La Asamblea Nacional Política de Mujeres Indígenas (ANPMI) aseguró que ya es tiempo de desempolvar esos compromisos ofrecidos en tiempos de campaña y ante mecanismos internacionales e hizo énfasis en que hace falta atender los pendientes para disminuir las brechas de desigualdad, combatir el racismo y discriminación con una clara voluntad política.

En el Día Internacional de la Mujer Indígena, destacó que nos preocupa la constante violencia y discriminación, que aún con nuestra clara y visible participación nos ignora y desdeña nuestros procesos organizativos, lamentamos la falta de escucha y diálogo.

Resaltó que no nos quedamos conformes con que continúe una política monocultural de gobierno que sigue negando nuestro derecho a la identidad, a las formas propias de gobierno y violenta sistemáticamente nuestras tierras, memorias, cuerpos y territorios.

El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) refirió que las mujeres indígenas han sufrido históricamente tasas más altas de pobreza y limitantes de derecho a la salud y educación, lo que les ha causado analfabetismo y desnutrición.

Reconoció que han padecido la falta de una plena participación en la vida política de sus países, lo que ha profundizado la situación de violencia en sus entornos.

En México, de 12 millones de indígenas, 6 millones 146 mil 479 son mujeres (51.1 por ciento). El INPI indicó que hoy las indígenas enfrentan un reto de desigualdad por cuestiones de género, pues muchas realizan actividades no remuneradas o con escasa paga.

La Organización de las Naciones para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoció la labor que desempeñan las jornaleras agrícolas, las cuales trabajan sin contratos en su mayoría y, por ende, sin prestaciones, con bajos salarios y desarrollando triples jornadas laborales.

En la sesión virtual Dialogando con las jornaleras agrícolas, Lina Pohl, representante en México de la FAO, aseguró que este día nos recuerda la importancia de todas las mujeres de los pueblos indígenas y la relevancia de promover una agenda de derechos, y el reconocimiento de todas sus aportaciones a la agricultura, a la economía rural y a la vida de México.

Llamó a reconocer la aportación que hacen las jornaleras agrícolas para que todos tengamos un plato en la mesa, pero también para visibilizar las condiciones en que desarrollan su trabajo y los retos que tenemos todos como sociedad para mejorar estas condiciones para llevar estos derechos a que sean una realidad para el sector.

Maribel y Seferina Apreza, jornaleras originarias de San Agustín, Guerrero, que laboran en los campos de Autlán, Jalisco, narraron a Pohl que trabajan en el corte de pepino, cebolla y chile, y que trabajan de las 7 a las 14 horas y de 15 a 18 o 19 horas y ganan 220 pesos. Ese dinero no alcanza para comprar frutas, verduras y leche para sus hijos, pese a que en las pláticas nutricionales se los recomiendan.

Tras subrayar que ellas trabajan para que otros coman, pero que no pueden costear una alimentación adecuada, Pohl les preguntó sobre sus condiciones laborales. Dijeron que se trabaja sin contrato, y cuando lo han tenido lo incumplen. Al ser migrantes habitan con sus familias en albergues: una galera donde hay varios cuartos, y si tienen emergencias de salud, los que están en la zafra tienen IMSS, los que no, van a las farmacias.