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Tres poemas
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▲ La poeta estadunidense Louise Glück debutó en el ámbito literario en 1968 con el poemario Firstborn y de inmediato fue aclamada como una de las poetas más destacadas. Arriba, la escritora captada cerca de 1977.Foto tomada de Internet
Periódico La Jornada
Viernes 9 de octubre de 2020, p. 3

Ecos

1

Una vez imaginé mi alma
y fui capaz de imaginar mi muerte.
Cuando imaginaba mi muerte
moría mi alma. Esto
lo recuerdo con claridad.

Mi cuerpo persistía.
No prosperaba, pero persistía.
La razón no la sé.

2

Cuando aún era niña,
mis padres se mudaron a un pequeño
valle, rodeado de montañas
en lo que se llamaba región de los
lagos.
Desde el jardín de la cocina
se veían las cumbres
cubiertas de nieve hasta en verano.

Recuerdo un tipo de paz
que no volví a conocer nunca.

Más tarde me atreví
a convertirme en artista
para dar voz a esas impresiones.

3

El resto ya te lo he contado.
Unos pocos años de fluidez
seguidos de un silencio largo, como el
silencio en el valle
antes que las montañas te
devolviesen
tu propia voz transformada en la voz
de la naturaleza.

Ahora ese silencio me hace
compañía.
Pregunto: ¿de qué murió mi alma?
y el silencio responde

si tu alma murió ¿de quién es la vida
que vives y cuándo
te volviste esa persona?

De Averno (2011, traducción de Ruth Miguel Franco y Abraham Gragera)

La canción de Penélope

Pequeña alma, siempre desvestida,
haz esto que te ordeno, trepa
por los estantes de las ramas del
abeto;
aguarda en la copa, atenta, como un
centinela o un vigía. Pronto llegará
a casa;
te corresponde a ti ser
generosa. Tampoco tú has sido del
todo
perfecta; con tu problemático cuerpo
has hecho cosas de las que no
deberías
hablar en los poemas. Así que
llámalo a través del mar abierto, del
mar resplandeciente
Con tu canción oscura, con tu
avariciosa,
forzada canción: apasionada,
como María Callas. ¿Quién
no te desearía? ¿A qué apetito
demoniaco no corresponderías?
Pronto
regresará de allí por donde
transcurra su viaje,
bronceado por el tiempo fuera de
casa, reclamando
su pollo asado. Ah, tendrás que darle
la bienvenida,
tendrás que sacudir las ramas del
árbol
para captar su atención, pero con
cuidado, con cuidado, no sea
que desfiguren su hermoso rostro
demasiadas agujas al caer.

De Praderas (2017, traducción de Andrés Catalán)

Perséfone la errante

En la primera versión, Perséfone
le es arrebatada a su madre
y la diosa de la Tierra
castiga a la Tierra; esto está
en consonancia con lo que se sabe del
comportamiento humano:

que los humanos se sienten
profundamente satisfechos
al hacer daño, en especial
daño involuntario:

se podría llamar a esto
creación negativa.

La estancia inicial de Perséfone
en el infierno aún provoca fuertes
discusiones
entre eruditos que debaten
qué sentía la doncella:

si colaboró en su secuestro
o si fue drogada y violada contra su
voluntad,
como tan a menudo les ocurre a las
chicas de hoy.

Como es bien sabido, el regreso de lo
amado
no compensa
la pérdida de lo amado: Perséfone

vuelve al hogar con manchas de
zumo rojo,
igual que un personaje de
Hawthorne.

No estoy segura de si
aceptaré ese término: ¿es la Tierra
el hogar de Perséfone? ¿Es
razonable pensar que se siente
como en casa en el lecho del dios?
¿No está
su casa en ningún sitio? ¿Es
una errante nata, es decir,
una réplica
existencial de su madre, sólo que
menos
paralizada por la idea de causalidad?

Te puedes permitir que no
te guste nadie, sabes. Los personajes
no son gente.
Son aspectos de un dilema o de un
conflicto.

Tres partes, tres divisiones, como en
el alma,
yo, superyó; ello; del mismo modo

los tres niveles del mundo conocido
son como un diagrama que separa
el cielo de la tierra del infierno.

Debes preguntarte:
¿Dónde nieva?

Blanco de olvido,
de profanación.
Nieva en la tierra; el viento frío dice

Perséfone practica sexo en el
infierno.
Al contrario que nosotros, no sabe
qué es el invierno, sólo que es ella
quien lo causa.

Está acostada en la cama de Hades.
¿Qué le pasa por la mente?
¿Tiene miedo? ¿Es que algo
ha aniquilado la idea
de mente?

Ella sabe bien que la tierra
la gobiernan las madres, de eso
no hay duda. Sabe también
que ella no es ahora lo que se dice
una niña. Por lo que respecta
al encarcelamiento, ella cree
que ser hija y estar presa son lo
mismo.

En las terribles reuniones que le
esperan
empleará el resto de su vida.
Cuando el ansia de expiación
es crónica, salvaje, no eliges

tu modo de vida. No vives;
no se te permite morir.

Oscilas entre la tierra y la muerte
que parecen, al final,
extrañamente semejantes. Los
eruditos nos dicen

que no tiene sentido saber lo que
quieres
cuando las fuerzas que luchan por
adueñarse de ti
te pueden matar.
Blanco de olvido
blanco de salvación.

Dicen
que el alma humana está escindida,
que no se hizo para pertenecer
a la vida del todo. La tierra

nos pide que neguemos la escisión, y
oculta
bajo este ruego una amenaza
tal como hemos visto
en la historia de Perséfone
que debe ser leída

como una discusión entre madre y
amante.
La hija sólo es carne

Cuando la muerte la aborda, ella no
ha visto aún el prado sin margaritas.
De pronto ya no está
cantando sus canciones de doncella
sobre lo fecunda
y hermosa que es su madre. Allí
donde está
la escisión está la rotura.

Canción de la tierra,
visión mítica de la vida eterna.

Alma mía,
abrumada por el esfuerzo
de querer ser parte de la tierra,

¿qué harás
cuando te llegue tu turno en el campo
con el dios?

De Averno (2011, traducción de Ruth Miguel Franco y Abraham Gragera)

Poemas publicados con autorización de la editorial Pre-Textos