Tel Aviv. El ex analista de la marina estadunidense Jonathan Pollard, acusado de espiar para Israel, llegó ayer a Tel Aviv, 35 años después de haber sido arrestado y procesado, y pese a haber acusado a Tel Aviv de abandonarlo. Puede empezar su vida de nuevo, con libertad y felicidad. Ahora está en casa, dijo el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al recibir a Pollard y a su esposa, Esther, en el aeropuerto de Ben Gurion. El ex espía se quitó el cubrebocas, se arrodilló y besó el suelo en la pista de aterrizaje.

El Washington Post calificó la liberación de Pollard de regalo de despedida del presidente estadunidense, Donald Trump, a su aliado Netanyahu.

Pollard, de 66 años y judío, fue contactado en los años 80 por un coronel israelí y comenzó a mandar secretos de Estados Unidos a Israel a cambio de decenas de miles de dólares. Transfirió cientos de documentos estadunidenses cruciales a Israel, lo que tensó las relaciones entre ambos países.

Fue arrestado en 1985 y condenado a cadena perpetua dos años después, luego de que se confesó culpable.

En su defensa, declaró que cometió los actos porque el sistema de inteligencia estadunidense ponía en peligro la seguridad de Israel al no compartir información que le atañía.

El gobierno israelí reconoció haber contratado a Pollard en 1987 y ofreció una disculpa formal a Estados Unidos, pero hasta 1998 no admitió haberle pagado.

Varias de las operaciones realizadas por Israel contra la Organización para la Liberación de Palestina tuvieron éxito gracias a las informaciones de Pollard, como la redada de octubre de 1985 en la sede de dicho grupo en Túnez, en la cual murieron 60 personas, según documentos desclasificados.