Scolel’ Te (Árbol que crece): desarrollo comunitario y mitigación del cambio climático
Una de las experiencias de desarrollo comunitario y cambio climático más antiguas en México es el proyecto Scolel’ Te (Árbol que crece, en lengua maya-Tzeltal). Esta iniciativa fue implementada en 1997 por la Cooperativa Ambio por diversas comunidades campesinas de la región de la Selva Lacandona (Chiapas), el Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) y la Universidad de Edimburgo de Escocia (UK). Desde sus orígenes, esta unión de saberes ha permitido trabajar en varias regiones ecológicas y culturales, donde participan indígenas tojolabales, tzotziles, tzeltales, lacandones, choles, y comunidades mestizas del estado de Chiapas. Así, este proyecto se inició pensando en la necesidad de fomentar el manejo sostenible de los recursos naturales en un contexto de los efectos del cambio climático. Al considerar esta problemática, el proyecto ha incursionado en el diseño e implementación de sistemas forestales y agroforestales para mejorar los sistemas de agricultura locales y promover los servicios ambientales, lo que ha permitido la venta de bonos de carbono en mercados voluntarios a nivel nacional e internacional.
El árbol que crece
Desde hace varias décadas, el cambio climático ha sido uno de los problemas socioambientales más relevantes en todo el mundo, siendo la población pobre la más afectada por efectos de sequías, huracanes e inundaciones, como las que recientemente han sucedido en este año en Chiapas, Campeche, y Tabasco. En este contexto, pensar y valorar “el árbol que crece” ha sido de vital importancia para mejorar los medios de vida en las comunidades rurales, fomentar sistemas forestales y agroforestales y promover la restauración de tierra degradada o “cansada”. Así, la siembra y cuidado de árboles locales, aunado al conocimiento tradicional campesino y los avances de la investigación científica, han permitido a Scolel’ Te , diseñar sistemas forestales y agroforestales para mejorar la producción, capturar carbono y vender el servicio ambiental en el mercado voluntario bajo el estándar “Plan Vivo” .
El Plan Vivo y las comunidades
Una de las principales contribuciones de Scolel’ Te ha sido la metodología del “Plan Vivo”, la cual se originó en Chiapas (México) y ahora ha sido implementada por la Fundación Plan Vivo (www.planvivo.org) en varios países de África y Asia. Esta herramienta consiste en construir un mapa con especificaciones técnicas, y ha sido fundamental para diseñar participativamente con los productores la planificación del uso de la tierra, ya sea a escala familiar y/o comunitaria. Ello permite identificar las áreas de tierra con potencial para reforestación y/o conservación, establecer calendarios de trabajo, calcular costos, programar y establecer los tiempos para hacer las prácticas agroforestales. El plan vivo va acompañado de un análisis de la importancia del cambio de uso de suelo para tener sistemas agropecuarios más amigables, la incorporación de conocimiento tradicional campesino, por ejemplo, qué árboles locales son los más importantes y qué usos tienen, y generar consensos y acuerdos comunitarios para cumplir los compromisos establecidos en los planes vivos.
Cosechando alimentos, madera y carbono
Los sistemas agroforestales son necesarios aliados, ya que aumentan la diversidad de alimentos para las familias y también dan empleo. Algunos de los sistemas agroforestales -que han sido aceptados por las comunidades campesinas que participan en Scolel’ Te- en la región maya de Chiapas son: 1) El Acahual mejorado de clima tropical y templado, se ha promovido en la zona tzeltal-chol, el cual ha permitido mejorar las áreas de descanso agrícolas con la incorporación de árboles locales de valor comercial, como el cedro (Cedrela odorata). 2) Sistema Taungya. Aunque este sistema agroforestal fue diseñado en el sureste asiático, se ha podido implementar exitosamente en zonas cálidas, intercalando árboles con la siembra de cultivos básicos como maíz, frijol, calabaza y chile. 3) Sistema café bajo sombra. Este cultivo de gran importancia para las familias de municipios como Ocosingo, Chilón, Yajalón (Chiapas), ha sido enriquecido con la siembra de árboles maderables y la promoción de árboles nativos para mejorar la cobertura de sombra, y así tener un café de mejor calidad. 3) Sistemas silvopastoriles con cercos vivos y árboles dispersos en potreros han sido establecidos en Marqués de Comillas, en la región de la selva Lacandona y más recientemente en la zona de La Frailescana, ambos en municipios de Chiapas. La promoción de siembra de cercos vivos y árboles dispersos ha sido pensando en la intensificación de los sistemas ganaderos y evitar el crecimiento de las áreas de pastoreo para evitar la deforestación. Por ejemplo, en los ejidos de La Corona y La Victoria, colindantes con la reserva de la Biosfera Montes Azules, Chiapas (REBIMA), en los últimos años se han establecido más de 100 km de cercos vivos de “Cocoite” (Gliricidia sepium) y otras especies maderables como Tabebuia rosea, T. guayacan, C. odorata, S. macrophylla y Pachira aquatica. Además, la promoción de sistemas silvopastoriles ha sido recomendando árboles nativos y buenas prácticas ganaderas mediante el uso de pasturas mejoradas, establecimiento de infraestructura ganadera (corrales de manejo), prácticas de suplementación animal mediante el uso de follaje de árboles en bloques nutricionales. En estas comunidades también se han implementado las prácticas de manejo de la tierra que está en descanso, mediante mejoramiento de los acahuales y también el mantenimiento de las áreas de bosque y selva para su conservación. Nuestra experiencia de varios años nos ha permitido constatar que los sistemas agroforestales son grandes captadores y sumideros de bióxido de carbono (CO2). Además, la experiencia Scolel’ Te ha ido acompañada por la investigación científica y sus resultados han mostrado, por ejemplo, que un sistema taungya puede capturar 150 ton/de carbono, un acahual mejorado 250 ton/de carbono , un café tradicional con sombra 155 ton/de carbono, una pastura con cercos vivos 56 ton/de carbono, y una pastura con árboles dispersos de 55 ton/de carbono.
Actualmente más de 1 200 pequeños productores participan en este proyecto, ubicados en más de 100 comunidades de diversas zonas agroecológicas del estado de Chiapas. Esto beneficia a más de 2 500 familias, quienes reciben incentivos económicos por realizar un manejo sostenible de sus parcelas agroforestales y áreas de conservación. Estas acciones se traducen a bonos de carbono, los cuales se colocan en el mercado de carbono voluntario internacional, el cual tiene su origen en el Protocolo de Kioto (ONU-1997). Por ejemplo, en 2019, la venta de carbono de Scolel’ Te fue de más de 65 902 toneladas y entre los principales compradores estuvieron Zero emission, Climate Partner (UK), Climate Stewards, Sustentur e Impacto 0.
Es importante mencionar que, en 23 años de vida, el programa Scolel’ Te en México es el programa en el mercado de carbono voluntario más longevo a nivel internacional y ha generado lecciones aprendidas que han sido retomadas por otras iniciativas. Estrategias de este tipo dan la oportunidad de mejoramiento ambiental y económico a pequeñas unidades familiares, y dan la opción a la sociedad en general de mitigar su huella de carbono (en México el promedio es de 6 tCO2 per cápita), y abonar así a la mitigación del cambio climático; además de tener múltiples beneficios socioambientales adicionales. El proyecto Scolel’ Te, así como la Cooperativa AMBIO, han contribuido con una rica experiencia técnica y social, sin embargo, actualmente hay muchos retos por enfrentar para seguir avanzando en un camino de construcción y solidaridad social en beneficio de las comunidades campesinas e indígenas. •