AMLO y Ejército: mutua necesidad // Cautela en el caso Cienfuegos // Sí
que sigue siendo no
// Calderón y los apodos
uego de una breve fase de indefinición y tanteos, que incluyó la promoción o provisional aceptación de la tesis de que la detención del general Salvador Cienfuegos había sido notificada oportunamente a Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pasó a una colocación discursiva (aún no diplomática ni legal, o tal vez nunca) de rechazo a ese tipo de acciones estadunidenses, si no son compartidas oportunamente con México, y de abierta defensa de las fuerzas armadas institucionales, por encima de eventuales conductas delictivas de sus jefes directos.
El posicionamiento del Presidente no podría ser de otra manera. Como ningún otro mando nacional en tiempos de paz ha concedido grandes porciones del poder civil a las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena) y de la Marina (Semar), entidades que participan en tareas de construcción aérea y ferroviaria, de compras cuantiosas sin licitaciones públicas, de faena laboral en proyectos especiales y otros menesteres no castrenses, además del abierto control verde olivo de la supuestamente civil Guardia Nacional y de la Armada en cuanto a puertos y aduanas marítimas.
López Obrador se apoya estratégicamente en las fuerzas armadas, pues sabe (la historia lo enseña) que los triunfos electorales, por arrolladores que sean, no garantizan la continuidad en el poder si los militares son ganados
por los factores contrarios al timón civil. Convertir a los soldados y marinos en base de apoyo ha sido un requerimiento básico del gobierno andresino. AMLO necesita a las fuerzas armadas y por ello trata de que éstas lo necesiten a él.
El golpe al general Cienfuegos no afectó solamente al ex ocupante de Los Pinos que lo nombró en la Sedena. En realidad, la aprehensión del general de división que llevó cuatro estrellas a lo largo del sexenio recién pasado poco añade al profundo descrédito público del peñismo (y, en su caso, del calderonismo por cuanto a Genaro García Luna).
En todo caso, el impacto alcanza a la estructura actual de las fuerzas armadas, a la valoración social del papel del Ejército (y también de la Marina) y a la relación de entendimiento y mutuos favores que han ido tejiendo el obradorismo y los actuales secretarios de las áreas milicianas.
Por todo ello es que López Obrador está siendo cauteloso en cuanto a la estigmatización del caso Cienfuegos, a diferencia de la rapidez y contundencia condenatoria que ha mostrado en otros temas de presunta corrupción, incluso aunque no hubiera proceso judicial ni sentencia. En el tramo final de la carrera presidencial estadunidense, el nunca amigo Donald Trump y sus operadores políticos no informaron al Presidente mexicano de una acción que en términos políticos y judiciales resulta hostil. Habrá de verse si todo esto constituye la ruptura o la nueva dimensión de las relaciones AMLO-Trump, si éste consigue su relección, o una jugada final, vengativa o descuidada, del multimillonario vecino al que tantos problemas juntos le están rebasando.
El tema de los fideicomisos a extinguir generó disensos al interior del obradorismo legislativo (es decir, Morena y sus aliados), con segmentos completos adversos, como fue el caso del Partido del Trabajo en sus bancadas del Senado y de la Cámara de Diputados, y con votos diferenciados por parte de algunos de esos hacedores de leyes usualmente apoyadores de las propuestas andresinas.
Ayer fue presentado el nuevo proyecto de la oposición a AMLO, que ahora pretende pasar no por negativo sino por positivo, propositivo: Sí por México
. El empaque de ocasión trata de desmarcarse del caso patético de negatividad de Frena y su dirigente ausente, Gilberto Lozano, pero los integrantes del nuevo envase son fieles practicantes del no
a la actual administración y la llamada Cuarta Transformación.
¡Hasta mañana, con Felipe Calderón en exigencia de que AMLO se disculpe por otros apodos (borolianos) así como lo hizo respecto de El Chapo!
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