Mural de Marco Zamudio e iniciativa de varios empresarios inmobiliarios de la colonia
Lunes 28 de septiembre de 2020, p. 7
A la colonia Roma, en la Ciudad de México, llegará en los próximos días un nuevo vecino, con su mochila al hombro y acompañado por su perro. Es un migrante, como muchos habitantes capitalinos, que se quedará clavado en la banqueta para contar tantas historias como imaginación tengan los transeúntes.
Se trata del nuevo mural vertical del artista Marco Zamudio, que se colocará en la calle de Chiapas, a iniciativa de los empresarios inmobiliarios Marco Cordero, Luis Islas y su hermano Alejandro, quienes apuestan por el arte urbano.
Son los mismos que hace 10 años colocaron un mural de Rafael Cauduro en los restos de una casona vieja, donde construyeron departamentos, en la colonia Condesa, convencidos de que más que obras decorativas, los trabajos de los artistas deben llegar a un gran público, en lugar de permanecer en colecciones privadas.
En entrevista con La Jornada, Zamudio explica que recibió la comisión de los empresarios primeramente porque su obra se adaptaba a lo que querían: realismo. Después, por su experiencia con materiales y técnicas que permitirán que el paso del tiempo y la intemperie enriquezcan el mural, en lugar de afectarlo.
La intervención del tiempo
La obra se titula El migrante. Se trata de una estela que Zamudio trabajó con óxidos, ácidos, pinturas industriales y esmaltes de autos sobre acero negro, “para no tener la preocupación de restaurarlo. El tiempo será el que, al final, agregará plásticamente aquello que también sufre el ser humano: desgaste y deterioro.
“La obra trata de comunicar lo que aqueja y vive el viajero cada día; es el nómada que camina anhelando la tranquilidad de llegar a un hogar, algo que hoy día es tan difícil de encontrar. Por eso El migrante es un homenaje a aquellas personas que por gusto o por necesidad son trotamundos, partícipes de las millones de historias que hacen de la Ciudad de México una urbe cosmopolita y ecléctica, donde nadie se escapa de ser devorado por el estrés y, al mismo tiempo, por los sueños”, detalló el pintor.
Zamudio considera que este mural es un ejemplo de que se pueden hacer obras públicas con inversión privada, “donde todos de alguna manera ganamos. Tendríamos que motivar a más empresarios a invertir en arte público, porque la calle no es solamente para abordar temas o problemáticas sociales.
“Por ejemplo, hay un movimiento de grafiteros que abordan la introyección del ser humano, las inquietudes o problemas del yo interno, como la depresión. Estos muralistas urbanos están dejando un poco las cuestiones sociales, no porque no sean importantes, sino porque están explorando los mundos internos de las personas y las familias, lo cual también es relevante exteriorizar.
En Estados Unidos hay empresas grandes que financian a estos artistas, y la ganancia es para todos, pues las grandes marcas pueden usar esas obras en varios proyectos. En México debería suceder lo mismo; hay muchos artistas que solo piden recursos para el material.
Sin embargo, añadió, hay proyectos que no están bien estructurados, como los grafitis realizados en la avenida Congreso de la Unión, “no es que estén mal hechos, pero no hay curaduría ni discurso. Los grafitis no deben hacerse al ‘ahí se va’; eso no dignifica al artista. Hay que estudiar el muro, el medio ambiente. No es lo mismo la frialdad del cemento bajo el puente que una pared donde da el sol.
Entre los jóvenes hay mucho talento, pero se debe dejar de hacer artistas al vapor. Por eso les digo a los chavos que lean mucho, por ahí hay que comenzar a atacar
, concluyó el pintor.