Urge nueva forma de buscar el poder
l recién iniciado año electoral, que nada tiene que ver con la nueva normalidad, ha pulsado el botón de la actividad política en la ciudad y empieza a esbozar un mapa que sugiere, urge, una nueva forma de competir por el poder.
Luego del triunfo de los candidatos apoyados por quien competía por la Presidencia de la República desde la llamada ala izquierda
–Andrés Manuel López Obrador–, y de las más de dos décadas de gobierno de los representantes de partidos supuestamente acordes con esa ideología, la oposición en la capital del país no pasa de ser un logo solitario.
Tanto el Revolucionario Institucional como Acción Nacional, los dos con mayor presencia, casi han desaparecido, por más que esta idea parezca contradictoria, y esto, desde luego, con la complacencia de sus cúpulas, que no han pasado de hacer alianzas
y romper acuerdos
para su propio beneficio, en el Congreso local. A eso y cosas peores se ha reducido la oposición política en la ciudad.
El PRI, capitaneado desde hace un buen rato por Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, que según las malas leches ha logrado que la maquinaria de su partido sobreviva aceitada por los apoyos del poder, no tiene esperanza en la capital. En la alcaldía Cuajimalpa tiene a un único representante y su bancada, muy golpeada por los acuerdos que requiere el mando nacional, ha dejado de tener una presencia de peso en la cámara local.
En las calles, el tricolor parece no existir. El rechazo al organismo se inició en la gestión de Carlos Salinas y hoy ya ni siquiera logra ese calificativo, bien podría decirse que ya no existe, que lo que le suceda a nadie le importa.
El panismo perdió una de sus principales alas, Miguel Hidalgo, pero aún mantiene a la conservadora Benito Juárez con cada vez menor porcentaje de votantes a favor, pero aún en sus manos.
En el Congreso, los azules carecen de toda credibilidad por incongruentes. Hoy defienden lo que antes atacaban y se vuelven cínicos cuando de hacer alianzas se trata. Las clases medias que solían sostener al PAN ya no se sienten representadas por sus políticos encumbrados; han perdido la defensa de sus intereses por el ataque ciego al poder.
El PAN significa ahora un gobierno fracasado, fallido y corrupto, y tampoco parece representar a la ultraderecha que para su beneficio encabezó Diego Fernández de Cevallos, quien ahora se ha mudado a organismos de la sociedad civil
que dicen tener más presencia política de fondo que los azules.
Y para dejar en claro la desgracia no debemos echar de lado a Morena. El movimiento que no ha podido ser partido ha ido perfeccionando los errores de sus antecesores, principalmente el PRD, como anuncio de su fatal deceso.
Total, la vida entre los partidos que aspiran al poder se ha convertido en un tianguis donde lo que menos cuenta es la voluntad del votante. Con mucho dinero, libertad y hasta ahora impunidad, la militancia cupular de los partidos ha hecho y deshecho a su antojo, y el electorado ha cobrado con su ausencia –no hay otra forma de protesta efectiva– de los padrones partidistas la afrenta en su contra.
En Morena están tan seguros de que no existe oposición frente a ellos que ya hasta se tiene una lista de los que sí y los que no podrán ir a la relección en las alcaldías. Ahí les van unos nombres, aunque por falta de espacio les diremos solamente los que, se dice, no van: Patricia Elena Aceves (Tlalpan), Raymundo Martínez Vite (Tláhuac), José Carlos Acosta (Xochimilco) y Patricia Ortiz (Contreras). Vayan haciendo apuestas.
De pasadita
En la entrega pasada dijimos que la diputada local Donají Olivera estaba metida en el saco de Ricardo Monreal, y que éste se la había incrustado a Mario Delgado como segunda en la plantilla que disputa la presidencia de Morena. Bueno, pues no es tan así.
Sí hay una Donají en las circunstancias descritas, pero no es Olivera, sino Alva; por tanto, vaya una disculpa de nuestra parte a la diputada local por este error involuntario.
Suerte, Rosa Icela, seguramente todo saldrá bien.