Jueves 10 de septiembre de 2020, p. 8
Venecia. Sonidos, vegetación, insectos, monos y jaguares llegaron ayer al festival de Venecia con el filme Selva Trágica, sobre la misteriosa y despiadada vida en la jungla narrada por la mexicana Yulene Olaizola.
La película, que compite en la sección Horizontes, entre las más innovadoras del festival italiano, se desarrolla en los años 20, en la llamada selva chiclera, entre la frontera de México y Belice, donde un grupo de mestizos mexicanos e indígenas mayas se adentra para extraer el caucho de los árboles chicozapote (Manilkara zapota) y venderlo al mejor postor.
La selva habla, te da y te quita
, explica uno de los protagonistas, acerca de las tensiones, fantasías y deseos que ella despierta.
Rodada en medio de plantas venenosas, insectos que hieren, monos y chimpacés agresivos, la película resulta también un documental, porque transporta al espectador con sus magníficas imágenes y sus sonidos a uno de los lugares más míticos, explotados desde la época de la Colonia por potencias extranjeras y comunidades locales.
Como en las novelas de varios escritores modernos, desde Luis Sepúlveda, Mario Vargas Llosa pasando por William Ospina, Gioconda Belli o Santiago Roncagliolo, el filme se inspira en los misterios de la selva, cuando una desconocida y bella mujer, vestida de blanco, encanta a los hombres con su hermosura, sus silencios y secretos, hasta hacerlos desaparecer uno a uno.
El rugir del jaguar, su mirada felina a la cámara, su majestuosidad, impactan al espectador tanto como la belleza de la joven Indira Andrewin, la joven beliceña de piel oscura protagonista del filme, quien como la mexicana Yalitza Aparicio, protagonista de Roma, no tenía experiencia alguna con el cine.
Producida por Malacosa Cine y Varios Lobos (México), en coproducción con Manny Films (Francia) y Contravía Films (Colombia), el filme contó con la colombiana Sofía Oggioni como directora de fotografía.
Ambas mujeres forman parte del nutrido grupo de realizadoras que han sido invitadas por el festival veneciano, que este año casi alcanza la paridad y ha apostado por una mirada feminista del mundo y del arte.