Es una las grandes fortalezas de la humanidad, coinciden artistas, algunos ya asfixiados por la falta de ingresos, otros que viven de la docencia y unos afortunados con salario fijo
Jueves 31 de diciembre de 2020, p. 3
La pandemia puso a prueba este 2020 la fortaleza de la música en México, lo mismo para creadores e intérpretes que para agrupaciones sonoras, instituciones culturales y público. La virtualidad y las plataformas electrónicas se encumbraron como los nuevos teatros y salas de concierto ante las cancelaciones y la prorrogación para tiempos mejores de los espectáculos presenciales.
Esta es una situación sobre la que el pianista Armando Merino y la fagotista Wendy Holdaway opinan que se ampliaron las expectativas de trabajo y ello permite llegar a mayores públicos, mientras la soprano Lourdes Ambriz y el flautista Horacio Franco la ven como un arma de doble filo
.
La consideran una solución inmejorable en lo inmediato, pero que, de mantenerse como el principal medio, podría empobrecer no sólo la calidad musical, sino también la relación con las audiencias.
Un punto de coincidencia es que un número importante de músicos, al menos en nuestro país, se encuentra al límite en términos económicos, si no es que en situación catastrófica
, debido a la ausencia de actividades y la falta de trabajo.
Una tabla de salvación, expone, es que varios de los ejecutantes tienen otros ingresos, derivados, principalmente, de la docencia o de un apoyo institucional (becas), o bien, cuentan con un salario fijo por ser parte de la plantilla laboral de agrupaciones musicales o instituciones culturales públicas.
Los músicos realmente han vivido un año terrible, porque ninguno tiene gran cantidad de dinero ahorrado y, en caso de tenerla, en una situación como la actual no alcanza para más de dos o tres meses
, reconoce Lourdes Ambriz, quien se sabe afortunada por tener un ingreso fijo en su condición de cantante solista de la Coordinación Nacional de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal).
Situación similar es la de Armando Merino, quien desde 2000 forma parte de esa misma instancia cultural como concertista, además de ejercer la docencia en la ahora Facultad de Música de la UNAM desde 1999; también es el caso de Wendy Holdaway, fagotista principal en la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), y de Horacio Franco, quien admite que, si no tuviera plaza de tiempo completo como profesor en el Conservatorio Nacional, hubiera tenido que hacer un negocio u otra cosa
para enfrentar los estragos del Covid-19 al no poder encarar sus gastos.
Hay que recordar que el flautista, reconocido entre los mejores intérpretes de ese instrumento en el mundo, fue de los primeros músicos mexicanos en hacer público que había dado positivo al nuevo coronavirus, a finales de marzo, 13 días después de regresar de una gira en Nueva York, Estados Unidos.
En el caso de la música, de los artistas en general, a nadie se le ocurre que quienes se dedican a esto no tengan qué comer y, entonces, las iniciativas de presentar algo en línea han sido sin remuneración
, dice Lourdes Ambriz.
Los músicos que han intentado hacer esto actúan de buena fe, sin ninguna remuneración, y sí es un terrible esfuerzo porque incluso para hacer un video casero hay que invertir. Todo lo que se hace es de manera independiente, sin ningún pago.
Otro factor de convergencia entre los artistas mencionados, según asentaron, es la urgente necesidad que tienen los intérpretes de regresar a las salas de concierto, tocar en vivo y ante el público.
Ha sido desolador no estar en los foros ni en contacto con la audiencia, con esa parte maravillosa, mística, casi sagrada, que permite un concierto presencial. Nunca será lo mismo tocar para un aparato electrónico. El contacto, la interacción con el público, es fundamental
, subraya Horacio Franco.
Según Wendy Holdaway, esta falta de actividad presencial puede repercutir incluso en el desempeño de los ejecutantes, ya que artísticamente es muy difícil mantener un nivel cuando no se tienen conciertos de forma constante
ni el reto de tocar ante los escuchas.
Vacas flacas en 2021
La de la creación musical es una realidad que se cuece aparte en este escenario de pandemia. Al menos en cuestiones monetarias, asegura el compositor Enrico Chapela, quien avizora que la crisis económica para ese gremio musical irrumpirá a partir del año próximo.
