Una breve historia sin berrinches // La revancha de Cleveland // Cuatro años no son nada
ues con la nueva de que el lunes 23 de noviembre se dio de alta, dentro de la multitud de lectores de esta columneta, el señor Donald Trump, presidente todavía de Estados Unidos por los siguientes 13 días, a partir de este lunes 7 de diciembre.
Todo hace sospechar que don Donald leyó (o le leyeron) el final del opúsculo publicado en la fecha citada y, de inmediato, ordenó a uno de sus asesores (de los pocos no cesados, porque si éstos ya le hacen poco caso, los que siguen en la nómina simplemente le contestan con el dedo medio, o del corazón, bien erguido), que le investigara todo lo relativo a la críptica cita publicada en el único diario mexicano que él lee, aunque no entienda mucho, y que lo situaba en una clínica siquiátrica evocando, sin cesar, los años del siglo XIX, cuando sucedieron singulares acontecimientos en la historia de su país. Le platicaron de 1800. Le explicaron lo acontecido con múltiples dibujitos, como en una tirilla cómica y, entonces, el aún presidente no pudo dejar de exclamar: Time is money
, expresión que suele utilizar en los más diversos momentos, convencido de que esto significa algo así como ¡Bendito sea el Señor! o ¡Gracias Todopoderoso, por tu acierto en echarme la mano a mí, tu hijo predilecto! Pero, ¿no me repiten otra vez lo acontecido?
Fue Jared Kushner, el yerno, quien repitió la lección por centésima ocasión: En 1800 se dio un empate en la elección presidencial entre Thomas Jefferson y Aaron Burr, quienes recibieron igual número de votos electorales. El Congreso resolvió el empate: Jefferson fue designado presidente y Burr, de acuerdo con la legislación vigente, vicepresidente. Hasta 1804 el candidato con el segundo mayor número de votos era automáticamente vicepresidente. Por favor, un intermedio de ciencia ficción: México: presidente Salinas /Vice Cuauhtémoc. Fox/ Cuauhtémoc. Calderón /Andrés Manuel/Anaya. Diría el sabio politólogo conocido como Pompín Iglesias: ¡Pero qué bonita familia!
Pues en 1888 compitieron el presidente Grover Cleveland y Benjamin Harrison y hete que, éste derrotó al mandatario en el Colegio Electoral y, aunque perdiera en el sufragio popular, fue reconocido presidente electo.
El mandatario aceptó su derrota sin mayores dengues ni aspavientos como los que el señor Trump realiza a diario. Atendió al pie de la letra los protocolos de la transmisión de poderes y se retiró con dignidad y decoro. Pero no abandonó la militancia ni la diaria lid política. Cuatro años después asombró a la nación y se postuló de nueva cuenta: ¡ganó!
Por esa razón Grover Cleveland es el único ciudadano considerado dos veces dentro de la relación de presidentes, desde George Washington hasta la fecha, nómina en la que Joe Biden, por encima de pataletas trumpianas, será el número 46. Iba a decir que al término de esta lección de historia (un tanto retrasadita, ciertamente) don Donald enloqueció, pero esa expresión resultaría por demás equívoca. Realmente pienso que esta afección cerebral se originó tiempo atrás, el 4 de junio de 1946. No lo ubicamos, por respeto a sus ancestros, entre los meses de agosto y septiembre de 1945.
Está muy claro. Don Donald no impedirá, aunque pudiera hacerlo, el cambio de los mandos nacionales. Por supuesto hará entrega de los portafolios que atesoran las claves de la seguridad nacional. Los abrió, algunas veces, por disfrutar el placer indescriptible del supremo poder, pero no los entendió y lo aburrieron. (Pero para él, lo que cuenta está en los reportes de los organismos que miden, sopesan y evalúan (aunque hacerlo también sea su negocio) el poder de las grandes empresas norteamericanas y las corporaciones multinacionales. Con ellas negocia el presente inmediato y el futuro que, como inmortal, lo percibe inevitable. ¡Que cuatro años no es nada!
y… Trump, alucinado, enfermizo, obseso, los pretenderá minimizar.
La UNAM convocó a sus estudiantes y académicos a participar como voluntarios en brigadas de vacunación. Antes de que la noticia saliera, mi familia y yo ya éramos beneficiarios de esa campaña. Enviaré la foto que testimonia el trabajo voluntario de esa gente tan comprometida y generosa. La siguiente entrega, como debe ser, incluirá sus nombres. Por favor, si me leen remítanme su teléfono. Las deudas hay que pagarlas antes de que fine el año.
Twitter: @ortiztejeda