Jueves 15 de octubre de 2020, p. 5
Si la literatura no puede comunicarse con personas de diferentes culturas, no cumple su función, aseguró el escritor cubano Leonardo Padura (La Habana, 1955) durante la presentación de su más reciente novela, Como polvo en el viento, en el contexto de la Feria Internacional del Libro del Zócalo, que se realiza de manera virtual.
El autor, Premio Princesa de Asturias 2015, estuvo acompañado por el periodista Gerardo Arreola, en la sesión a distancia que se transmitió por el canal de YouTube de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y que puede consultarse en la liga shorturl.at/oAGU6.
Publicado por Tusquets, el relato aborda el exilio, el desarraigo y la pertenencia, pero sin la intención de dar lecciones
acerca de esos aspectos que han sido una obsesión en las novelas de Padura, quien señaló que siempre intenta seguir un consejo del filósofo y escritor Miguel de Unamuno: tratar de hallar lo universal en las entrañas de lo local.
Por eso, en sus obras, ya sean policiacas o históricas, siempre está la mirada social de un escritor que observa su realidad y trata de escribirla de la mejor manera que puede
, consideró.
La reciente lección a la civilización
Padura narró que en Cuba, la pandemia de coronavirus “no ha sido una tragedia humana, en el sentido de que llevamos 123 muertos en 7 meses. Pero sí ha sido una desgracia sanitaria que tiene afectaciones de carácter sicológico, sobre todo porque la pandemia nos mostró hasta qué punto los seres humanos somos cobardes y hasta qué punto el miedo nos vence.
“Quienes antes de la emergencia exigían desaforadamente al gobierno que se abrieran los viajes internacionales, comenzaron a pedir cerrar fronteras. El miedo nos obliga a veces a renunciar a las cosas por las que más hemos luchado.
En mi caso no ha sido así porque sigo teniendo trabajo, quizá demasiado, pero hay personas a las que se les ha obligado a confinarse y no es lo mismo estar confinado en mi casa de Mantilla (un barrio popular al sur de La Habana), donde tengo un patio y balcón, que en un apartamento donde viven 10 o 12 personas, en un espacio mínimo. Es ahí donde comienzan los costos de la pandemia en Cuba.
También existe el eterno problema económico
, continuó el escritor, quien consideró que, a pesar de todo, “se ha trabajado bien, porque se entregaron las grandes decisiones sanitarias a las autoridades médicas y a los epidemiólogos, cuando las cosas siempre las han administrado desde la política, lo cual ha hecho que la economía sea disfuncional.
“Además, hemos afrontado los efectos de una política mucho más agresiva de parte del gobierno de Estados Unidos. Si con Barack Obama hubo una cierta apertura, desde 2017, con Trump ha habido un retroceso y una cantidad de cierres que han llegado a extremos notables. Es una pelea constante, un cruce de ofensas, y lo más lamentable, de disputas entre los cubanos.
“Lo digo en esta novela: el destino de Cuba necesariamente debe pasar por una conciliación entre todos nosotros. Cuba es un país que nace en 1902 como Estado independiente, pero nace frustrado porque hay una intervención estadunidense. Sin embargo, tenemos el pensamiento esencial del fundador de la patria, José Martí, quien dijo que este es un país de todos y para el bien de todos.
No se puede concebir que los cubanos vivamos enfrentados ni que la política sea el rasero que nos separe. Todo lo que se pueda hacer por obtener esa conciliación es necesario porque la patria no es de nadie, es de todos los cubanos, estén donde estén y aunque hayamos sido arrastrados como polvo en el viento.
En esta novela, precisó Padura, intentó que las lecturas políticas quedaran detrás y que de primera instancia estuvieran los dramas sociales de los personajes, porque la política tiende a ser reduccionista, pone las cosas en blanco y negro, y los asuntos sociales, las circunstancias de los comportamientos humanos, son universales
.