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El plato que se está comiendo frío
U

na de las frases proferidas con mayor soberbia y prepotencia en la vida de nuestro país se debe sin duda a Felipe Calderón (Fecal), cuando se consumó el fraude electoral que lo llevó a la Presidencia de la República, fundamentado en el hecho de que su pandilla tenía a su disposición la fuerza del aparato gubernamental. “ Haiga sido como haiga sido”, reflejaba que le valía un soberano cacahuate la legalidad. Bien puede decirse que su llegada al cargo constituyó un verdadero asalto.

Con su famosa frase, que acompañara el cariñoso recuerdo del pueblo mexicano, nos dijo con claridad que chueco o derecho él sería presidente, pero en el fondo tuvo tanto miedo que ni siquiera para tomar posesión pudo entrar ni salir con la frente en alto, sino a escondidas, por la puerta de atrás y dentro de una verdadera cápsula de guaruras.

Como el miedo no anda en burro, lo primero que hizo fue invocar la protección el Ejército y hasta se disfrazó de una parodia de general…

Entre Fox y Calderón denostaron e hicieron escarnio a más no poder de López Obrador. Supongo que a los partidarios de éste la actitud de los dizque triunfadores les debe haber revuelto las tripas, como nos sucedió a quienes votamos por él sin ser incondicionales.

Para colmo, el sexenio 2006-12 resultó uno de los peores de la historia: desató la tremenda inseguridad que padecemos y se puso a modo, a pesar de lo incómodo de la posición, para convertirse en uno de los mayores vendepatrias.

Yo no tengo de qué quejarme, pues no tuve tratos con él. La única vez que lo vi de cerca, además de que iba hasta el olote, llegó con dos horas de retraso a la inauguración de la nueva sede de la Biblioteca de Jalisco, donde se había ­reunido la pura mantequilla de la cultura regional y de su brillante discurso improvisado sólo pudimos destacar que el hombre nunca pensó que podía haber “tantos libros juntos…”

Pues hete aquí que ahora Calderón es el que está en apuros y su futuro no resulta ser nada halagador.

Por un lado, se abre la posibilidad de que lo pongan en el banquillo de los acusados, lo cual, en el mejor de los casos, resultará una situación en verdad ignominiosa: el pueblo lo va a pedir y su intento de conservar la inmunidad con un partido político creado ex profeso para protegerse se le fue al caño.

Además, cuenta ya con varios colaboradores de alto rango cuya desvergüenza se ha vuelto patente y su enorme corruptela ha quedado diáfana.

No parece que le estén sirviendo de mucho berridos de protesta que ha lanzado el feliz matrimonio y algunos pocos corifeos… y el proceso para llegar a enjuiciar a los últimos y más pillos presidentes sigue su marcha.

En efecto, todo parece indicar que es un plato que nos comeremos frío, mas no por ello perderá el buen sabor de quienes lo hemos esperado durante tantos años y, lo confieso, nunca pensé que lo llegaríamos a comer.

Finalmente, me atrevo a sugerir al C. Presidente de la República otra frase en respuesta a la que Calderón profirió en 2006: Arrieros somos y en el camino andamos.