Breve glosario
En las diferentes regiones del país identificadas como infiernos o zonas de emergencia ambiental, de las cuales algunas se han caracterizado en este número de La Jornada del Campo, se ha registrado la presencia en la tierra, en el agua, en el aire y en los cuerpos de las personas, una gran cantidad de sustancias químicas que se utilizan en la industria. Sin embargo, no es muy accesible la información sobre el impacto que causan en la salud humana. En las siguientes líneas se puede conocer un poco más sobre ello:
Arsénico: tiene usos industriales y se encuentra en los pesticidas. Muchos compuestos comunes de arsénico pueden disolverse en agua, acumulándose en el suelo. Los peces y mariscos pueden acumular esta sustancia, pasando luego al ser humano. Sus efectos en la salud son los siguientes: inhalaciones en grandes cantidades pueden producir dolor de garganta e irritación de los pulmones. La ingestión en niveles muy altos puede ser mortal, mientras que la exposición a niveles bajos puede producir náusea, vómitos, disminución del número de glóbulos rojos y blancos, ritmo cardíaco anormal, fragilidad capilar y sensación de hormigueo en las manos y los pies. La ingestión o inhalación prolongada de niveles bajos puede producir oscurecimiento de la piel y la aparición de pequeños callos o verrugas en la palma de las manos, la planta de los pies y el torso. Una de las enfermedades más comunes que provoca el arsénico es la hidroarseniosis crónica endémica, que genera alteraciones cardíacas, vasculares y neurológicas, repercusiones en el aparato respiratorio y lesiones hepáticas, renales e hiperqueratosis cutánea, que puede avanzar progresivamente hasta las neoplasias o cáncer.
Benceno: es una sustancia utilizada ampliamente por la industria y sus efectos en la salud son diversos. Afectaciones al sistema reproductor femenino, generando menstruaciones irregulares y disminución del tamaño de los ovarios o cáncer. Estar expuesto a altos niveles de benceno puede causar vómitos, irritación del estómago, mareo, somnolencia o convulsiones. Produce efectos nocivos en la médula ósea y puede causar una disminución en el número de glóbulos rojos, lo que provoca anemia y hemorragias. También provoca daños en el sistema inmunológico.
Cianuro: como sustancia química tóxica presente en la naturaleza, puede ser letal en ciertas cantidades concentradas. Muchos de los cianuros en el suelo o el agua provienen de procesos industriales. En bajas cantidades, resulta muy tóxico, provocando quemaduras en la piel y ojos, problemas en el desarrollo neurológico y físico en infantes, problemas hormonales, anemia y alteraciones en el sistema respiratorio. Cuando se encuentra en contacto con ácidos, libera cianuro de hidrógeno, que es un gas muy tóxico.
Dibromoclorometano: es una sustancia que se forma como subproducto cuando se añade cloro a los sistemas de agua potable. Los niveles altos de esta sustancia pueden dañar el hígado, los riñones y el sistema nervioso.
Fenantreno: es un hidrocarburo, producto de diferentes procesos industriales y de combustión. Se utiliza en la fabricación de colorantes y explosivos, en la investigación clínica y la síntesis de fármacos. Se ha reportado que esta sustancia tiene efecto como disruptor endocrino y cancerígeno/mutágeno.
Fenoles: son sustancias generadas a partir de procesos industriales. Se ha detectado fenol en ríos, agua de lluvia, sedimentos, agua potable, agua subterránea, agua proveniente de industrias y áreas urbanas y en sitios de desechos peligrosos. Es probable que el fenol en el suelo se mueva al agua subterránea. Sus efectos en la salud son los siguientes: enfermedades cardiovasculares, daño intestinal grave, daños en la piel; afecta riñones, hígado y pulmones. Beber agua con niveles de fenol extremadamente altos ha producido temblores musculares, dificultad para caminar e incluso la muerte.
Mercurio: es un contaminante tóxico muy conocido y peligroso que contamina la vida acuática en todo el mundo. El mercurio no respeta las fronteras nacionales o regionales. Puede viajar largas distancias por la atmósfera y se deposita lejos de su fuente original, donde las bacterias lo absorben y lo convierten en una forma muy tóxica: el metilmercurio, que se abre camino en la cadena alimentaria hasta llegar a los seres humanos. La exposición al mercurio (incluso a pequeñas cantidades) puede causar graves problemas de salud y es peligroso sobre todo para mujeres embarazadas y el desarrollo del feto. Puede ser tóxico para los sistemas nervioso e inmunológico. Afecta el aparato digestivo, la piel, pulmones, riñones y ojos.
Metales pesados: son aquellos cuya concentración en el ambiente puede causar daños en la salud de las personas. Algunos metales son indispensables en bajas concentraciones; su ausencia causa enfermedades y su exceso intoxicaciones. Se incorporan al cuerpo con los alimentos o como partículas que se respiran y se van acumulando en el organismo, hasta llegar a límites de toxicidad. Si la incorporación es lenta, se producen intoxicaciones crónicas que dañan los tejidos u órganos en los que se acumulan.
