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En nuestro maltrecho continente, lo lógico es ser comunista: Rául Zurita

El poeta chileno cumplió la tradición de dejar un legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes

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▲ El escritor guardó unas fotografías de los versos de su poema La vida nueva “pintados” en el cielo de NY en 1982.Foto Armando G. Tejeda
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 28 de noviembre de 2020, p. 4

Madrid. El poeta chileno Raúl Zurita sigue igual de combativo, tanto en las palabras y metáforas de su obra poética como en su actitud ante una realidad que le indigna.

En su viaje por Madrid, en el que recibió el Premio Iberoamericano Reina Sofía de Poesía, Zurita celebró en entrevista con La Jornada que en medio del Apocalipsis todos tienen derecho a un minuto de felicidad, pero también denunció lo duro que ha sido ver el espectáculo de miseria, pobreza, desigualdad en América Latina.

Con su larga barba y su andar pausado, siguió durante su viaje una ya tradición en el Instituto Cervantes, que consiste en que los grandes escritores que visitan la capital española dejan en la caja acorazada de la sede central del organismo un legado.

Cada escritor o artista escoge el suyo y también cada uno decide cuándo se debe abrir esa caja de seguridad. Algunos, como el peruano Alfredo Bryce Echenique, mantuvo en secreto el contenido del legado y decidió que se abriera hasta dentro de 100 años.

El poeta Raúl Zurita, acompañado por el director del Instituto Cervantes, el también poeta Luis García Montero, hizo público el contenido, que además quiere que se quede el mayor tiempo posible en la sede central del Instituto Cervantes, aunque su apertura está señalada para dentro de un año. En su caso decidió dejar como legado una edición facsímil de unos poemas que escribió sobre el cielo. Se trata de unas fotografías originales del 2 de junio de 1982, cuando cinco aviones surcaron el cielo por encima de los edificios de Queens, en Nueva York, para escribir con humo blanco 15 frases de aproximadamente 7 kilómetros de largo. Eran 15 frases –como las definió Zurita– que componen el poema La vida nueva, incluido en su libro Anteparaíso, y que se hizo en su día como homenaje a la comunidad latina y de chicanos en Estados Unidos. Con versos como Mi dios es hambre o Mi dios es nieve (en este video se puede ver parte de esa actuación poética o performance https://www.youtube.com/watch?v=l9WvE9aeJ4o).

La edición que decidí dejar en la Caja de las Letras es un facsímil que se hizo en Colombia. Es un préstamo, dado que se hicieron muy pocos ejemplares, y es algo que me trae un grato recuerdo de unas escrituras que fueron tan efímeras. Son 15 frases. Me impresiona dejarlas en una bóveda. Es emocionante para mí, porque era una cosa preciada. Son fotografías originales de los poemas que escribí en el cielo. Por eso son importantes para mí, relató a este periódico minutos después de haber depositado el legado.

Zurita, nacido en Santiago de Chile en 1950, sufrió en carne propia la represión de la sublevación militar del posterior dictador y genocida Augusto Pinochet. El mismo día del alzamiento militar fue detenido por una patrulla militar y trasladado al Estadio de Playa Ancha, donde estuvo hacinado con otras 700 personas que, al igual que él, fueron torturados y vejados.

Pero ni la represión ni la dureza del régimen le impidieron mantenerse crítico, siempre desde su compromiso por la lucha por la igualdad y la justicia, pero también desde diversas corrientes estéticas, ya sea desde el arte conceptual, el performance y otras corrientes del arte contemporáneo como el land art. Y sin rechazar jamás su condición de luchador comunista –aún se define un comunista en 2020–, algo que no es nada extraño en América Latina cuando ves las injusticias seculares, las terroríficas diferencias sociales, las personas que mueren de hambre mientras otras viven en la opulencia más absoluta. En nuestro maltrecho continente, lo lógico es ser comunista.

Por eso también celebró que en medio del Apocalipsis todos tienen derecho a un minuto de felicidad, incluso él, con la concesión del premio, que también le sirve para señalar lo que para él sigue siendo un motor de vida y escritura, todavía más después de la devastación que ha dejado la pandemia del Covid-19 en el mundo: Han sido meses muy duros, sobre todo el espectáculo de la miseria, la pobreza, la desigualdad y la inequidad feroz que nos atraviesa como continente. Es espantoso.