Domingo 22 de noviembre de 2020, p. a12
Mickey Román no quiere pensar ahora en boxeo. Está desencantado y abrumado con lo que vivió en los días recientes y en toda una carrera contra la adversidad. El viernes fue derrotado por O’Shaquie Foster, en una pelea que describe no como dura, sino difícil
, donde jamás pudo encontrar el modo para entrar al combate. La distancia del rival fue infranqueable.
Un día antes, además, vivió un momento lamentable cuando el entrenador del adversario acusó que los guantes de Román estaban alterados. La Comisión de California no ha encontrado nada, pero realiza una investigación.
No sé cómo se atreven a acusar sin pruebas
, reclama Román; son guantes que llegan empaquetados y se entregan para revisión. Sólo alguien muy ingenuo puede pensar que voy a entregar unos guantes alterados que van inspeccionar. ¡A quién se le ocurre!
Piensa que si hubiera algo ilegal en los guantes, la Comisión de California ya habría emitido una postura y hasta el momento no ha encontrado nada.
Cuando observa la trayectoria de algunos peleadores, se pregunta por qué para algunos todo resulta tan sencillo. Román se esfuerza, trabaja como obseso en el gimnasio, se sacrifica, pero cree que a pesar de todo, se le complica.
Esta semana hablará con su promotor y decidirá qué va hacer en el futuro cercano. Tal vez una pelea más, pero si llegara a perder, se retiraría. Román no culpa al boxeo, pues le debe todo. Dice que sin este oficio, quizás habría terminado como algunos de sus viejos camaradas en las calles de Ciudad Juárez durante los años de mayor violencia.
Me habría llevado la vida recia de las calles en Juárez como a tantos que conocí
, finaliza.