ace ocho años recorrí los áridos caminos del norte de Durango siguiendo la pista de John Reed con mi amigo José Gerardo Alvarado. Y encontré y consigné el amor a la tierra (https://bit.ly/3jAHN9M). Desde 1999 voy todos los años a tierras laguneras y duranguenses, y en la visita de este año me tocó recoger varias demandas en otros tantos pueblos de Durango: así, escuché que en Bermejillo desean rescatar la estación del ferrocarril que dio origen al pueblo; que en Mapimí se proponen hacer un museo donde estuvo la alberca en que Pancho Villa fue fotografiado en traje de baño; que en San Pedro Ocuila quieren rescatar la casa natal de don Calixto Contreras para hacer un museo que honre al agrarismo revolucionario y al distrito que dio 17 generales villistas; o que las haciendas de La Loma y Canutillo (alfa y omega de la División del Norte) se están cayendo y no parece interesarles ni al gobierno del estado, ni al INAH, ni a la Secretaría de Cultura, ni a nadie más que a la gente de aquellos pueblos y a sus autoridades municipales (¿o me equivoco y rescataremos los dos museos, incorporándolos a un corredor cultural villista, como pretenden la fundación John Reed en México y el Proyecto Cultural José Revueltas?).
Así como hace ocho años encontré en los ejidatarios el amor a la tierra, en estos días rencontré el amor al agua y a la vida. Desde el 23 de julio de este año cientos de ejidatarios y activistas agrupados en el Frente Unido de Pueblos de La Laguna en Defensa de la Vida y el Territorio mantienen un plantón frente a la planta de Chemours, en el municipio de Gómez Palacio, y han logrado parar su construcción, aunque no han conseguido aún que se le revoque el permiso.
Chemours pretende producir 65 mil toneladas al año de cianuro de sodio altamente tóxico, para la industria minera que ya de por sí es altamente contaminante: en el cercano municipio de Cuencamé (cuna de 16 generales de la División del Norte) hay al menos cuatro tiraderos de deshecho de mineral a cielo abierto, cuyas filtraciones contaminan los mantos freáticos y los manantiales y arroyos afluentes del Nazas. El envenenamiento del agua empeoraría con el cianuro, en una planta cercana a 22 comunidades y a una fábrica de dinamita, que también ha sido denunciada como insegura. Una explosión de la histórica fábrica de dinamita, con la de cianuro tan inmediata, podría convertirse en una catástrofe colosal.
Por eso, los habitantes de la región, muchos de los cuales se reclaman orgullosamente herederos del villismo y del agrarismo comunista, se han opuesto a la construcción de la planta desde que se anunció, en junio de 2017. En marzo de 2018 los opositores fueron violentamente reprimidos, como consigna la Red Mexicana de Afectados por la Minería:
El pasado viernes 9 de marzo de 2018, en la comunidad de La Aurora, las fuerzas de seguridad del municipio de Gómez Palacio y del estado de Durango, encabezadas por el director de Atención Ciudadana del municipio de Gómez Palacio, Jaime López, reprimieron violentamente a más de mil personas de las comunidades de El Volado, Abisinia, América Uno, Numancia, San Roque, Cuatro de Diciembre, La Aurora, Las Lechuzas, Sierra Hermosa, Las Playas, Noé, Poanas, Dolores, La Plata, La Mina, Colonia 6 de Julio, Estación Noé, María Antonieta, Brittingham, Martha y El Siete Pueblo Nuevo, quienes habían respondido a la convocatoria del Frente Unido de Pueblos de La Laguna en Defensa de la Vida y el Territorio para manifestarse en contra del Proyecto Chemours Laguna
. El saldo fue medio centenar de lesionados y 40 detenidos (https://bit.ly/3lace78).
Ante la cerrazón de las autoridades municipales y estatales y la falta de respuesta del gobierno federal, los pobladores de 22 comunidades instalaron el plantón que detuvo la construcción de la planta. Ahí siguen más de dos meses después. Entre tanto, hace poco más de un mes, entregaron al todavía titular de la Semarnat, Víctor Manuel Toledo, e hicieron llegar al propio presidente de la República, el expediente en el que explican sus razones parea detener la construcción de esa fábrica de veneno.
Mientras los laguneros resisten y enfrentan el envenenamiento de sus aguas y la amenaza del cianuro, ven también cómo neolatifundistas agrícolas y ganaderos (sobre todo productores de queso y carne) se adueñan de las márgenes del río Nazas, derriban los centenarios encinos, deforestan y arrasan lo que fueron prósperos ejidos. En Ciudad Juárez, municipio de Lerdo, Durango, se está gestando otro movimiento social, para recuperar y reforestar las riberas del río, hoy vedadas a sus habitantes.
Pd. Sí, me robé el título de una pavorosa novela de Fernando Benítez.
Pd 2. Agradezco a Araceli Moreno la información que me facilitó para este artículo.
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