Les quiero compartir una historia de historias, ya que invité a amigas y amigos agricultores, técnicos, del campo y de la ciudad a que me ayudaran a contarles sus experiencias, un ejercicio que me permite entonces divulgar su palabra y por eso mucho texto en cursiva.
La primer pregunta que nos hicimos fue ¿por qué no usar agrotóxicos, entre ellos herbicidas? y una respuesta recurrente fue, que no es un solo un tema de producción, sino también de cuidados de las personas y de la tierra, hacia una noción de producir para el bien común, dicen para generar vida hay que trabajar con la vida porque si la agricultura sirve para darnos comida, debemos pensar en una agricultura para la vida y no para la muerte, porque hay muchas cosas que ocurren, por ejemplo: la acumulación de residuos en todas las parcelas del país, en los ríos, arroyos, lagos, manantiales; productores a los que nadie les proporcionó la información suficiente y pertinente en su lengua y su cultura, sobre los posibles daños a sus ecosistemas, a sus parcelas y a su salud.
Al aplicarlos hemos percibido daños en la salud, como mareos, dolor de cabeza e intoxicación, también está el hecho de la mentira tras la cual son recomendados y aplicados, ya que solo mencionas los “buenos resultados” que obtendrás después de aplicarlos y es real, sus resultados son a corto plazo, mas no te mencionan la cantidad de consecuencias que generan y que nos afectan a todas y todos.
En este sentido, el uso de los agrotóxicos aqueja a la biodiversidad del planeta, afectando a gran cantidad de formas de vida. Me impresiona, me asusta el ver cómo queda el suelo desgastado de la capa fértil, erosionado donde ya solo crecen una muy reducida variedad de hierbas, y la muerte de seres vivos benéficos que no vemos bajo el nivel del suelo.
También se va perdiendo parte de nuestra riqueza biológica y cultural, dicen: En lenguas originarias es común la identificación de miles de plantas medicinales, quelites, otras plantas comestibles, maderables, todas las anteriores, asociadas a agroecosistemas diversos, y debido a los cambios tan abruptos en estos, los nombres de estas especies están en peligro de desaparecer y con esta pérdida irreparable, la probable muerte de conocimientos y cosmovisiones de nuestros pueblos originarios.
¿Qué hacer? Si bien hay muchos conocimientos prácticos para no usar productos de síntesis química, la visión que nos comparten es más profunda y tiene que ver con el manejo sustentable del suelo, el suelo como un organismo vivo que hay que cuidar, dirían apapachar, porque es la base de nuestra alimentación, es reconectarse con ella, es a juicio de las personas que nos comparten sus experiencias un poco más de trabajo, pero que al final vale la pena, lo que tiene que ver con un cambio de actitud, dicen antes que nada debemos ser gente cambiante y entender que habrá otras maneras de cuidar nuestros suelos y cultivos, y de no tener el conocimiento debemos informarnos de manera anticipada a la necesidad o emergencia de requerirlos.
Por ejemplo en ganadería nos compartieron el sistema de Pastoreo Racional Voisin (PRV), para el caso de plantas no deseables con la finalidad de no usar herbicidas, se meten altas cargas de cabezas de ganado en potreros reducidos, se busca que el ganado consuma la mayor parte de plantas no deseables y las pisoteen, mientras que el sobrante se corta manualmente con un machete. Además, a los potreros se les da un periodo de reposo para una mejor recuperación de los pastos, y es así como se han reducido los costos en insumos y se ha evitado contaminar el ecosistema ganadero.
En el tema agrícola la idea es diseñar sistemas agroecológicos integrados, no hay dependencia de un solo cultivo, sino que tenemos un sistema de diferentes estratos y se aprovechan diferentes plantas, por ejemplo, en el sistema cafetalero, con árboles de sombra, con el mismo cafetal, con ornamentales, con herbolaria, todo ello provee productos para la alimentación y para la salud. Así se hace una transición hacia el cafetal comestible, incorporando o favoreciendo la siembra de árboles con diferentes propósitos (frutales, melíferos, captadores de nitrógeno, maderables, etc.).
Utilizar las podas y deshojes de los mismos cultivos, como cubiertas de arvenses con algún otro propósito, lo cual evitará el crecimiento de aquellas no deseadas, aplicar materia orgánica, y todas aquellas prácticas que evitaran erosión de suelos, así se favorece el trabajo del mismo, capta agua y la infiltra a los mantos freáticos, y así más vida en el suelo.
Se pueden incorporar otras prácticas como maquinaria a pequeña escala, entre ellas chapeadoras/desmalezadoras, o el uso de vinagre, advirtiéndonos que para este caso es necesario evaluar los tipos de suelos y las consecuencias que pueda tener debido al pH.
Para hacer más ligero el trabajo y aprovechando las iniciativas que articulan a la producción y el consumo se busca el trabajo colaborativo y la organización entre los productores/consumidores para hacer faenas colectivas, o lo que se conoce como mano vuelta, siendo una forma de ayuda mutua que permite el mantenimiento de arvenses y de las prácticas agrícolas.
En conclusión y como nos comentó Blanca, quien cultiva papa agroecológica: estoy convencida que el uso de agrotóxicos no tiene ningún beneficio, sin importar desde donde lo veas, pues la conclusión siempre es contaminación, pérdida de biodiversidad, degradación de los suelos, crisis en los agroecosistemas porque mientras más los usas más dependiente se vuelve el agroecosistema y conforme pasa el tiempo necesitas aplicar cada vez una mayor cantidad de estos productos para obtener el mismo resultado. Y por supuesto el problema de la salud de las personas, no solo quienes aplican los químicos sino quienes consumen los productos, al final es una decisión colectiva para caminar hacia el bien común y el cuidado de nuestra querida madre tierra. •