El programa Producción para el Bienestar (PpB) puso en marcha desde 2019 acciones para hacer transitar al campo hacia prácticas sustentables, respetuosas del medio ambiente.
Esta tarea se realiza por medio de la Estrategia de Acompañamiento Técnico (EAT) de PpB; se enfoca en 23 regiones del país, y dentro de esas regiones, en 230 municipios indígenas de 11 estados cuenta con la participación de 8 mil 368 becarios de Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF), programa éste de la Secretaría del Trabajo.
La EAT consiste en difundir o reforzar prácticas agroecológicas entre productores de pequeña escala (con menos de cinco hectáreas) de maíz, milpa, frijol, trigo, arroz, café y caña de azúcar, implicando con ello mejora de productividad y promoción de sistemas locales de producción y consumo de alimentos sanos, nutritivos, resilientes, competitivos y socialmente responsables. Estos sistemas aprovechan el conocimiento milenario de los campesinos.
Los objetivos de la Estrategia son claros: a) hacer despegar el potencial productivo de productoras y productores de pequeña escala con métodos agroecológicos, y b) contribuir de forma protagonista en los esfuerzos del Gobierno de México para afrontar la problemática ambiental, pues el sistema de producción agrícola que ha imperado en los últimos tiempos en México y el mundo es intensivo en uso de agroquímicos y atenta contra la salud de las personas y del planeta.
El 62.3 por ciento de los suelos en México están degradados y el principal factor causal de ello son las actividades agropecuarias, y la desertificación se vuelve una limitante seria para la producción de alimentos, pues reduce el potencial productivo de las tierras. Asimismo, las actividades agrícolas y forestales y los cambios en el uso de la tierra son responsables de 25 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), a la vez detonadores del calentamiento global. Además, sufrimos una sobreexplotación y contaminación del agua, con enfermedades humanas frecuentes debido a ello.
La EAT tiene una visión holística, integral, que propicia la producción y el uso local de bioinsumos, y a la vez induce o refuerza la asociación campesina; la promoción del aprendizaje intergeneracional; las cadenas de valor y circuitos cortos, y el diálogo de saberes, con la integración del conocimiento ancestral de los campesinos con conocimientos científicos e innovaciones tecnológicas que los técnicos agroecológicos de la EAT acercan a los productores y a los Jóvenes Construyendo el Futuro, quienes asumen el papel de promotores comunitarios.
La EAT se desarrolla en 23 regiones, ubicadas en Chiapas, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Hidalgo, Tabasco, San Luis Potosí, Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Estado de México, Michoacán, Guanajuato, Querétaro, Colima, Jalisco, Nayarit, Durango, San Luis Potosí, Zacatecas, Chihuahua, Tamaulipas y Sinaloa.
Los once estados donde se ubican los becarios de JCF son Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Hidalgo, Michoacán, Veracruz, Puebla, Yucatán, México, Guanajuato y Jalisco (en los cuatro primeros está el 80 por ciento de los jóvenes.
Es muy importante resaltar la participación de los JCF. Son jóvenes aprendices que trabajan de la mano con sus tutores, esto es sus papás, mamás, abuelos, tíos o vecinos de su comunidad y reciben asesoría permanente de los técnicos de la EAT, además de contar con el acceso a una plataforma de capacitación, dispuesta específicamente para ellos, la cual involucra 22 módulos de aprendizaje divididos en temas agroecológicos, sociales y de política pública.
Estos jóvenes tienen en promedio 22 años de edad, cuentan en su mayoría con educación primaria y secundaria; 82 por ciento son indígenas y 65 por ciento son mujeres. Todos ellos muestran gran disposición y compromiso para trabajar en favor de sus tutores y del bienestar de sus comunidades.
Algunas de las prácticas que aprenden y realizan son: diagnóstico de salud de los suelos, elaboración y aplicación de bioinsumos, uso de microorganismos, elaboración de compostas, detección y mitigación de plagas, inoculación de semillas de maíz y manejo poscosecha.
Estos jóvenes que trabajan con nosotros son un gran capital humano, pues el aprendizaje que están obteniendo en la EAT los habilita para convertirse en promotores agroecológicos en los predios de sus tutores y en general en sus comunidades; fortalece su autoestima y los arraiga al campo.
Además, las becas que reciben les dan oportunidad de generar emprendimientos como la producción de huevo, el establecimiento de traspatios con hortalizas, becerros y gallinas, o de pequeños invernaderos. Contamos con testimonios de ellos que son muy emocionantes; sus capacitaciones y prácticas les llevan al conocimiento del suelo y las plantas, les permiten conocer también las fórmulas para transitar a sistemas agroecológicos y les inducen al amor a la tierra y al campo.
Un elemento central de la EAT es su amplia coordinación interinstitucional. En principio, tiene el convenio con la Secretaría del Trabajo, para contar con los becarios de JCF. Además, contamos con un convenio de colaboración administrativa y técnica con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); con la colaboración de la Secretaría de Educación Pública, con sistemas de educación a distancia; con el apoyo del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), en organización de asambleas en territorios indígenas. Asimismo, las secretarías de Medio Ambiente y Bienestar tienen una corresponsabilidad con nosotros en la transición agroecológica; la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) nos aporta especialistas en biodiversidad; tenemos coordinación con Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) para el pago de precios de garantía de los productores insertos en la Estrategia... En fin, hay una colaboración de múltiples instituciones que fortalecen el trabajo de los productores del bienestar y que dan expectativas de futuro en el campo a los jóvenes.
Es muy claro el compromiso que tiene Producción para el Bienestar con el cuidado y preservación del medio ambiente. Si bien el programa tiene en esencia la labor de entregar apoyos directos a productores de granos, café y caña de azúcar, su apuesta agroecológica es una pieza clave para generar transformaciones profundas en el medio rural.
Transitar a sistemas agroecológicos, como plantea la EAT, deriva en varios factores críticos: en incremento de los rendimientos por hectárea y de la producción; en una alimentación sana para los productores y sus familias, así como para la población de los mercados que abastecen; en un cuidado y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales (suelo, agua), y en un bienestar para las comunidades y las familias campesinas.
De esta forma, se atienden claramente compromisos que ha hecho la Cuarta Transformación: la autosuficiencia alimentaria y una alimentación sana. •