Los compositores, probablemente, somos los menos afectados en este momento por la crisis. En mi caso, este 2020 tenía varios conciertos, varias presentaciones comisionadas, y todo se pospuso. Los más afectados dentro del mundo de la música, sin duda, han sido los intérpretes, porque han tenido que parar al cien por ciento o casi
, señala.
Me vi afectado en el sentido de que no se tocaron mis piezas, pero no porque quienes me las comisionaron dejaran de pagarme. Los encargos de obra, por lo general, se hacen uno o dos años antes, por eso es que ahora tuve trabajo, pero a lo largo de este año no me han hecho ninguna comisión, cuando en los anteriores han sido hasta seis, aunque el promedio es de tres o cuatro piezas.
Enrico Chapela es beneficiario del Sistema Nacional de Creadores de Arte, aunque se encuentra en el último de sus tres años de apoyo, por lo que vislumbra que, al no tener hasta ahora encargo de obras y dejar de recibir esa beca, será inevitable enfrentar la época de vacas flacas
a partir de 2021. Es un panorama que piensa superar concentrándose en la enseñanza, lo cual hace desde su propia escuela en línea de composición.
¿Qué es lo que sigue o viene?, es la pregunta que ronda en la mente de toda la humanidad ante la agresividad del nuevo coronavirus. En el caso de la música de concierto, la incertidumbre no sólo atañe a creadores e intérpretes, sino también a programadores y funcionarios culturales.
El titular de la coordinación de Música y Ópera, José Julio Díaz Infante, adelanta que necesariamente toda la programación
de ésa y las demás instancias musicales del Inbal continuará en la modalidad virtual, al menos los primeros meses de 2021.
Hecho del que también da testimonio Wendy Holdaway, a quien se le notificó, comenta, que en la OSN se pretende regresar a la dinámica presencial después de la próxima Semana Santa. Pero, francamente, nadie sabe nada
.
Entre los cambios y enseñanzas dejados por el nuevo coronavirus, en términos de programación artística, Díaz Infante comenta que los planes deben hacerse ahora desde el principio con diversos escenarios.
La idea, explica, es atender de inmediato si una actividad puede ser presencial o debe cambiarse a la virtualidad, según el semáforo sanitario. La digital, añade, es una modalidad que llegó para quedarse en al ámbito sonoro, aunque no de forma exclusiva.
El costo monetario de la pandemia para la coordinación de Música y Ópera es un dato que el servidor público asegura no tener a la mano, pero puedo decir que se cancelaron muchas cosas que estaban próximas a suceder en abril y marzo; por fortuna, pudimos actuar pronto y reprogramar las que estaban para más adelante en el año. Entonces, hay muchas (presentaciones) que no diría que se perdieron, sino que se postergaron
.
Aclara que no se puede hablar de pérdidas económicas para esa instancia pública, porque ésta carece de ingreso directo. Recuerda que el presupuesto de este año se vio afectado en el sector público por la reducción ordenada por el Ejecutivo para atender la emergencia sanitaria y, en lo que le compete, indica que se hicieron los reajustes necesarios.
Mientras Lourdes Ambriz alerta sobre los efectos negativos que la emergencia sanitaria ha tenido para los músicos jóvenes, de los cuales apunta que no sólo tuvieron un año perdido, sino que experimentaron un retroceso en su carrera, Armando Merino resume el que acaso es el sentir de todos aquellos que dedican su vida al arte sonoro en estos aciagos momentos.
Pienso que el trabajo que hacemos los músicos es importante, porque la música es una fuerza interna que tiene el ser humano, claro que está más visible en quienes nos dedicamos a ella, pero es una fuerza imparable para todos
, sustenta.
Esto me ha mantenido en un espíritu de mucha alegría, de servicio; con ese espíritu he seguido creciendo musicalmente. Durante la pandemia, he podido constatar la fuerza de la música dentro de mí mismo y cómo es una de las grandes fortalezas de la humanidad. Es como la esperanza o como la fe, una herramienta para la vida, para ayudar en estos momentos difíciles.