Jueves 10 de septiembre de 2020, p. 29
Moscú. Recluida en una cárcel de Minsk, María Kolesnikova –miembro del presídium del Consejo de Coordinación de la oposición que el martes anterior se resistió a ser deportada a Ucrania al romper su pasaporte–, pasó ayer de testigo a imputada por un delito que podría representarle una condena de dos a cinco años de prisión.
Se acusa a Kolesnikova, que sólo ha ejercido su derecho a protestar de manera pacífica, de hacer exhortaciones públicas para derrocar el gobierno o modificar por la vía violenta el régimen constitucional de Bielorrusia, de modo directo y también a través de los medios de comunicación social
, de acuerdo con lo que tipifica el artículo 361 del Código Penal bielorruso.
Según acaba de darse a conocer, los servicios secretos de Luka-shenko secuestraron al jurista Maksim Znak, encarcelado y también imputado por el mismo delito de Kolesnikova.
Por tanto, de los siete integrantes de la plana mayor de la instancia creada por la oposición para negociar con Lukashenko, seis están en la cárcel o tuvieron que abandonar contra su voluntad Bielorrusia.
Sólo queda en libertad la escritora Svetlana Aleksievich, premio Nobel de Literatura, arropada por los embajadores de seis países de la Unión Europea poco después de que difundió un apresurado mensaje por Internet denunciando que unos desconocidos pretendían que les permitiera entrar, mientras dos patrullas policiales aparecieron junto a las puertas de su casa.
Esta es la parte medular de la declaración de Aleksievich, que resume lo que está pasando en Bielorrusia: al comienzo nos secuestraron el país, ahora secuestran a los mejores de nosotros. Pero en lugar de los arrancados de nuestra filas, vendrán cientos más. Se sublevó no el Consejo de Coordinación. Se sublevó el país entero. Lo he dicho y lo vuelvo a repetir: no estábamos preparando un golpe de Estado; no queríamos la ruptura de nuestra sociedad. Queríamos que empezara el diálogo. Lukashenko dice que no va a hablar con la calle, pero la calle son cientos de miles de personas, que cada día y sobre todo cada domingo salen a la calle. No es la calle. Es el pueblo
.
El Consejo de Coordinación, formado por cerca de medio centenar de representantes de amplios sectores, eligió ya –en palabras de la autora de Voces de Chernobyl– otros dirigentes, cuya identidad no ha sido revelada.