria o Muerte condensa todos los principios que hacen de Cuba un referente obligado en las luchas democráticas, antimperialistas, contra la explotación de la naturaleza, en defensa de la humanidad, la vida, donde el bien común, la justicia social y la igualdad se funden con proyecto socialista. Nos referimos a los principios éticos, de entrega, dignidad, compromiso, ejemplo solidario e internacionalistas sin los cuales la vida no vale la pena ser vivida. Hoy la revolución no se detiene. Cuba no se rinde.