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Mario Molina: realizar algo en beneficio de la sociedad compensa el largo camino de un investigador

Gracias al microscopio pude entrar a otros mundos fascinantes

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▲ Para el científico Mario Molina, quien falleció el pasado miércoles, lo más importante en la universidad es aprender a aprender.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Viernes 9 de octubre de 2020, p. 10

“Yo era un niño común y corriente… Con mis amigos me gustaba jugar a las canicas y a las escondidillas”, escribió el premio Nobel de Química 1995, Mario Molina.

Un día que estaba enfermo y no fui a la escuela, se me ocurrió hacer agua podrida. Puse una lechuga dentro de un recipiente con agua y me esperé hasta que oliera horrible. Luego saqué una gotita para observarla en el microscopio. ¡Fue un gran descubrimiento ver la cantidad de vida que había ahí!, comentó al explicar cómo era la curiosidad de su espíritu, que luego lo llevaría a convertirse en científico.

En el libro Mis Amigos de El Colegio Nacional, en el que los integrantes de esa institución hablan sobre su infancia, Mario Molina, que falleció el pasado miércoles en la Ciudad de México a causa de un infarto, narra que a partir de ese día, gracias al microscopio, pude entrar a otros mundos que me parecieron fascinantes. Por suerte tenía una tía muy generosa, que era química, y que me sugería experimentos y me llevaba a comprar los reactivos y los recipientes a farmacias del Centro Histórico de la capital.

En uno de los encuentros que el doctor honoris causa y profesor extraordinario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sostuvo con estudiantes de primer ingreso a licenciatura, éstos le preguntaron qué lo motivó para elegir su vocación de químico. El investigador respondió que desde muy niño le gustaba esa disciplina científica, primero leía historias de piratas, pero a los 10 años llegaron a mis manos autobiografías de científicos y eso me fascinó.

Desde entonces, agregó el coautor del artículo original que predecía el adelgazamiento de la capa de ozono a consecuencia de la emisión de los gases clorofluorocarbonos, empecé a crear mis propios experimentos y eso me maravilló. Fue así que decidí dedicarme a la investigación.

Por años, narró sonriente, “creí que esto era un hobby y pensé que tal vez un día podría obtener recursos económicos para dedicarme a esto. Pero creo que hoy día los jóvenes pueden dedicarse a la ciencia y tener un nivel de vida aceptable”.

El encuentro se dio en 2017, en la Facultad de Medicina. Ahí el científico les dijo a los estudiantes que lo más importante en la universidad es aprender a aprender, porque cuando terminen su carrera tendrán que seguir ejercitándose, sólo así garantizarán hacer bien su profesión.

Los jóvenes, dijo entonces, están acostumbrados a estudiar de esta forma porque desde la primaria les enseñan sólo a memorizar y cuando llegan a la universidad continúan con la misma dinámica, pero deben cambiar a un aprendizaje activo, añadió el científico.

Uno de los jóvenes le preguntó si alguna vez pensó en rendirse en su camino como investigador, y Molina contestó: Hay que tener mucha persistencia y paciencia, porque lo que ganamos es una satisfacción enorme de poder hacer algo en beneficio para la sociedad, eso lo compensa todo.