n esta semana, Reino Unido y Estados Unidos iniciaron sus campañas de vacunación contra el Covid-19. Otros países desarrollados de Europa harán lo propio en unos días y así se irá generalizando paulatinamente una lucha para enfrentar esta pandemia global, que no podrá tener tregua.
Nosotros comenzaremos la vacunación la semana entrante, en una estrategia que no cejará a lo largo de todo 2021 y parte de 2022, de acuerdo con el calendario de las autoridades sanitarias de la nación, aunque muy probablemente ésta tendrá que continuarse durante años.
El hecho de que la ciencia mundial haya logrado vacunas altamente confiables, en un periodo tan reducido, es un mérito sin precedente que debe ser reconocido por la humanidad y que sin duda apunta al optimismo. Pero debemos tomarlo con reservas, pues el fin de la pandemia y el retorno a la normalidad que conocíamos previo a la propagación del virus se vislumbran aún muy lejanos.
Recuperar las libertades
que acostumbrábamos, como no usar el cubrebocas, viajar o trasladarnos de un lugar a otro sin restricciones, acudir a actos masivos, a escuelas u oficinas despreocupadamente, parece inviable en el corto plazo. Volver a esa condición tardará más de lo que creemos y sobre todo, de lo que anhelamos.
Según los expertos, para poder situarnos en una nueva normalidad, exentos del riesgo latente del virus, será necesario alcanzar primero niveles de inoculación superiores a 70 por ciento de la población mundial. Es decir, no basta con que se tengan ya las vacunas y los países hayan emprendido sus jornadas de vacunación. Los biológicos no son mágicos y la pandemia es global.
Lograr tales índices de vacunación tan sólo en nuestro país significa la inmunización de más de 85 millones de mexicanos, lo cual podría tardar meses o incluso años.
El proceso de vacunación en el mundo entero representa una tarea titánica, extremadamente compleja. Las autoridades sanitarias internacionales prevén que en la rebatiña por las vacunas se presenten conflictos regionales, entre naciones y aun dentro de éstas. Habría que esperar, atisban los expertos, críticas a los atajos permitidos por los reguladores, fallas en los procesos, en las logísticas, en las campañas de información o ante la muy probable escasez de personal capacitado para administrar los biológicos.
Para especialistas epidemiólogos de la UNAM, una campaña de vacunación como la que se requerirá contra el coronavirus no puede gestionarse sólo con virólogos, sino que se requieren equipos multidisciplinares con expertos en comunicación, sociología y salud pública, entre otros.
Estiman que la reticencia a la vacunación en México, como ocurrirá también en otros países, será un tema de salud pública de primer orden durante los meses y años por venir, cuya dimensión dependerá de las narrativas que los gobiernos y los medios de comunicación logren construir a su alrededor.
A escala global, el acaparamiento de las vacunas es una realidad. Los últimos datos señalan que 51 por ciento de las dosis producidas en los próximos meses serán destinadas a naciones ricas, ls cuales representan sólo 14 por ciento de la población mundial.
Vicios ancestrales de nuestra sociedad, como la discriminación racial, los privilegios de clase o la exacerbada polarización del momento político, no deben convertirse en obstáculos insalvables en una situación tan apremiante. Ante el desafío monumental será preciso entender que todas y todos, sin excepción, requerimos de una vacuna y tenemos el mismo derecho a ésta.
Los políticos y sus partidos tienen, a su vez, la responsabilidad de entender y decodificar los asuntos científicos de manera responsable, para no profundizar las diferencias ideológicas y de intereses que de por sí se exacerban en periodos electorales como el que estaremos enfrentando en 2021.
Es momento de sumar y no de dividir. México fue clasificado internacionalmente, hace no mucho, como la peor nación para vivir la pandemia y me parece que ahora debemos cambiar la actitud y no medrar con la tragedia. Como ciudadanos será imprescindible entender y aprender de las emergencias colectivas que nos hacen vulnerables a todos por igual y que demandan de toda nuestra solidaridad.
Si bien nuestro país tiene ante sí un reto colosal, también es cierto que contamos con la experiencia acumulada en exitosas campañas y jornadas de vacunación emprendidas durante décadas por el sistema salud.
Sean, pues, bienvenidas las vacunas. Su llegada a México es una magnífica noticia. Empecemos cuanto antes su aplicación. A nosotros, como sociedad, nos toca ser responsables, pacientes, empáticos y, sobre todo, justos.