Naftaleno: sustancia utilizada por la industria, cuya exposición ocurre principalmente al respirar aire contaminado producido al quemar madera, tabaco o combustibles fósiles, por descargas industriales o repelentes para polillas. La exposición a grandes cantidades puede dañar o destruir los glóbulos rojos.
Níquel: elemento que de forma natural se encuentra en el ambiente en muy pequeñas cantidades; sin embargo, debido a su uso industrial, es liberado en el aire, acumulándose posteriormente en el agua o suelo. Proviene de las descargas de empresas de tipo metalúrgica, química, pinturas, automotriz, plantas alimenticias y al uso de pesticidas. A pesar de reportarse en concentraciones por debajo de los límites máximos permisibles, son contaminantes que pueden impactar negativamente en la salud ambiental y de los seres humanos. Sus efectos son los siguientes: elevadas probabilidades de desarrollar cáncer de pulmón, nariz, laringe y próstata. Enfermedades y mareos, embolia de pulmón, fallos respiratorios, asma y bronquitis crónica, reacciones alérgicas, erupciones cutáneas, desórdenes del corazón y baja respuesta del sistema inmunológico.
Nitritos y nitratos: son sustancias que forman parte de los ciclos naturales en la tierra y en los seres vivos, por lo que son solubles en agua. El incremento de estas sustancias se debe principalmente a procesos industriales que los utilizan para la preservación de los alimentos. En el campo se utilizan como abonos inorgánicos. Sus principales efectos en la salud son: los bebés menores de 6 meses son especialmente sensibles a los efectos del nitrito, ya que puede causarles la muerte. En adultos y niños se ha documentado la caída de la presión sanguínea, aumento del pulso, reducción de la capacidad de la sangre para llevar oxígeno a los tejidos, dolores de cabeza, calambres abdominales, vómitos y cáncer gastrointestinal.
Plomo: es un metal tóxico, altamente utilizado en la industria. Éste se va acumulando en el cuerpo, afectando a diversos sistemas del organismo, con efectos especialmente dañinos en los niños de corta edad. Se distribuye por el organismo hasta alcanzar el cerebro, hígado, riñones y los huesos, donde se va acumulando con el paso del tiempo. Durante el embarazo, el plomo presente en los huesos es liberado hacia la sangre y se convierte en una fuente de exposición para el feto. El plomo puede entrar en el feto a través de la placenta de la madre y puede causar serios daños al sistema nervioso y al cerebro de los niños por nacer. No existe un nivel de exposición al plomo que pueda considerarse seguro. Otros efectos en la salud humana son los siguientes: anemia, incremento de la presión sanguínea, daño a los riñones, abortos espontáneos, perturbación del sistema nervioso, daños cerebrales, disminución en la fertilidad de los hombres, disminución de las habilidades de aprendizaje en los niños, además de que provoca comportamiento impulsivo e hipersensibilidad.
Tolueno: es utilizado como solvente, ya que es una sustancia que puede disolver a otras sustancias. Es producido para la manufactura de la gasolina y de otros combustibles a partir del petróleo crudo. Se usa como diluyente de pinturas, barniz para las uñas, lacas y adhesivos. Es volátil, por lo que su forma de ingresar al cuerpo es por inhalación. Sus efectos en la salud son los siguientes: afectaciones al sistema nervioso (dolores de cabeza, mareo, pérdida del conocimiento). La falta de coordinación, alteraciones mentales, pérdida de visión y audición pueden transformarse en permanentes si la exposición es repetida. Su inhalación durante el embarazo puede producir malformaciones, retraso mental y del crecimiento en niños. Provoca daños en riñones, hígado y abortos espontáneos.
Xilenos: sustancias producidas principalmente para el uso industrial. La exposición breve a niveles altos de xileno puede producir irritación de la piel, los ojos, la nariz y la garganta, dificultad para respirar, alteración de la función pulmonar, retardo de la reacción a estímulos visuales, alteraciones de la memoria, malestar estomacal, alteraciones del hígado y los riñones. Las exposiciones prolongadas o en altas concentraciones pueden causar numerosos efectos sobre el sistema nervioso (dolor de cabeza, mareo, confusión y pérdida del sentido del equilibrio), alteraciones del hígado, los riñones, los pulmones, el corazón y el sistema nervioso, espasmos musculares, sordera, alteraciones del comportamiento, cambios en el peso de algunos órganos y en la actividad de algunas enzimas.
Muchas de estas sustancias se encuentran en nuestro país, arrojadas al ambiente por la industria, con valores arriba de los límites máximos permitidos tanto en agua como en aire y sedimentos. Además de la morbilidad y mortalidad que ya se han señalado, pueden provocar daños genotóxicos. Es decir, tienen la capacidad para causar daño al material genético. Esto significa que pueden modificar las características hereditarias, provocando enfermedades a las generaciones por venir. Es por eso que los daños a la salud, el sufrimiento y la muerte que ha causado la industria a la población que vive en estos infiernos ambientales, con la complicidad del Estado, sobre todo durante el periodo neoliberal, puede ser caracterizado como un crimen de lesa humanidad. Es tiempo de reparar el daño del pasado, de revertir el del presente, pero sobre todo de tomar medidas urgentes para no permitir las afectaciones del futuro a quienes aún no han nacido. •