Opinión
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Isocronías

Voces para una sinfonía

E

l siguiente es un extracto de la presentación que escribí para Violenta sinfonía latinoamericana (embajada de Francia y Ediciones del Lirio), del poeta Hugo Plascencia, ilustrado por Alec Dempster, ambos autores nacidos en los años 70. La reciente aparición del volumen, con contraportada de Ernesto Lumbreras, se ha difundido vía electrónica y se incluye en la programación de la Feria de Minería:

Un murmullo de voces, borbotones. Parecen una, son muchas, encenizadas casi todas, y no faltan –se entreoyen– los apagados gritos que aun apagados hieren. Risas, letanías, profericiones. Profecías, maldiciones, exultaciones, exabruptos. Códice de grafitis y esgrafías, voces que siendo voces trazan escrituras, sacra, natural. Cosmos haciendo tierra.

Avisos, reluctancias, ansias. Plegarias desplegadas. Sombras de penachos oxidados por las noches, sombras de obsidiana, confesiones en relinchos. La América profunda y la América histórica, nuestra América. Ritual, sacrificial. Opresión y ocasión de libertad. Crueldad y júbilo.

Restos de Europa flotan como Ofelia en las aguas donde mora el ajolote, como la emperatriz de América flota sobre la fibra del ayate. Nubarrones que intermitente, vagamente, traslucen un reguero –¿o es un manto?– de estrellas.

Oráculo, sonaja, nudo, afantasmados alebrijes revolando. Celebración herida errante, imaginería descolocada (desbalagada no). Mitos del siglo y mitos de tiempos míticos; baladas, ¿nostálgicas de qué?

Arte contemporáneo, arte ancestral. Y relación de las catástrofes. Neón en los misterios de cualquier hijo de nadie. Ardores, palpitaciones. Arcilla roja, reseca. Caligrafía de la lluvia sobre el cuero del venado. Incienso, pólvora: todo, incluso el silencio, es una bomba de tiempo.

Y el contenido terror de la guerra fría y el activo terror de la guerra sucia. Los torturados, los suicidados. Voces en que el amor entreverado apenas, porque cierto, se alcanza a percibir.

Memorial del polvo. Voces: los Borrados. Voces: en la piel escribimos nuestra danza: migrantes, guerrillas, dictaduras… Una corriente sigilosa de aire a sordos ratos más frío que la morgue. Y no obstante, de repente asfixia la pureza de los atardeceres...

Y, entre la ira y la esperanza, van los pasos vacantes de sus dueños.