No es necesario cambiar las leyes mexicanas para hacer posible que los códices y documentos históricos que el gobierno federal solicitó a diversos países europeos ingresen al país en calidad de préstamo para incluirlos en las exposiciones que se preparan para 2021 y que después sean devueltos a los museos e instituciones que en la actualidad los resguardan.

El reglamento de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, en su artículo 37 bis, si bien indica que está prohibida la exportación definitiva de monumentos arqueológicos, permite una excepción: ésta es posible si se trata de un canje o donativo por acuerdo expreso del Presidente de la República.

En este sentido, los comentarios que hace unos días hizo el nuncio Franco Coppola, en rueda de prensa en Veracruz, muestran un desconocimiento de esa legislación, sostiene el historiador César Moheno, pues el prelado argumentó que el Vaticano no prestará a México los códices prehispánicos solicitados pues en caso de entrar al país, las leyes señalan que no podrían ser devueltos.

La Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, que a nivel mundial es ejemplar, le da facultad al presidente de México para, a través de un acuerdo expreso, donar a los gobiernos e instituciones científicas y académicas extranjeras el patrimonio arqueológico que desee. Podrían llegar esos bienes y volver a salir, reiteró en entrevista el ex director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH).

En ese recinto, precisamente, se resguarda la colección de códices más importante del mundo, conformada por 101 manuscritos originales y 204 copias históricas que datan del siglo XVI al XX. La Unesco declaró este acervo Memoria del Mundo en 1997.

“En la BNAH se encuentran sólo dos códices prehispánicos, el Colombino y el recientemente llamado Maya de México, antes conocido como Grolier. De acuerdo con las investigaciones que se hicieron en el país, está considerado el más antiguo de procedencia maya. El resto de los manuscritos originales proceden de la época virreinal, en una gran variedad de formatos y soportes”, detalló el historiador.

Moheno considera que “es importante ser conscientes de que, dentro del importante legado de la historia de la arqueología en México, el concepto de tesoro es propio de piratas.

En realidad estamos hablando del patrimonio cultural de todos los mexicanos, esos son los códices prehispánicos, estén donde estén. Representan lo mejor de la creación que como sociedad hemos hecho. Son parte del acervo cultural de la gran nación que somos.

La primera vez que se exhibieron al público los códices que resguarda la BNAH (que administra el Instituto Nacional de Antropología e Historia), continuó, fue en 2014, para celebrar los 75 años del INAH y el medio siglo del Museo Nacional de Antropología.

Además, añadió, la biblioteca tiene digitalizados, para acceso de los estudiosos, todo su acervo de códices mexicanos. Desde el punto de vista de divulgación del conocimiento, las ediciones digitales son una herramienta innovadora para acercarnos a los documentos históricos e incluso interactuar con ellos a través de aplicaciones de realidad aumentada, por ejemplo.

López Obrador informó el lunes que evalúa presentar una iniciativa ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) para que el patrimonio histórico que se encuentra en otros países regrese a los pueblos de donde es originario y que sea un acto voluntario de quienes lo tienen. Apuntó que ha sido parte de una política colonialista que ya no debe permitirse en el mundo.

Si bien en un principio se dio a conocer que el Presidente mandó cartas (a través de su esposa) al papa Francisco y a mandatarios europeos para solicitar el préstamos de piezas arqueológicas mexicanas que poseen varios países de ese continente, en su conferencia mañanera del 26 de octubre, López Obrador comentó que muchas piezas del legado del México antiguo son originarias de los pueblos y si están en museos del extranjero pueden ser visitadas por las élites de los países de donde provienen, pero no por el pueblo.