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El pueblo unido
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ecién inaugurado el siglo XXI, Bill Clinton dijo que Estados Unidos (EU) debería tratar de crear el mundo en el que le gustaría vivir cuando ya no sea la superpotencia militar, política y económica. Fue ocurrencia locuaz para un momento de divertimento desenfadado para el relax, porque ni él ni nadie en EU se ha propuesto tal cosa. Biden dijo el pasado martes: EU está listo para liderar el mundo; es así como entiende la antípoda al principio trumpiano America first. Al presentar a sus principales funcionarios de política exterior, agregó: “Ellos encarnan mi creencia central de que Am é rica es más fuerte cuando trabaja con sus aliados… Es así como realmente mantenemos a EU seguro, sin participar en conflictos militares innecesarios, y con nuestros adversarios en jaque y los terroristas a raya”. El imperio en decadencia avisa ahora, por voz de su próximo presidente, que está de regreso.

El multilateralismo abandonado por Trump será recuperado por Biden; uno muy a modo de EU, desoído por el gobierno de ese país cuantas veces le dé la gana pisoteando el débil derecho internacional, y abriendo conflictos militares cuando decida que es necesario: las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU le importan un bledo. Biden ya ha pisado la arena del conflicto militar, llamando matón a Xi Jinping durante su campaña política. Así se las gasta el imperio mil veces matón. El último misterioso asesinato fue de Mohsen Fakhrizadeh, arquitecto del programa nuclear de Irán.

EU no puede estar de regreso porque Biden inaugurará su gobierno en un mundo muy otro. Uno en el que la alianza China-Rusia ha avanzado, donde la desconfianza de la Unión Europea respecto a su aliado occidental no ha hecho sino crecer, uno en el que el sentimiento de América Latina de haber sido lastimada sin freno por el imperio está a flor de piel. Un mundo azotado por el Covid-19, frente al cual los países desarrollados han sido incapaces de colaborar y así seguirán, como lo muestra el acaparamiento –que ya han preparado– de las próximas vacunas contra esa peste infernal. Un mundo estragado hasta los huesos por el capital financiero internacional, mediante un modus operandi que quiere pasar por natural, cuando es resultado de unas reglas impuestas por el propio capital financiero, las que intentará mantener, o cambiar al modo de Lampedusa. Un mundo cuyos fundamentos permiten el escándalo de agregar a los millonarios de EU un billón de dólares (en castellano) a sus inmensas riquezas, durante lo que va de la pandemia. Un mundo desplegando una nueva revolución tecnológica con la 5G (quinta generación de redes móviles), la inteligencia artificial e Internet de las cosas, que traerá consigo brutales choques de trenes especialmente entre China y EU.

Ese mundo desfilando y EU en decadencia y profundamente dividido, hará que vivamos en peligro continuamente. México requiere mantener unida a su amplia base popular. Sólo así podremos innovar, social y políticamente, para marchar hacia delante en medio de tantos riesgos y amenazas. Existe una multitud de carencias y conflictos en esa base, en que debe concentrarse asidua y permanentemente la 4T. El esfuerzo por paliar en línea continua el suplicio histórico vivido por los pueblos infinitos de México no debe conocer reposo.

La 4T, el gobierno y el pueblo mexicano, cuentan ahora con una enorme ventaja política: la derecha social y política está uniéndose como nunca en el pasado y adquiere como por inercia –y ha hecho suyo– el fraudulento discurso trumpiano de señalar impúdicamente en el otro, todo lo que le es propio, como lo mostraron a toda vela los discursos inaugurales de la 34 edición de la Feria del Libro de Guadalajara. “En estos tiempos aciagos en los que lo peor de nuestro pasado aparece todos los días muy temprano disfrazado de futuro prometedor…” Toda una perla: lo peor de nuestro pasado, el neoliberalismo, sus beneficiarios, los siempre incluidos, con el desprecio de siempre para los excluidos, señalando, a la Trump, lo que los define, y creyendo que pueden aplicarlo al único gobierno en demasiadas décadas comprometido de veras con el pueblo. Bravo, bravísimo, por la autoexhibición en cueros: lo peor de la derecha del presente en su índole íntima, mostrando su identidad.

A las izquierdas de Morena les espera la madre de todas de las batallas. No están a la cabeza de su partido y, sin avanzar por el flanco izquierdo, todo será retroceso. Mantener al pueblo unido exige ampliar y profundizar los programas sociales, empujándolo hacia su propia liberación. En esa marcha no debieran perder de sus brújulas a los mexicanos de EU: de 57 millones de latinos que allá viven, 67 por ciento son mexicanos antiguos y recientes.

En un mundo tan adverso y amenazante como el trazado párrafos arriba, la madre de todas las batallas es de avanzar con el pueblo por la izquierda y continuar haciéndolo cuando el presidente López Obrador haya de partir para Palenque.