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La pandemia hizo visibles dos grandes problemas: salud y educación: Javier Aranda
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▲ Javier Aranda y su hija Carolina.Foto cortesía de Elena Poniatowska
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ctavio Paz estimaba tanto al periodista Javier Aranda Luna, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, que le encargó el programa de radio Vuelta al aire ( Vuelta, nombre de su revista) y le pidió dirigirlo.

Fundador de La Jornada, Aranda convocó a intelectuales al programa político y cultural En la opinión de en el noticiero de Joaquín López Dóriga: Fernando Savater, Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Gabriel Guerra Castellanos, León García Soler, Rossana Fuentes Berain dieron su opinión una vez a la semana durante años. “Si alguna vez tratamos ‘al aire’ el tema de ‘televisión educativa’, ahora resurge con la pandemia”. Desde abril de 2000, Javier Aranda propuso hacer en horario estelar un programa sobre la legalización de la mariguana, que provocó reacciones encontradas. Jorge Chabat, especialista en seguridad, muy reconocido, dijo en pantalla: La única solución es legalizar. Ahora, dice Javier, me da risa que muchos declaran estar a favor de la legalización cuando antes criticaron el programa. Crecí con la idea de una Televisa reacia a la crítica, a las instituciones, al gobierno. En mi propuesta incluí gente de distintas tendencias políticas y Televisa me garantizó que no habría censura. Busqué gente de derecha, de centro y de izquierda, todos muy reconocidos para que tocaran temas de economía, política, cultura y ciencia; el último, René Drucker.

–Consideras, Javier, que la televisión es un prodigioso instrumento educativo.

–Sí, más de 90 por ciento de los hogares tienen una televisión, pero si una familia cuenta con dos hijos en edad escolar, surge un problema para el que propongo otros medios electrónicos: las redes, la web, pero también la educación tradicional. (La mamá y el papá que se sientan con el hijo; en el caso de Javier, su hija Carolina es estudiante destacada premiada en Estados Unidos.) Muchos jóvenes tienen acceso a teléfonos inteligentes, pero no todos a Internet. Un celular te permite entrar fácilmente a las redes sociales: Facebook, Twitter, YouTube.

–En YouTube ofrecen clases de cocina.

–Es una aplicación que tiene muchas posibilidades educativas. Un celular sirve no sólo para hablar o enviar mensajes; puedes ver videos, grabar programas, música, juegos y subir tus ideas a las redes sociales. Hay teléfonos inteligentes con más capacidades que otros, pero lo básico en la educación es el acceso al Internet. Muchos jóvenes compran tarjetas o tiempo aire para conectarse a la web, aunque resulte muy oneroso para una familia humilde.

–Entonces, ésa no va a ser una solución al problema escolar que resulta del confinamiento.

–Es un paliativo. Mostrar una política pública de educación es una tarea fundamental de cualquier Estado. La pandemia nos ha hecho ver dos grandes problemas: el de la salud, que arrastramos hace tiempo y ahora vemos en toda su dimensión, y el de la educación. En materia de salud es muy importante que no suceda lo que hemos visto alguna vez: un hospital perdido en alguna zona, sin funcionar, nada, ni camas, sólo la pura fachada, el cascarón.

“En lo que se refiere a educación, tú sabes bien, Elena, que la Organización de Naciones Unidas ha dicho que el Internet es un derecho humano, pero no lo podemos ejercer en México plenamente por todos los problemas que tenemos para conectarnos a los sistemas educativos. Desde hace años escucho que vamos a entrar a la era digital, que va a haber Internet para todos y todo se ha quedado en puro discurso, y ésa es la crisis que enfrentamos ahora: vemos muchas zonas donde los jóvenes ni siquiera tienen luz eléctrica, y dices: ‘si no tienen luz, ¿cómo van a tener una antena para Internet?’

–Eso es terrible, sobre todo para los jóvenes. Son los 100 años de retraso de América Latina. ¿Cuál puede ser la solución?

