Sábado 21 de noviembre de 2020, p. 4
Madrid. A pesar de que el pintor Jheronumus Bosch, El Bosco, murió hace más de 500 años, su obra sigue provocando misterios inescrutables, enigmas filosóficos abiertos, preguntas metafísicas sin respuesta y, sobre todo, un alud de inspiración para nuevas evocaciones artísticas.
Por esa fuerza creativa, el Museo del Prado decidió reunir en la nueva sala, en la que conjuntó lo más selecto de su obra, una serie de coreografías para intentar desentrañar algunos de esos ritos prometeicos con los que el pintor plasmó la vida y la eternidad, la muerte y su severidad, la lujuria y la decadencia, la zozobra y el llanto del hombre a su paso por la Tierra a través de esas figuras mitológicas y animales.
Las coreografías reunidas corresponden a algunos de los creadores de la escena y la danza más celebrados de la actualidad en España, que además se sirvieron de las voluptuosas creaciones del pintor del siglo XV para sus creaciones, cuyo punto de partida es ese universo rico en figuras y contrastes, sobre todo su obra más celebrada, El jardín de las delicias.
Así, durante los próximos tres días y también para celebrar los 201 años del Museo del Prado, se darán al menos tres funciones diarias de los coreógrafos Blanca Li, María Pagés, Mónica Runde, Chevi Muraday, Carmen Werner, Daniel Abreu, Antonio Ruz e Iratxe Ansa, que son, a su vez, premios Nacionales de Danza en 2000, 2006, 2007, 2014, 2018 y 2020, en ese orden, además de Dani Pannullo, exponente de hip hop y abanderado de algunas de las propuestas del panorama actual más vanguardistas, que bailará en la sala de Las Musas.
Con esta novedosa propuesta, el Museo del Prado también promueve con más intensidad la nueva sala en la que se acogen las obras de El Bosco, en la que además de modificar el sistema de iluminación para dar más protagonismo a las obras, también se cambiaron los soportes de las principales piezas del artista. Entre ellas, la de El jardín de las delicias, cuya cuarta cara se podrá contemplar por primera vez, ya que más que tríptico fue pensado como una caja que se abriría; precisamente, la cara frontal es la que se podrá observar a partir de ahora.
Además, con la incorporación de coreografías contemporáneas también se pretende recuperar el concepto de museo como espacio abierto y vivo, en el que palpita el devenir de la sociedad para reivindicar a su vez a la cultura como recurso para recuperar la ilusión en medio de la devastación de la pandemia, de la que el museo es testigo y víctima, ya que sus salas siguen estando con escasísimo aforo y la mitad del museo está cerrado.