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La rapidez de la corriente no dejó rescatar muebles ni animales

Los damnificados por la creciente de los cauces lamentan las afectaciones a sus casas

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 13 de noviembre de 2020, p. 14

Villahermosa, Tab., Los damnificados por las inundaciones de los días recientes en Tabasco no dejan de lamentar cómo, en un abrir y cerrar de ojos, el agua se tragó sus pequeños patrimonios, comprados con mucho sacrificio.

Leticia Olán, albergada en una escuela de Acachapan y Colmena del municipio de Centro (Villahermosa), relata: El agua (del río Grijalva) se llevó todos mis animales de patio: gallinas, pavos que estaba engordando para la Navidad y dos cerdos; aparte, los muebles de la casa. El agua no da tiempo de nada; uno se confía en que no llegará la inundación, pero hoy estamos todos los vecinos aquí refugiados hasta que baje el nivel.

Perdí todo porque el agua entró de golpe a la casa; no dio tiempo de sacar ni la ropa, nos evacuaron y salimos sólo con la que traemos puesta, narra doña María Hernández, una de las damnificadas de El Castaño, albergada en Macuspana.

Guadalupe Velázquez, también de El Castaño, Macuspana, perdió muebles, estufa, trastes, ropa, ropero y radio con la subida del Puxcatán, cuyas aguas alcanzaron más de dos metros de altura en ese poblado de la sierra.

Lo importante era ponernos a salvo

Con ojos enrojecidos, narra que cuando se encontraba ayudando a unos vecinos a subir sus muebles a unas mesas, porque en mi casa todavía no aumentaba el nivel, de pronto llegó y las fuertes corrientes se llevaron todo, ni la ropa pudimos sacar, nos quedamos en la calle. Sus compañeras la abrazan tratando de consolarla, pero en este refugio las historias se entrelazan.

Yo ni pensé en mis cosas, porque lo más importante era ponernos a salvo, pero también perdí todo; algunos muebles están aún entre el agua, pero ya no sirven, asevera Lourdes Hernández.

En Acachapan y Colmena, del municipio de Centro, a las víctimas del Grijalva no les fue mejor. José Gallegos refiere: Aún no termino de pagar una televisión a color que saqué en abonos. Es lo que más me duele, porque no tendré en qué ver los partidos de futbol; era mi única diversión.

José López, de la colonia Gaviotas Sur, se queja: La creciente me dañó el refrigerador y las computadoras de mis hijos, también una estufa. Por suerte, un día antes le encargó a un amigo resguardar su vehículo, pues vive en una zona alta.

A eso de las dos de la mañana nos sorprendió el ruido de las corrientes; estábamos durmiendo mi esposa y mis hijos, y como pudimos nos subimos a la segunda planta. Cuando nos acostamos no había señales de que nos fuéramos a inundar. Sólo pude alzar un refrigerador y la estufa, pero con las prisas se nos olvidó rescatar dos computadoras de mis hijos.

La historia se repite con Isidro Hernández, vecino de la misma colonia: Ni modo, con la naturaleza no se puede; ahora hay que esperar a ver si el gobierno nos apoya para comprar cuando menos los trastes o una estufita, señala entre la amargura de haber perdido fotos de sus familiares fallecidos, que para mí eran un tesoro.