–Tenemos que ir pensando más hacia el futuro. Recuerdo, por ejemplo, que el gobierno mexicano, desde 1947, cuando empezó la televisión, mandó a Salvador Novo a Estados Unidos y a la BBC de Londres para que conociera su funcionamiento y lo aplicara en México, y no sirvió de nada…

(Tengo entendido que, en París, también con un viaje pagado, Novo se metió a un elevadorcito antiguo, lento y tembeleque en el que apenas cabía y al día siguiente compró un boleto de regreso a México. Esto me lo contó Carito Amor de Fournier.)

–México no ha construido nada más allá del discurso. Lo vemos ahora. En los 60, el viejo Emilio Azcárraga propuso que una parte de la televisión privada sirviera para dar clases. Al Estado no le interesó construir algo en serio en torno a su propuesta y ahora pagamos las consecuencias. No es cualquier cosa hacer programas educativos en televisión, y tampoco es cualquier cosa tratar los asuntos específicos de una matrícula y subirlos a Internet.

–¿Los niños de ahora van a sufrir grandes carencias?

–Los de Internet y de televisión, sí. Ahí sí vamos a ver qué es lo que nos falló, porque lo desatendimos muchos años.

–¿No es el primer problema de un niño la falta de atención?

–Sí, y es muy grave. El Estado tiene una televisión educativa, pero le ha restado presupuesto, y una buena televisora necesita equipos más sofisticados, más competentes. Por desgracia no hemos sabido o podido actualizarlos constantemente para sacarles mejor provecho.

–¿La cultura no es un tema que divierta o entretenga a los niños?

–Si seguimos haciendo una televisión poco atractiva, con discursos tediosos y poco articulados, sin lenguaje accesible a los jóvenes y a los niños, vamos a fracasar. ¡Imagínate nomás a los niños! Están acostumbrados a consumir información con una velocidad muy superior a la nuestra. Pertenecen a una sociedad en que la velocidad de la comunicación por Internet es otra, los formatos son diferentes, y yo creo que los programas en las redes sociales y en la misma televisión deben tener las mismas características de fluidez y rapidez para que resulten atractivas. Es indispensable que estén bien producidos a pesar de que algunas personas en los canales públicos dicen que lo que importa es el contenido y no la forma. Yo creo que es muy importante la forma. Cuando digo forma pienso en un estándar mínimo de calidad: que se escuche bien, se vea bien, tenga ambiente agradable, creativo. Un buen maestro tiene que ser un muy buen actor o una personalidad sumamente atractiva, porque si no, el niño cambia el canal.

–¿Cómo se retiene la atención de cualquier ser humano, principalmente un niño? ¿Haciéndolo reír, sorprendiéndolo?

–Los maestros frente a la cámara no tienen que ser bonitos, pero sí atractivos para retener la atención, como te lo dije antes: los maestros tienen que ser buenos actores.

–Entonces, ¿la enseñanza tiene que cambiar radicalmente?

–Los maestros de la generación anterior a Internet tienen que adecuarse a los nuevos lenguajes, a las nuevas formas de televisión y a páginas de Internet, porque si no, va a ser muy difícil que los niños quieran escucharlos.

–¿Qué es lo que nos espera? Tenemos que dar un salto extraordinario en la educación en México…

–Yo espero que los responsables de las distintas secretarías den el salto en serio. Lamento que en materia de fomento a la lectura no se hable de ciencia, porque a los niños de ahora les resulta más atractivo el mundo de los planetas, las supernovas, los microscopios, la computación, la física y la química que a nosotros. Deberíamos promover la ciencia por medio del cuento, el ensayo, la poesía, la novela. Yo haría programas sobre la capacidad de los gatos para trepar, la de las aves para volar (¿cuánto pesan sus huesos?); hablaría de sus varios pulmones o varios sacos para retener el aire. Los haría escuchar cómo respiran los pájaros para fomentar la física, la biología. Hablé con Grace Quintanilla, quien fue la responsable del Centro de Cultura Digital, y le comenté que seguramente los jóvenes eran los más creativos y me respondió que son los niños de seis a 10 años, porque con sólo darles las herramientas digitales y decirles haz un juego, lo hacen.